Un sector del peronismo se reunirá este viernes en el club house de La Herradura, un exclusivo barrio cerrado de Pinamar que Sergio Massa suele frecuentar. Los comensales serán en principio, el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa y el diputado Diego Bossio, pero no serán los únicos.
El encuentro viene tomando forma desde hace más de un mes, pero comenzó a tomar cuerpo hace una semana. Los organizadores albergaban la expectativa de que respondieran a la convocatoria la mayor cantidad posible de los críticos a la expresidente de la Nación y “líder sin cartera” del peronismo hasta hoy, Cristina Fernández de Kirchner.
Además de los mencionados habían sido invitados el exkirchnerista Julián Domínguez, que no irá a casusa de un problema familiar; Eduardo Fellner -que hasta esta fecha ostenta la presidencia del PJ nacional-; el ascendente senador santafesino Omar Perotti y hasta el ex gobernador de San Juan, José Luis Gioja, que no podrá ser de la partida a causa de una delicada operación reciente. También se espera que lleguen hasta el exclusivo reducto Carlos Caserio, operador de José Manuel de la Sota y el vicegobernador chubutense Mariano Arcioni, que oficiará como enviado de Mario Das Neves.
Por el massismo asistirán algunas de sus espadas principales, entre las que se cuenta Graciela Caamaño, en tanto que algunos intendentes peronistas del conurbano serían, si asistieran, como agua en el desierto para los organizadores, que hasta ahora afirman que Massa no peleará poder interno en el peronismo -aunque esta cena pareciera desmentirlo-, pero que aspira a construir un liderazgo futuro a partir de la inclusión de muchos hombres que ejercen poder territorial, que asistirían al ágape.
Éstos aseguran que habrá muchos comensales kircheristas lejanos al camporismo y mantienen la esperanza de que algunos sciolistas también asistan, aunque es necesario recordar en este punto que Daniel Scioli será rival de Massa en la construcción de una opción política alternativa a la que hoy gobierna en Argentina.
Massa pretende articular el trabajo político de los 14 goberrnadores con que cuenta el peronismo. Si lo lograra, su tránsito hacia el liderazgo del peronismo sería fluido, aunque está por verse que sea capaz de lograrlo.
Uno de los alicientes con que cuenta el tigrense es una consecuencia directa de la extraña forma que adopta el liderazgo de Cristina Fernández, que es una líder que no conduce, que no habla con todos y que sólo toma decisiones políticas fuertes cuando se disputa poder, preferentemente en épocas electorales. En los entretiempos, sus propios partidarios aseguran que ni siquiera saben de ella. Estas ausencias permiten una proliferación de conspiraciones, que a veces amenazan su propio liderazgo dentro del peronismo. Ese mismo que nunca logró consolidarse del todo desde el fallecimiento de Néstor Kirchner.
Para graficar esta imagen, un intendente del conurbano manifestó que “si ella sigue colgada de la Plaza del nueve de diciembre y de los patios militantes, su techo ya no crecerá”. En este caso, el peronismo entrará en su “fase tumulto” y existirá una etapa de anarquía, en la que nadie podrá imponer la ley. Estos procesos son asimilables con el planteo hegeliano de tesis y antítesis, que sólo cesan cuando surge un nuevo liderazgo, que equivale el último paso planteado por el filósofo alemán: la síntesis del conflicto.
El único punto en el que todos los sectores en que se divide el peronismo están de acuerdo es que frente a Mauricio Macri es necesario plantearse la unidad como el primer elemento. El otro punto es el que hace que hoy el peronismo sea una suma de voluntades, sólo basada en una historia y un pasado en común. La incógnita es en torno a quién hay que reunirse. El liderazgo es la incógnita de una ecuación que hoy no tiene resolución.
Si Cristina Fernández será la síntesis del conflicto peronista de hoy, debe disponerse a conducir. No existe un liderazgo peronista a la distancia. Si existe un líder, éste deberá dar respuestas, deberá bajar al llano y tendrá que convencer a los demás de que la opción que encarna es la que los llevará al triunfo, porque la opción testimonial no existe en los manuales peronistas.
Si el liderazgo que viene será de un signo diferente al que condujo al Frente para la Victoria durante doce años, en el entretanto existirán líderes zonales que conducirán por tramos al gigante dormido. El que surja hará que la dispersión acabe.
¿Será Sergio Massa? ¿Será Juan Manuel Urtubey? ¿Será el propio Daniel Scioli? ¿O será algún otro gobernador, un “tapado”?
Lo seguro es que en mayo se acaban los mandatos establecidos en aquel Congreso de Parque Norte en el que Eduardo Fellner fue ungido como presidente del partido y todos los precandidatos presidenciales ocuparon las vicepresidencias.
En febrero o marzo se realizará el Congreso partidario, que será el territorio en el que los aspirantes a presidir el PJ pelearán sus primeras escaramuzas. Si este proceso no se produjera, podría ser que el macrismo influyera en el futuro del Partido a través de la Justicia, que sería entonces la que definiría los pasos, las candidaturas y hasta el resultado de los comicios. Ésta es una opción que se supone que nadie desea al interior del partido más grande de la Argentina.
Lo concreto es que quienes van a definir el futuro del peronismo serán los que detentan poder territorial. Los gobernadores y los intendentes ya están iniciando sus operaciones, porque el que surja, además de encarnar una síntesis política, deberá llegar a ella gestionando el Estado en cualquiera de sus niveles, porque siempre el objetivo es gobernar.