Y sí, se venía venir. Pero nadie pudo hacer nada o, mejor dicho, nadie quiso hacer nada.
Este jueves 3, la Legislatura era un hervidero desde las 13, momento en que comenzaron a llegar los trabajadores del Bauen. No se sabe cómo pasaron, la cuestión es que se instalaron en el segundo piso de la casa legislativa, justo en el que se encuentra el despacho del diputado Mario Morando, autor del proyecto que prevé la restitución del hotel a los dueños, con una compensación económica para los trabajadores.
Promediando las 18, todavía no había empezado la sesión pero los trabjadores bajaron del segundo piso para ubicarse en el Salón Presidente Perón y esperar una propuesta que bajaría de las manos del legislador kirchnerista Diego Kravetz.
La propuesta llegó y no satisfizo. Mientras, en el recinto, la sesión había comenzado y en el momento en que se pidió un cuarto intermedio por los gritos de los manifestantes, se vivió el descontrol.
Los manifestantes corrieron por los pasillos, violentaron las puertas, empujaron a la policía que custodiaba y entraron al recinto. Allí se produjo el caos, se abalanzaron sobre el escritorio del diputado Morando y comenzaron los manotazos. No se sabe cómo Morando logró zafar de los golpes y huyó del lugar, al mismo tiempo que los demás legisladores corrían despavoridos. En esas corridas, la diputada Majdalani recibió el golpe de un vaso arrojado por un violento.
Los insultos, los cantos y la barbarie eran un cóctel explosivo. Parados sobre las sillas y las gradas los trabajadores no dejaron de agraviar al diputado macrista y de vitorear al diputado Diego Kravetz. Cantaron el Himno y cuando vieron que ningún diputado quedaba ya, se retiraron.
Se retiraron pensando que la sesión no seguía, victoriosos con la batalla ganada por la fuerza. Pero no esperaban que los legisladores volvieran como después lo hicieron.
Igualmente los diputados -no todos- sólo volvieron para manifestar su repudio a los hechos ocurridos.