El Grupo Fénix apuesta a sumar, sin vetar a los K

El Grupo Fénix apuesta a sumar, sin vetar a los K

Entre el Grupo Fénix y el Grupo Esmeralda decretaron la muerte del Pacto de San Antonio de Padua. Ahora, los primeros apuestan a llevar a todos a la rastra y los segundos, sólo a los peronistas.


Tal como lo anunciara a Noticias Urbanas el intendente Gustavo Menéndez, este miércoles los intendentes que conforman la base del Grupo Fénix realizaron su primera presentación pública, con una recorrida por una fábrica textil ubicada en Merlo. Allí se mostraron optimistas en lograr la unidad -“sin exclusiones”, acotaron- de los 55 intendentes que consiguió el peronismo en la Provincia de Buenos Aires.

En el acto que realizaron el martes en el Hotel NH-City el seis de septiembre último, ya existía la decisión del grupo de intendentes de la Primera Sección Electoral en su mayor parte, de lanzar el Grupo Fénix, que agrupa, por ahora a nueve jefes comunales, que son, además,  Verónica Magario (La Matanza), Ariel Sujarchuk (Escobar), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Ricardo Curutchet (Marcos Paz), Juan Ustarroz (Mercedes), Walter Festa (Moreno), Francisco Echarren (Castelli) y Santiago Maggiotti (Navarro).

Este lanzamiento supone un nuevo desgajamiento del grupo surgido al calor del Pacto de San Antonio de Padua, que fue firmado el 16 de enero pasado, que reunía a los del Fénix y a los del Grupo Esmeralda. Si bien todos niegan la existencia de tensiones y de internismos, todos éstos existen, indudablemente.

Los Esmeralda apoyarían la candidatura de Florencio Randazzo en 2017, en principio y éste no es un tema menor. Además, estos intendentes, mayoritariamente, se plantean dirimir las competencias políticas dentro del peronismo no kirchnerista.

Por el contrario, sus colegas del Fénix se plantean construir una alternativa peronista, pero que lleve a otros posibles aliados en la boleta, en especial kirchneristas y massistas. No hay que olvidar que el dato fundamental que mueve a los Fénix a buscar a los massistas es que gobiernan en 10 distritos, contra 55 de los peronistas y 65 de Cambiemos. El kirchnerismo “puro y duro”, por su parte, gobierna sobre al menos otros 10 distritos y así la matemática se simplifica. Por otra parte, los vecinalistas sólo consiguieron en 2015 vencer en tres distritos.

Empatar o acercarse al empate en el número de comunas para competir con el oficialismo provincial sólo sirve para crecer electoralmente. En cambio, cerrar el sport sólo provocará que los cargos se repartan entre los que ya están, sin permitir el ingreso de nuevas opciones, que abran más posibilidades de sumar. Esta contradicción entre ambos agrupamientos de jefes comunales es la sal de la política.

De cómo se resuelva esa contradicción depende la suerte del peronismo bonaerense. El peronismo se divide por estos días entre “justicialistas puros”, kirchneristas “puros”, peronistas de la diáspora y peronistas en el Pro, una raza extraña, que reivindica cierta pureza “del 45”, pero que responde a un gobierno conservador preperonista.

Entre tantos certificados de pureza, el peronismo del Grupo Fénix apostará a ese realismo impuro natural en el Gran Buenos Aires, que siempre se vio cruzado por la mixtura de razas, por pueblos de todos los orígenes, por movimientos sociales, líneas gremiales de toda laya y por una historia peronista que conoce mucho más de la impureza que de la castidad ideológica. 

En este camino, todos los Fénix que hablaron con la prensa, Menéndez y Nardino, especialmente, se esmeraron en negar tentaciones divisionistas, pero la sola existencia tanto de este agrupamiento como el del Grupo Esmeralda suponen una herida mortal a la existencia del grupo original que conformaron todos ellos el 16 de enero de este mismo año en San Antonio de Padua.

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