Indagarán a Schillaci y a los Lanatta por el tiroteo en Ranchos

Indagarán a Schillaci y a los Lanatta por el tiroteo en Ranchos

Será la primera indagatoria de una larga serie, que incluirá todos los delitos que cometieron desde aquel 27 de diciembre, cuando abandonaron la seguridad de los muros y se lanzaron a la aventura.


El miércoles se iniciará la larga marcha ante los fiscales de los tres fugados del penal de General Alvear, Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci. Ese día, a las 10 de la mañana serán indagados en el penal de Ezeiza, adonde se encuentran detenidos actualmente.

El titular de la Fiscalía Descentralizada de General Brandsen, Mariano Sibuet, desea hacerles unas preguntas acerca de la balacera que desataron el 31 de diciembre contra dos policías, en las cercanías de la ciudad de Ranchos.

El hecho ocurrió ese día a las cuatro de la mañana, a la altura del kilómetro 100 de la ruta provincial 20, a sólo tres kilómetros de Ranchos, cuando el policía de origen laosiano Fernando Pengsawath, que tiene 22 años y se recibió hace un año, detuvo la marcha de una camioneta para realizar un control vial rutinario.

En el momento en que el vehículo se detuvo, dos hombres bajaron y dispararon contra Pengsawath y su compañera, Lucrecia Yudati. El primero recibió un balazo en el abdomen y la mujer fue herida en el tobillo. En el mundo del hampa se dice que los que tiran por debajo de la cintura “no quieren matar”, pero en este caso el hombre debió luchar por su vida por el balazo en el vientre, que lo dejó en grave estado.

Tras dispararles a los policías, los Lanatta y Schillaci partieron a toda velocidad hacia Chascomús.

Según una versión lanzada por algunos conocedores del mapa del delito bonaerense, ese tiroteo motivó el abandono del trío de la Provincia, porque dispararles a los policías cortó la cadena de favores que habían recibido de otros uniformados bonaerenses, que no soportaron que tiraran contra los suyos.

En ese momento, el territorio bonaerense se les volvió prohibido, por lo que emigraron a Santa Fe, adonde los ubicó la Agencia Federal de Inteligencia. El resto es historia conocida.

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