La norma que rige las habilitaciones es de 1976

La norma que rige las habilitaciones es de 1976

Implementado por la Dictadura, cuando el Concejo Deliberante estaba cerrado, el Código de Habilitaciones y Verificaciones de la Ciudad reúne anacronismos y ambigüedades que, si la norma se aplicara a rajatabla, todas las discotecas porteñas deberían estar cerradas. Por lo pronto, el decreto que promulgó Aníbal Ibarra tras la tragedia de Cromañón podría necesitar ser refrendado por la Legislatura


En la Buenos Aires del siglo XXI, las boites a las que iba Isidoro Cañones ya no existen y la noche no empieza hasta las 2, pero eso el Código de Habilitaciones y Verificaciones porteño vigente no lo refleja. Los jóvenes son su enemigo número uno y, si se aplicara su texto, los porteños se tendrían que ir a dormir a las 4, porque así lo disponen. Gobierno tras gobierno todos hablan de hacer un cambio generalizado, pero hasta ahora sólo se cambiaron artículos e incisos puntuales y nunca se le lavó la cara: su lenguaje está marcado por las botas de la última dictadura militar.

Aprobado en forma provisoria a fines de 1976, cuando el ex Concejo Deliberante estaba cerrado por los militares, y refrendado dos años más tarde también por uniformados, el Código de Habilitaciones y Verificaciones habla de un país en el que la noche estaba dividida en tres tipos de locales: los cabaret, llamados Clase A; las boites, Clase B; y los incipientes salones, denominados Clase C, en los que habitualmente tocaban bandas para que se bailaran lentos, muy alejados de los actuales pogos. Además, ni en los locales clase A y B pueden entrar mujeres si no están acompañadas por hombres (¿cómo están habilitados, entonces, los locales de striptease masculino?), en tanto las matinée deberían cerrar a las 22.

Lo cierto es que urge una modificación y se especula que el viernes, en su discurso en la Legislatura, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra, podría anunciar que mandará un proyecto para modificar el texto de 1976, luego de denunciar lo obsoleto de la normativa, como parte de su estrategia para deslindar responsabilidades en el hecho de Cromañón.

También el Código de Edificaciones sería de la movida. "Si para modificar el Código Contravencional estuvieron tres años, no me quiero ni imaginar lo que podrían tardar", reconoció, sin embargo, una fuente oficialista.

Por lo pronto, existe un debate acerca de si el decreto que Ibarra firmó a principios de enero para imponer nuevos requisitos para los locales bailables es una modificación o una reglamentación del Código de Habilitaciones y Verificaciones. La diferencia es mayúscula si se tiene en cuenta que si se la considera una modificación, deberá ser refrendada por 40 votos en una Legislatura que tiene 19 bloques con opiniones absolutamente distintas y crispadas por la tragedia en República Cromañón. En cambio, una reglamentación del Ejecutivo no tiene que pasar por el Parlamento porteño.

En este sentido, el párrafo que exige que el certificado de Bomberos debe renovarse cada tres meses es uno de los que puede considerarse una modificación, máxime si se tiene en cuenta de que el Código de Habilitaciones y Verificaciones exige puntualmente que este control debe hacerse en forma anual.

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