Pareciera que es una verdad de Perogrullo que el Frente para la Victoria se encaminaría hacia un triunfo que solamente le podría birlar una cadena de errores propios, más que los ataques de sus adversarios políticos.
Pero (siempre hay un pero) en los últimos días, las lenguas más feroces del “kirchnerismo puro” -Diana Conti, Estela Carlotto- surgieron repentinamente en los medios para expresar su esperanza de que los cuatro años que durará la presidencia de Scioli sean tan sólo una transición hasta la vuelta de Cristina Fernández de Kirchner al poder en 2019.
De esta manera minimizaron -deliberadamente o no- la alternativa política que encarna el motonauta bonaerense, equiparando su candidatura con la de cualquier arribista que aterrizara casualmente en las filas del FPV.
Para peor, el propio hijo de Estela de Carlotto era -quizás siga siendo, aunque esto es impredecible- el principal candidato para ocupar la cartera de Derechos Humanos, que sería convertida en ministerio por el mandatario bonaerense.
Diana Conti, por su parte, suele hacer gala de un “cristinismo” extremo, que la asocia más con las actividades y rumores de palacio que con los duros avatares de la política.
Éstas son apenas algunas breves muestras de los perjuicios que le traen al candidato del peronismo los chispazos del “fuego amigo”, que en ocasiones golpean con más intensidad que los multimedios y los partidos políticos opositores, que suelen actuar coordinadamente.