El tablero porteño, la política y los candidatos a todo

El tablero porteño, la política y los candidatos a todo

Todos contra todos, ya probando los primeros desarrollos de las estrategias de campaña, todos hablan mal del otro pero "no es hora de hablar de candidaturas". Telerman, Ibarra, Scioli, Macri, Lavagna, Olivera. Lo que piensan en cada cuartel, al aumento que ya viene arreglado con SUTECBA, la presidencia del Banco Ciudad ofrecida a Julio Macchi pasaría por la Legislatura y el acercamiento del ex grossismo al Gobierno. Habrá cambios....


Por estos días en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, además Capital Federal de la República Argentina, pululan los políticos que dicen que no es momento de hablar de candidaturas ante la incredulidad de su gente, de sus adversarios, de una buena parte de la gente informada y el desinterés de la mayoría silenciosa o ruidosa pero a partir de otros estímulos.

Del universo que definimos arriba, salvo el último gran grupo social, todos los demás saben o discuten cuál es la mejor estrategia para posicionarse, cómo obturar los caminos elegidos por los oponentes, si es momento de "tirar piedras e incrementar la escalada" o es más de "meseta tranquila", si conviene este u otro distrito, y la medición de conocimiento, imagen positiva y negativa, intención de voto propia y de los otros, desvela a quienes diseñan las políticas empezando por los propios actores.

Lo de Roberto Lavagna tiene características nacionales y se le puede endilgar una cercanía a Guillermo Nielsen en la Ciudad y poco más. Los K le disparan duro. Los radicales alfonsinistas lo alaban mientras otros radicales miran fijo al oficialismo nacional y son pocos los que piensan en la tradicional Lista 3. Lo de Aníbal Ibarra y Mauricio Macri acusándose de "perversos" constituyó un desprecio a destiempo hacia todos aquéllos que les interesa la Ciudad y sus temas prioritarios -que los tiene pendientes y son muchos-, y aporta en lo peor de las sendas por las que hay que encarar el debate. Que será seguramente también con Macri y con Ibarra. O no. Pero no se pusieron de acuerdo a tiempo y le costó el gobierno a Ibarra.

Los que quieran construir centroizquierda deberán "prescindir" de Ibarra (¿incluída Vilma?) parece ser el mensaje de los padres de Cromañón. Nos son tantos ni tienen tanto apoyo, pero en la Argentina en la cual el Presidente permite que cincuenta personas le corten una autopista o un puente que vincula tanto la Capital con la Provincia durante seis horas como otro que une dos estados nacionales más de dos meses, el peso es diferente. Además es indiscutido que Jorge Telerman les brinda una atención que entiende como imprescindible, a partir del reconocimiento de haber sido el vicejefe durante la tragedia. Telerman era uno de los que había escuchado con claridad el metamensaje dominante de Cromañón: "Buenos Aires no llora" dijo el cardenal Jorge Bergoglio en la Catedral aquel primer aniversario en presencia -entre cientos- de Sergio Beros, la mano derecha del nuevo jefe porteño y único representante del gabinete ibarrista ese día. Y Telerman, por convicción o conveniencia, decide seguir llorando.

Con peso propio en la Ciudad, Daniel Scioli exprime su vicepresidencia para vestir cualquier evento que ocurra en las vidrieras porteñas y entiende que aunque llegó antes de hora al protagonismo no le saca el cuerpo a la jeringa, ahora con otra solidez, ya con el respaldo K brindado por Alberto Fernández en su Plan B ante la caída del socio Ibarra y la fragilidad de la construcción distrital propia de los K. Una cosa es ir despacito con el jefe de Gobierno amigo y otra es Telerman, un adversario cada vez más peronista que progre y ahora con billetera propia, con poco tiempo para posicionarse. Por eso cambia guantes cada vez que eso no afecta a "la gestión". Es cierto que la continuidad de ex embajador en el poder capitalino puede ser un plan F del gobierno, pero aparece como retrasado y complicado en su construcción, aunque al final sea para el propio T. La "gestión", mientras tanto, continúa la impronta del gobierno anterior (¿o el mismo?), con mucho más anuncios que realidades. Es cierto que creció la magnitud de los anuncios, habrá que esperar qué se hace. Pero Telerman dijo que se alegra que Ibarra hay vuelto a la política. ¿Será cierto? Por supuesto que no. Ibarra no piensa lo mismo de Telerman, y le gustaría -aunque jamás lo diría- sacarlo, tal como, según piensa, el Pelado lo sacó a él, y el deterioro de aquella relación es notorio. No se hablaron más.

El gremio municipal avanza y arregla a su estilo, a pesar de Nielsen y de todos. Ya está hablado casi todo lo que hay que hablar y el aumento verá la luz pronto. La Legislatura ya prepara sus directores para cuando Julio Macchi se haga cargo del Banco Ciudad, tal cual es la intención del Ejecutivo. Carlos Grosso es cierto que está cerca de T y se acuerda con una mueca de Ibarra, la escuela shopping y esa forma de construir-destruir que termina destruyendo al inventor un decenio después. El ascenso de Juan Pablo Schiavi es una muestra del perfil político-técnico que anidó en el gobierno del Profesor.

Olivera saca afiches de su despacho on line sin la firma del ARI. Él ya fue intendente, completando el mandato de Fernando de la Rúa. Pero es prematuro hablar de candidaturas. Macri, como no definió entre el tablero grande y el chico, cuando puede los sacude a todos, lo mismo que intenta Elisa Carrió con más carisma, más TV, menos ideas y menos plata. Ambos quieren quedarse con el mundo anti K y el espanto todo lo puede.

Y no hablamos de la izquierda que con la sacada de la careta del autodestruido proyecto Zamora, quedó nuevamente en manos de los rojos aparatos. Ellos marchan pero no hacen campaña tampoco. Igualmente da lo mismo si la hacen o no. Eso marca la historia porteña.

También habrá cambios en el Ejecutivo, se habla de Donato Spaccavento y el problema de la salud pública, también -además de la falta de diálogo- podría haber cortocircuitos más importantes con el "Colorado" Raúl Fernández. No terminan ahí las ideas que pasan por la cabeza del Pelado. Ni cuándo ni quiénes, pero los cambios vienen.

Quedó claro entonces que no hay candidatos, ni es tiempo de hablar de ellos, ni del 2007. Para que quede claro, "ya estamos pensando el 2011".

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