Elisa Carrió, candidata presidencial por la Coalición Cívica, emitió su voto en la zona norte de la Capital Federal, se dio vuelta y enfrentó a los periodistas, entrecerró los ojos y con una media sonrisa pícara, dijo hoy que cualquiera sea el resultado, la performance de su fórmula "será una victoria".
La CC es una formación que se autodefine de centroizquierda y algo de eso hay entre sus integrantes (el Partido Socialista), aunque el resto no deja de ser un rejunte de experimentos de derecha y de centro derecha fracasados u olvidados.
Entre sus integrantes figuran Patricio Bullrich, candidata a diputada, ex peronista, ex Alianza, ex cavallista reconvertida ahora al socialcristianismo de corte Carrió.
Algo más afín, en principio, María Eugenia Estenssoro, candidata a senadora, hija de José Estenssoro, funcionario encargado de liquidar la YPF argentina, y sobrina lejana de Víctor Paz Estenssoro, aquel presidente boliviano que elevó la dignidad del campesinado de su país, abriendo la puerta a una reforma agraria y a créditos blandos para viviendas.
Pero definir a la CC como una formación de centroizquierda es una exageración: carece de todo contacto orgánico con el sindicalismo, de cuadros políticos formados en esa tradición y de intelectuales de peso.
Sin embargo, el Frente para la Victoria de Cristina Fernández tampoco podría considerarse de centroizquierda, y mucho menos dependientes como están, en gran parte, de los votos del conurbano bonaerense, tierra del peronismo ortodoxo y de la policía.
Carrió tendría asegurado el triunfo en la Capital Federal (lo que no es poco), y es una seria preocupación para el alcalde electo, el centroderechista Mauricio Macri, a quien le auguran para hoy una elección pésima.
La CC también ganaría en Rosario y Mar del Plata (tradicional plaza antiperonista), y estaría cabeza a cabeza en la ciudad de Córdoba. La esperanza de alcanzar el ballottage no es un disparate de mentes afiebradas.