A pesar de que a algunos de los máximos dirigentes del Pro no les gusta “la política tradicional”, en todos los gabinetes y en todas las instancias partidarias las disputas por los espacios de poder están a la orden del día. Es más el Pro, ya cuando gobernaba la Capital, era famoso por el nivel de interna que tenía dado el tamaño del partido. La ecuación intensidad y tamaño superaba la media.
Por caso, en la pelea contra los docentes, afloraron al interior del Pro algunas diferencias que suelen ser naturales, pero que en este caso, amenazaron con partir el frente del oficialismo, que en las últimas horas parecía haberse recompuesto, aunque las dudas persisten.
En este punto, la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, sostuvo una trifulca con el ministro de Educación nacional, Esteban Bullrich, con quien sostiene una añeja rivalidad. Primero fue la masiva irrupción de “voluntarios” que lideró el teniente coronel retirado Mariano Bronenberg, que desataron una serie de apoyos y repudios que llevaron a la gobernadora a anunciar que los convocaría, pero no para que fueran a las escuelas, sino a que atendieran a los alumnos sin clase en clubes, sociedades barriales y centros sociales.
Luego fue la crítica de Bullrich, que afirmó que “a un docente no se lo reemplaza con un voluntario”, obligando a la gobernadora a dar marcha atrás y efectuar el anuncio desplegado en el párrafo anterior, en lugar de situar a sus voluntarios al frente de las aulas, como se pensó en su gabinete en un principio.
Vidal, en su discurso de apertura del período legislativo de sesiones, le devolvió la gentileza al ministro nacional. Dirigiéndose a los docentes, inquirió con dureza: “¿está bien que nuestros chicos pierdan días de clases porque un ministro que no tiene a cargo docentes ni escuelas y que ya definió un salario básico docente para todo el país, no los convoque, dejando que las provincias, que sí pagamos el salario, que sí tenemos escuelas y estamos dialogando, nos quedemos sin posibilidad de resolver esta discusión?”.
Se sabe, la gobernadora enfrenta a las cámaras con su mejor sonrisa, la llegaron a tratar de Heidi, pero cuando debe dar una discusión suele cargar a paso de batalla y es difícil que algo o alguien logre hacerla retroceder. Es una dama de carácter tormentoso cuando es necesario y predica con sus convicciones y trabajo exigiendo lo mis mo de los demás, dicen aquellos que la conocen.
En cuanto a su relación con Esteban Bullrich, ésta no empezó bien. En 2007 Macri salió electo por primera vez como jefe de Gobierno porteño y, en ese carácter, le ofreció a Vidal la cartera de Desarrollo Social. Pero, en esos días, ella estaba a punto de dar a luz a su tercer hijo, Pedro Tagliaferro, por lo que se decidió que esperara seis meses para asumir su cargo.
¿Quién fue su reemplazante, el encargado de cuidarle el corral? Pues, Esteban Bullrich. Algunos roces hubo en aquel tiempo. Ella quería que Carolina Stanley -una de sus colaboradoras- ocupara un lugar importante, pero él la designó como directora de Fortalecimiento Institucional, en la segunda línea. 1 a 0. El chispazo no fue grande, pero nada terminó de estar bien desde entonces. Cuando ella asumió su cargo, no efectuó el más mínimo reconocimiento para con nadie, sino que se limitó a hablar de lo que iba a realizar en el tiempo que venía, sin mencionar en ningún momento a su predecesor. 1 a 1.
De todos modos, la disputa transcurría -transcurre aún- muy al estilo Pro, con cierta pátina de elegancia.
Dos años después, al resultar eyectado Abel Posse del Ministerio de Educación porteño en los últimos días de 2009 y Bullrich fuera designado para sucederlo en el cargo, cometió otro “pecado”, desde la óptica de Vidal. Designó como subsecretaria de Educación a la enemiga número uno de la gobernadora, Soledad Acuña. 2 a 1.
Para la incipiente campaña que comienza en poco tiempos más -pero que se juega en los despachos oficiales desde mediados de 2016- sugieron múltiples nombres para ocupar las diferentes candidaturas. Uno de los nombres para ser la cabeza de la lista de diputados fue, precisamente, el del actual ministro de Educación. Inmediatamente, al ser consultada la gobernadora, ésta deslizó el nombre de un enemigo reciente suyo, Jorge Macri, que no la ayudó como debiera haberlo hecho en su campaña, porque también aspiraba a ocupar ese lugar.
La mandataria no dudó y opuso el nombre del intendente de Vicente López, el primer armador en obtener resultados que lanzó el Pro a caminar la provincia, en 2004. Su carácter de primer prócer, de primer intendente bonaerense del Pro y de primo del presidente, sumado al apoyo de Vidal, lo elevaron en la consideración del partido amarillo y, hoy por hoy, es casi segura su postulación. 2 a 2.
En este empate técnico, los chisporroteos de estos días con respecto al conflicto docente son sólo una anécdota, ya que ambos “enemigos íntimos” van a terminar tirando del mismo carro a causa de la gravedad del enfrentamiento, en el que se pueden jugar hasta la elección de este año.
También el nombre de Elisa Carrió no seduce mucho (o nada) en La Plata. Si la chaqueña llegara a obtener un buen resultado en octubre, la gobernadora bonarense sumaría una competidora fuerte en un distrito en el cual nadie le hace sombra. No tienen una mala relación personal pero Vidal ya tomó la decsión de evitar su intromisión. “Que discuta con Macri, que él la contiene” acá estamos nosotros dicen en su entorno. Vidal está convencida -y así lo hizo saber el primero de marzo- que ella haciendo campaña podrá sacar a flote la elección. Para ello pidió el voto abiertamente e intentarán trasmitirle esa empatía a candidatos como Facundo Manes o Gladys Gonzáles, además del primo presidencial.
De todos modos, las internas no se acaban allí. Vidal también está enfrentada con el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó, que fue sancionado varias veces en variados estamentos del Pro. Es un hombre que no se calla, que cuestiona las decisiones que se suelen tomar y suele marcarles a los funcionarios con más poder las falencias de la no-política que suele desplegar el Pro. Ni siquiera se calló ante el presidente alguna vez, lo que le valió el destierro de la “mesa chica” del Pro, que duró varios meses. Ahora lo convocaron nuevamente, pero Monzó no se muestra convencido de volver. También Vidal se cuenta entre los que apuestan al ostracismo de Monzó, teniendo en cuenta que éste sólo propone profundizar la relación con los peronistas desencantados.
Ella demuestra que va a pelear por sus lugares, aunque esto le traerá sinsabores en el corto y en el largo plazo. Pero peor sería que no peleara por sus posiciones siendo el mejor proyecto de continuidad del Pro a nivel nacional. De todos modos, sus principales opositores hoy, los docentes, ya sufrieron este viernes la medida más antipática de la mandataria bonaerense. El lunes y marte pararán y les serán descontados 1.300 pesos. Una jugada fuerte de inciertas consecuencias.