NOTICIAS URBANAS: Después de Cromañon nada vuelve a ser igual en la ciudad. Cuando ocurrió ustedes acababan de cumplir el primer año de gestión. ¿Cómo los afectó institucionalmente?
ALICIA PIERINI: Pocos días antes habíamos festejado con todo el personal el aniversario, la navidad y el fin de año, y la inauguración del edificio anexo. Terminábamos el año con buena onda interna y satisfechos por la labor, las nuevas amistades construidas y empezaban las vacaciones. Muchos ya se habían ido.
NU: Eso era el antes, pero llegó el después…
AP: Súbitamente, tuvimos que afrontar la cuestión, primero porque somos sensibles a todo lo que acontece en la ciudad, pero fundamentalmente porque el tema había sido estudiado por la Defensoría. El 31 de diciembre por la mañana, a pesar del feriado, abrimos las oficinas, fueron llegando los adjuntos y algunos jefes de área y colaboradores, espontáneamente, otros habían ido esa madrugada a Cromañon y venían impresionados por la magnitud de la tragedia. Ese mismo 31 a la mañana sacamos el primer comunicado solidario poniéndonos a disposición de quienes nos necesitaran pero también recordando que varios meses antes un informe producido por la adjuntía del arquitecto (Atilio) Alimena había anticipado que los boliches eran una bomba de tiempo y Clarín había publicado esa advertencia. Ese informe fue desdichadamente profético.
NU: El informe fue mencionado insistentemente durante estos dos meses. ¿Por qué no surtió efecto antes, cuando podía aún prevenirse una catástrofe?
AP: Ni la sociedad ni los funcionarios tenían suficiente conciencia de riesgo, lo que no implica igualarlos en responsabilidad. Se aprende con estos grandes impactos. Un médico puede advertirle a un paciente durante años el riesgo de fumar, pero muchas veces hasta que no sucede el primer infarto el paciente no toma conciencia. Esto pasó. Muchas veces la Defensoría ha emitido recomendaciones y han resultado desoídas, desde la época de (Antonio) Cartañá hasta la fecha.
NU: ¿Cómo se logra el equilibrio entre la efectividad institucional y el uso político de los informes?
AP: Hoy nos preocupa que nuestros estudios e informes, observaciones o recomendaciones -que se emiten para procurar una mejor gestión pública en la ciudad- sean utilizados políticamente para dañar funcionarios. Porque tampoco ése destino es positivo para nuestro trabajo. No se construye más democracia debilitando instituciones sino fortaleciéndolas.
Un fabricante de martillos sabe que su producto puede ser usado para construir o para demoler. Y aceptamos correr el riesgo del uso bastardo de nuestro trabajo. Pero no nos engañemos, la otra posibilidad que tenemos es no hacer nada. Pero es hora de que manifestemos que quienes creemos y defendemos a la democracia y la autonomía porteña -tan débiles e imperfectas aún- opinamos que los controles institucionales son herramientas republicanas para el mejoramiento de la calidad estatal. Por el contrario, cuando se utilizan nuestros productos para otros fines, se daña al sistema institucional en general, y a la Defensoría en particular.
NU: Los organismos de control no son apreciados como instrumentos de la democracia sino de la oposición, muchas veces.
AP: El control estatal que realiza un área independiente sobre el propio estado es esencia de las democracias. Sólo los autoritarismos no aceptan controles ni críticas. Desde nuestro punto de vista el contralor es un método garantista de vigencia del derecho. Nuestra misión constitucional es velar por los derechos y garantías de nuestro pueblo en la ciudad. Para ello estudiamos, investigamos, informamos, proponemos o recomendamos fundamentando cuidadosamente -gracias al excelente nivel técnico de sus profesionales- cada resolución. Nuestros trabajos deberían ser atendidos por los funcionarios como si fueran de una consultoría, no escribimos para aplaudirlos ni para molestarlos sino para que tomen en cuenta aspectos que son visibles desde afuera y que si se corrigen les mejorará la gestión.
NU: Le reitero, un informe de la Defensoría fue el eje de los ataques políticos contra el jefe de Gobierno y sus colaboradores ¿Usted que siente ante ello?
AP: No le niego que, a mí personalmente me molesta cuando algún legislador, periodista, abogado de parte, dirigente o activista político convierte un informe nuestro en un misil teledirigido, o una recomendación en denuncia pública sólo para figuración o provecho personal. La Defensoría es una institución solvente y confiable. Su personal realiza un gran esfuerzo por superarse a sí mismo en calidad y profesionalidad. No somos en esencia denunciadores ni comentaristas, sino cooperadores, ¿se entiende? Cooperadores en la gestión de las políticas públicas. Si ese aporte se aprovecha o se tira al cesto de papeles depende de la calidad y responsabilidad del funcionario que lo recibe. Nuestra función es advertirles, la de ellos es aplicar los correctivos. Así funcionan los organismos de control y así debió funcionar en Cromañón.
NU: ¿Ahora siguen investigando lo que pasó en Cromañon?
AP: No, investiga la justicia los aspectos penales, y la legislatura los políticos. Nosotros auxiliamos a la justicia recibiendo testimonios de los chicos sobrevivientes. Vinieron ya doscientos chicos. Todo fue enviado al juzgado. Y desde lo técnico ya se dijo lo que había que decir y ahora aportamos a que no vuelva a suceder observando otros puntos de riesgo en la Ciudad.
NU: ¿Son muchos esos puntos de riesgo?
AP: Lamentablemente sí, y algunos vienen de larga data. Pero no hay que sembrar pánico sino aprovechar esta conciencia de riesgo que Cromañón ha despertado para que todos se hagan cargo: los empresarios, la sociedad y los funcionarios, no tan sólo estos últimos. Que la Ciudad vuelva a funcionar con su actividad normal, pero más responsablemente en cuanto a la seguridad en lo edilicio, en el tránsito, en la higiene alimentaria, en todo. Desearía que esta tragedia, además de motivar un nuevo nunca más, pueda ser un punto de partida para el mejoramiento de las gestiones institucionales, y no un punto de llegada para advenedizos ni una oportunidad para los antidemocráticos.