El nueve de junio pasado se realizó -en la esquina de Salguero y Las Heras- el acto de homenaje a los 32 asesinados por la Revolución Fusiladora entre el 9 y el 27 de junio de 1956.
Ante una concurrencia de aproximadamente 700 personas, hablaron Fernando Vaca Narvaja -antiguo miembro de la conducción de Montoneros-; Daniel Brión -hijo de Mario Brión, uno de los asesinados en el basural de José León Suárez-; Inés López -que a los 90 años aún se reivindica como militante de la JP-; Adam Pedrini -ex diputado por Chaco y miembro de la JP en los 70′; Adriana Lizazo -viuda del referente de la JP Zona Norte, Miguel Lizazo, caído en un tiroteo en 1976-; el periodista Miguel Ángel de Renzis; César Castillo -miembro de la Juventud Peronista de Solano-; Mario "Pacho" O’Donnell -escritor y legislador porteño-; el mayor (RE) Adolfo César Philipeaux -que en los 50′ supo ser miembro de la Resistencia Peronista- y Susana Valle -la hija del general peronista fusilado el 12 de junio de 1956, Juan José Valle.
Estuvieron presentes también Carlos Kunkel -que llevó la adhesión del presidente de la Nación, Néstor Kirchner-; Juan Carlos Dante Gullo -antiguo "jetón" de la Regional I de JP-; Roberto Cirilo Perdía -otro ex integrante de la conducción de Montoneros; el ex diputado santacruceño Dante Dovena; Osvaldo Mussa; Claudio Testa; Víctor Ramos; Carlos Oviedo; Carlos Suárez; miembros de la Comisión de Homenaje a los Asesinados en José León Suárez y la presidenta de la Casa de la Memoria "Nono Lizazo", Lita Artola. Por su parte, la sobrina nieta de María Eva Duarte de Perón, Cristina Álvarez Rodríguez, envió su adhesión al homenaje.
El presidente de la Comisión de Homenaje a los Caídos por la Causa Nacional, Fernando Vaca Narvaja, le manifestó a NOTICIAS URBANAS que "tres son las ideas básicas que queríamos desarrollar en este acto de homenaje, porque los recordamos sin olvidar jamás que seguimos luchando por los mismos ideales por los que ellos rindieron su vida. El primer punto es la convicción de que estamos asistiendo al agotamiento de ciclo neoliberal, impuesto por la dictadura y luego continuado por los gobiernos del radicalismo, del peronismo y de la Alianza. La prueba de esto que afirmo es que la concentración de la riqueza no se agotó con la instauración de la democracia. El segundo punto en el que estamos todos de acuerdo es que, hoy más que nunca es necesaria la reconstrucción del Movimiento Nacional. En la carta final que escribe el general Juan José Valle, éste destaca que el modelo nacional incluye al 95 por ciento de los argentinos y sólo quedarán excluidos de él ese cinco por ciento que siempre apoyó a la oligarquía. El tercer punto es que nuestro pueblo decidió que el camino es el de la democracia. Por esta razón tenemos que trabajar para que hay más y mejor política. Se debería convocar a una constituyente para lograr la reforma política, para terminar con los privilegios y para refundar la república".
"Nuestra generación, a pesar de los sufrimientos que le tocó soportar, es una generación privilegiada, porque nos llega una segunda oportunidad, justo cuando se cumplen los 58 años de la fundación del peronismo", expresó Vaca Narvaja, que en su discurso manifestó que "somos los hijos del general Juan José Valle. Somos sus hijos, tanto como Susana Valle. Es un honor para los combatientes del 70′ formar parte de esta Comisión".
"Este gobierno nos da una nueva oportunidad -continuó el antiguo jefe montonero-. Tenemos que contribuir con él y controlarlo, para que sea posible que, por fin, transcurra la transición que no existió ni en 1983 ni en 1989".
Susana Valle, por su parte, afirmó que "yo viví 18 años junto a mi padre y desde entonces viví durante 47 años con mis compañeros. Ellos son mi familia. Ésa es mi historia", terminó.
DOS ANTIGUOS ENEMIGOS
Cuando el acto terminaba y algunos viejos conocidos intercambiaban sus teléfonos y otros datos, de repente Fernando Vaca Narvaja escuchó que una voz le decía a sus espaldas: "14 de enero de 1977, 15 horas, Wilde, renoleta verde".
El militante se dio vuelta, para encontrarse frente a frente con un hombre de inconfundible estampa militar.
Profundamente sorprendido, porque esos datos sólo podía conocerlos alguien que hubiera estado ese día, a esa hora y en ese lugar al mismo tiempo que él, le preguntó quién era.
Ese día, a esa hora y en ese lugar, el guerrillero había emboscado por una fuerza militar de 200 hombres en una calle de la zona sur del Gran Buenos Aires. Luego de recibir la voz de alto y de iniciar un intento de resistencia, recibió un escopetazo y un disparo de Magnum 3.57.
Malherido, logró huir -disparando con sus dos ametralladoras Uzzi- hasta una fábrica, en la que le dieron una camisa para cambiarse la suya, ensangrentada. Un proveedor del establecimiento le facilitó una citroneta, con la que finalmente pudo escapar.
El hombre de aspecto marcial, 26 años atrás, le había disparado -y acertado- el escopetazo. Incluso le contó al guerrillero que no lo pudo matar porque le temblaban tanto las piernas que no logró atinarle el segundo disparo. El montonero lo tranquilizó relatándole que su heroico grito de guerra cuando recibió el disparo fue: "ay, mamita".
La presencia del ex militar en el acto se debía a que es el hijo de uno de los militares fusilados en 1956. Los antiguos enemigos quedaron en encontrarse, para charlar esta vez.