En los últimos tiempos cerraron sus puertas el Café Homero, el Bar Tuñón, el Club del Vino, Pigmalión, la Peña del Abasto y siguen las firmas. Lugares que formaban parte de la tradición cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Lugares por los que, entre otros, pasaron Roberto Goyeneche, Roberto Rufino, Atilio Stampone, Eladia Blázquez, Adriana Varela, Argentino Ledesma, Rubén Juárez, Luis Cardei, María Graña, Raúl Lavié, Horacio Salgán. Cerraron. Ante la desatención de las últimas administraciones porteñas. Para el año que viene, crisis económica internacional mediante, el panorama se presenta más desolador aún. Ocurre que, aunque parezca inconcebible, actualmente no hay a nivel local, ni nacional, ninguna institución pública que fomente el desarrollo de la música. Algo que no se comprende, si se tiene en cuenta que existe un Instituto Nacional de Cine, un Instituto Nacional de Teatro y un Fondo Nacional de las Artes. Y que hay, en la Ciudad de Buenos Aires, un Proteatro, un Prodanza y un Fondo de Cultura Metropolitana. Por eso, en el ambiente musical porteño se percibe bronca. Basta con hablar con algunos dueños de locales donde se realizan shows para darse cuenta de la situación: es esa bronca producto de la necesidad, de la desesperación, del afán de subsistir. Es esa bronca que, cuando explota, mejor estar lejos.
A falta de una respuesta del Gobierno de la Ciudad, cuyo ministro de Cultura, Hernán Lombardi, parece mirar para otro lado, las esperanzas de los "clubes de música" (así se denominan los locales con capacidad de hasta 300 personas) están puestas en un proyecto de ley que espera ser aprobado en la Legislatura porteña y que establece un régimen de créditos, subsidios y exenciones impositivas para el sector. La iniciativa abarca no solamente a este tipo de locales, sino también a los sellos independientes y a los grupos musicales y solistas que acrediten dos años ininterrumpidos de actividad. Cuenta con despachos favorables de la Comisión de Cultura, que preside la diputada kirchnerista Inés Urdapilleta, y de la Comisión de Presupuesto, que comanda el macrista Álvaro González. En esta última comisión, ningún diputado oficialista acompañó la propuesta, que sí contó, en cambio, con el aval del legislador Oscar Moscariello, presidente del bloque PRO, en la Comisión de Cultura. En Presupuesto, los representantes macristas adujeron que querían tomarse más tiempo para estudiar el proyecto.
POLÍTICAS PARA LA TRIBUNA
"Los músicos cada vez tienen menos lugares para tocar porque cierran los locales. Esta situación, que se vio agravada después del incendio de Cromañón, es estructural, pero se podría revertir con medidas serias de parte del Estado. La actividad musical genera desarrollo, pero para eso necesitamos que el Estado invierta", explica a NOTICIAS URBANAS Federico Moya, uno de los dueños del Centro Cultural Torquato Tasso. Su socio y presidente de la Cámara de Espacios de Música en Vivo (CAMUVI), Hernán Greco, asiente: "Hoy vemos cómo el Ministerio de Cultura de la Ciudad gasta plata organizando festivales con artistas del exterior, mientras la producción local agoniza".
El cuestionamiento a la política que lleva adelante el ministro Lombardi concuerda con el que emite la diputada Urdapilleta: "Lo suyo es la continuidad de la política de (Darío) Lopérfido. Por cada evento que hace, a Lombardi no le importa si va gente o le interesa a alguien, el tema es que salga en el diario. Él hace todo para los medios. Por eso, este Régimen de Concertación Musical (así se llama el programa de subsidios, créditos y exenciones impositivas) al ministro no le interesa: porque es una iniciativa que promueve la política pública, que no tiene tanta prensa como esos espectáculos que a él tanto le gusta mostrar", afirma la diputada, autora de uno de los tres proyectos originales sobre el que se basó el dictamen de comisión. Los otros dos proyectos fueron presentados por Facundo Di Filippo (Coalición Cívica) y Patricia Walsh (Nueva Izquierda).
Para Ezequiel Cutaia, propietario del local de jazz Thelonious Club, "está divino que se hagan festivales, pero también hay que acordarse de quienes laburan todo el año". Cutaia se explaya y habla del último festival de jazz que organizó el Gobierno porteño: "Estoy de acuerdo con que se haga un festival de ese tipo, porque estimula a los músicos. Pero también sucede que eso es una sola vez al año, y los músicos locales que tocaron en el festival, después tienen que seguir trabajando durante los otros 364 días que restan. Entonces, ¿quién los contiene? Ahí es donde el Estado desaparece".
Urdapilleta muestra los números del proyecto de Presupuesto 2009 que envió el Ejecutivo porteño: "El Ministerio de Cultura hizo desaparecer los presupuestos de los centros culturales y de los museos, salvo el de Arte Moderno. Sólo hay una proyección presupuestaria para la Usina de la Música -una obra que nunca se termina- y para el Colón, que ya es un papelón. En su presupuesto plurianual, se calculaba que al Colón le iban destinar 170 millones este año, con las obras de ampliación que en septiembre anunció el (ministro de Desarrollo Urbano, Daniel) Chaín. Pero mandaron un presupuesto por 106 millones", se explayó la diputada.
Según Andrés Bamio Couso, propietario del bar La Forja, de Flores, "salir sin apoyo estatal resulta muy difícil para esta actividad cultural. Ahí está el centro de nuestra pelea. Porque la actividad musical -añadió- no tiene ningún tipo de sostén como sí lo poseen otras manifestaciones culturales. Eso hay que cubrirlo de alguna forma".
Cutaia, de Thelonious, concuerda: "Nosotros aguantamos mucho tiempo, pusimos el pecho cien por ciento y por eso estamos vivos, pero estamos solos. Pareciera que los que trabajamos con la música fuéramos el último orejón del tarro. El teatro cuenta con apoyo estatal, mientras que a la música no la consideran. ¿No se dan cuenta de que la nuestra también es una actividad cultural? La verdad, no sé qué piensan, ¿que somos una fábrica de pastas?", se pregunta, indignado.
El tema de cuánta plata se destinará al Régimen de Concertación Musical también divide aguas. El dictamen de las comisiones de Cultura y Presupuesto menciona un 0,021 por ciento del total del Presupuesto anual de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy, el Presupuesto 2009 se estima en alrededor de 17 mil millones, por lo que al sector de la música le tocarían poco menos de 3.600.000 pesos. "Con eso, ¿qué vamos a hacer? Imaginate, los clubes de música son más de veinte; además, tenés que bancar a los sellos independientes y a los músicos, más la estructura del instituto que otorgue los créditos y subsidios. Es realmente muy poco", se quejó Moya, del Tasso.
Como contrapartida, recuerda que Lombardi gastó cerca de 6.000.000 solamente en las actividades de la promocionada "Primavera 2008". "Sí, trajo a la Sinfónica de Berlín y cortó la 9 de Julio. E hizo un ajedrez con personajes de tango en un parque. Todas medidas de alto impacto mediático", subraya, a su vez, Urdapilleta.
"Yo en lo personal no tengo nada contra Lombardi, pero su gestión es la de alguien que tiene la impronta de mirar la Ciudad como un producto turístico. Capaz que no puede ver la Ciudad como un producto cultural. Y cultura y turismo no pueden tener el mismo abordaje. Lombardi pone más énfasis en eso que conoce y en lo que desconoce no se mete", entiende Bamio Couso.
El monto contemplado en el proyecto para la actividad musical tampoco satisface al titular de La Forja, quien considera que 3.600.000 pesos en una ciudad como Buenos Aires "no es nada". "Igualmente -remata- entre que nos den cero y nos den algo, siempre es mejor algo. Y también sirven las exenciones impositivas, que están contempladas en el proyecto".
Mientras, el panorama de los músicos es preocupante. Los avances tecnológicos están volviendo obsoletos a todo tipo de soporte físico de grabación. El CD ya es una antigüedad frente al Mp3. El tráfico de música por Internet supera cualquier tipo de prohibición que quiera imponérsele. Los pronósticos vaticinan que solamente sobrevivirán a la caída de la industria del disco los grandes sellos y los artistas ya consagrados, ya que una contracción de la industria del disco llevará a que no se apueste por las nuevas figuras. A su vez, los artistas consagrados verán caer sus ganancias por la reducción de las ventas discográficas. Por eso, para ambos grupos de músicos (famosos y emergentes) la única opción segura es la de tocar en vivo. Pero los clubes de música, al peligrar sus finanzas, hoy casi no se juegan por lo nuevo. ¿Qué queda para los músicos emergentes? Salir a vender ellos mismos entradas de antemano, para solventar los gastos, con el consiguiente riesgo de ir a pérdida. El fin del circuito es la total precarización laboral del músico.
"Si hubiera una inyección de dinero comenzaría un círculo virtuoso. Al no tener la obligación de contratar sobre seguro, los locales les darían espacio a los artistas nuevos, el sindicato de músicos tendría a su vez más afiliados, un mayor movimiento abriría las puertas a nuevas producciones y hasta los espectáculos costarían menos porque habría más competencia", explica Moya.
El reclamo, asegura a su vez Greco, no cuenta solamente con el respaldo de CAMUVI, la entidad que preside, "sino del recientemente creado Consejo Federal de la Música", que, además de esa institución, aglutina a la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC), la Asociación Argentina de Intérpretes (AADI), Argentores, la Cámara Argentina de Productores e Industriales de Fono-Videogramas (CAPIF), la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET) y la Sociedad Argentina de Músicos (SADEM).
Habrá que ver qué puede llegar a ocurrir, entonces, si las quejas se generalizan. Seguramente, lo que se escuchará no será música para los oídos PRO.