Los radicales que estuvieron en Villa Giardino reafirmaron su pertenencia a la coalición Cambiemos y se limitaron, en la superficie, a exigirse a sí mismos más participación en las decisiones gubernamentales. Es que su alianza con el Pro y la Coalición Cívica no se tradujo hasta el momento en un tratamiento igualitario a la hora de tomar las decisiones que afectarán el futuro político de Cambiemos.
De todas maneras, en la trastienda del encuentro se produjeron una serie de especulaciones y discusiones que no serán objeto, por ahora, del escrutinio público. En este trámite, comenzó a tomar cuerpo un Plan B, cuya existencia los radicales no están dispuestos a reconocer en público, al menos por ahora. Paralelamente, su autor, el veterano operador radical Enrique “Coti” Nosiglia, se va convirtiendo de a poco en el estratega que lo llevará adelante.
Nosiglia es el mentor de dos operaciones que apuestan a un futuro post-Cambiemos. Veterano piloto de tormentas, el exministro del Interior ya comenzó a pergeñar la salida del radicalismo de Cambiemos, que culminaría, si todo saliera tal cual fue planeado, con la resurrección de la UCR, sumida en una crisis autodestructiva de la que no puede salir.
Las cosas al interior de Cambiemos no están bien. A pesar de las constantes reafirmaciones de su pertenencia a la coalición que gobierna la Argentina por estos días, los radicales se desesperan por una supuesta impericia en el manejo de la política de la que hacen gala las principales figuras del gabinete. Así como las muestras excesivas de adhesión suenan a falsedad, cuando éstas se repiten demasiadas veces en el corto plazo, en realidad ocultan la disconformidad subyacente de quienes las expresan.
Por esta razón, Nosiglia es, hoy por hoy, el cerebro de la salida a futuro que planean los hombres de la boina blanca. Su primer capítulo se llama Martín Lousteau y el segundo -que recién tomará forma dentro de un tiempo- se llama Alfonso Prat Gay. El embajador en Washington busca competir dentro de Cambiemos en una interna para llegar a la Jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Esta sola actitud -disfrazada como “una competencia democrática”- intenta minar la base de sustentación del Pro, que nació precisamente en la ciudad, desde donde se extendió hasta llegar a la Casa Rosada. El Pro hasta puede perder la Provincia de Buenos Aires, pero jamás su “homeland”, el que queda de este lado de la General Paz.
Por esa razón, el Pro sólo competirá con Lousteau si su triunfo está asegurado. De lo contrario, se les propondrá a los radicales la entrega de algunos lugares en las listas para diputados nacionales y para legisladores porteños y se les negará toda posibilidad de competir por adentro.
Paradójicamente, los radicales necesitan de este enfrentamiento para construir un futuro por su cuenta. A pesar de estar presentes en gran parte del país, su propia crisis interna les impide presentar candidatos propios. En este contexto, la oportuna aparición de los dos jóvenes economistas les resolvió un problema que no tendría solución con figuras propias. De todos modos, derrotar a sus aliados en la ciudad -en una paradójica muestra de antropofagia política- les daría el alimento para encarar su propia reconstrucción, aunque esta empresa también es de final azaroso.
Los radicales dicen por lo bajo que aquí en la ciudad fueron maltratados -destratados, agregan algunos- e ignorados, lo que es aún peor para su orgullo de partido centenario. Desde la calle Uspallata, entretanto, los observan con un ojo en las encuestas y el otro en su propia gestión, que es su forma de hacer política. Los principales voceros del Pro suelen argumentar que ellos sólo pelean contra ellos mismos, que si hacen las cosas bien nadie les puede ganar. De todos modos, no existen las premisas absolutas, por lo que en lo que viene operarán sobre números concretos y no sobre especulaciones.
La otra operación que encara Nosiglia tiene como protagonista a Alfonso Prat Gay, que llegó al gabinete económico con el visto bueno radical. Esta es más reciente, ya que recién sobre el fin del año pasado fue eyectado del Ministerio de Hacienda. Nosiglia quiere mostrarlo -lo hizo en Villa Giardino- y empezar a darle pista para que algún día sea el presidenciable partidario.
Será bueno recordar que desde aquel acto en el que se lanzó FA-UNEN en el Teatro Broadway el 23 de abril de 2014, donde tanto Prat Gay como Lousteau estuvieron en el escenario, junto a Lilita Carrió, Ernesto Sanz, Julio Cobos y otros más, vienen recorriendo todos los escenarios en los que están involucrados los radicales, que los han recompensado ubicándolos en lugares de jerarquía: al primero como ministro de Hacienda y al segundo como embajador en los Estado Unidos de Norteamérica.
Un párrafo aparte merece Coti Nosiglia, el sempiterno “desfacedor de entuertos” de los radicales. Desde el mismo momento en que Prat Gay comenzó su tarea como ministro y logró encontrar una salida al cepo, a la negociación con los buitres y al blanqueo de capitales, empezó a desarrollar su idea de lanzarlo en el futuro como un candidato que permita reunificar al radicalismo y resucitar sus viejas glorias.
El Coti goza de una fama que lo precede desde hace muchos años. Decían los viejos radicales que para alinear a sus correligionarios sólo necesitaba un teléfono y un poco de tiempo. En aquellos tiempos, la fórmula dio resultado, pero hoy son necesarias otras herramientas, que aquel está probando. Nosiglia conoce a Macri desde hace muchos años y plantea que éste -un hombre fogueado en las negociaciones con tiburones- sólo responde a la presión extrema. Sólo así se puede conseguir arrancarle alguna concesión. En este terreno, el propio Lousteau no pudo sacarle demasiado. Macri le contestó, cuando el economista le pidió una oportunidad para competir: “arreglá con Horacio” -por Rodríguez Larreta-, precisamente a quien Lousteau quiere destronar y que, por lo tanto, lo va a recibir sin un ápice de amabilidad.
Convencido de que existe una posibilidad de rearmar la antigua maquinaria radical a partir de la exigua cantidad de gobernaciones que posee hoy -las de las provincias de Mendoza, Jujuy y Corrientes-, Nosiglia lo intentará proyectando las figuras de estos dos extrapartidarios cercanos en lo ideológico al viejo alfonsinismo, es decir, estatistas con un dejo de liberalismo; socialdemócratas pero abiertos al mercado y colmados de inquietudes sociales, pero sin dejar de lado las demandas empresariales.