Había pedido que todos los asistentes al estadio del Club Arsenal de Sarandí llevaran sólo banderas argentinas y ellos cumplieron. Luego habló ante la multitud, pero dijo todo menos si iba a ser candidata. ¿La razón?: “Vengo a sumarme como una más” o quizás, porque “los partidos hablan distintos idiomas, pero la matemática es una sola y las cuentas no dan”, según explicó a sus seguidores, más interesada en definir una propuesta que en hablar de candidatos.
El estadio tiene capacidad para 40 mil personas y se vio desbordado por la concurrencia. Los veteranos asistentes a los actos peronistas -expertos contadores de gente por metro cuadrado, cuenta a la que agregan otras sumas misteriosas que sólo ellos pueden precisar- evaluaron que “hubo otro estadio que quedó afuera”, por lo que la asistencia se puede evaluar aproximadamente 60 mil personas.
La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue una de las protagonistas excluyentes del acto menos kirchnerista de su historia, otorgando una nueva muestra de que el peronismo se reinventa constantemente, se adapta a las circunstancias y, “last but not least”, de que la adversidad le otorga la ocasión para salir de sí mismo como una crisálida y convertirse en lo que la coyuntura exige.
Aún así, el nuevo movimiento de Unidad Ciudadana que lanzó, se mece en un mar plagado de contradicciones. En primer lugar, es una opción políticamente difusa, que sería lo contrario de la contundencia ideológica que el peronismo enarboló a lo largo de su historia. En segundo lugar, carece aún de una estructura orgánica partidaria que le otorgue la institucionalidad que el peronismo siempre tuvo, es decir, sus “cuerpos orgánicos”. Finalmente, sin ser el peronismo, Unidad Ciudadana se asemeja tanto al movimiento que fundó el General Perón hace 72 años que no se sabe adónde comienza uno y adónde termina el otro. Esto, en los primeros momentos de su existencia, ya que sobrará espacio en el futuro para diferenciarse, para conflictuarse y hasta para enfrentarse. El tiempo dirá.
Una de las novedades, más allá del discurso que pronunció la expresidenta, fue que se trepó a una plataforma desde la cual podía girar (Clinton, Obama, Macri, etc) y mirar de frente alternativamente a todos los concurrentes. De todos modos, el verdadero acto tuvo que ver con el formato que utilizó la expresidenta para golpear sobre el oficialismo: subió al escenario a una treintena de personas que se supone que encarnan un muestrario de los cambios -negativos- que generó el advenimiento del Gobierno que encabeza Mauricio Macri. Cada uno de ellos fue el protagonista del relato que encaró Cristina acerca de sus penurias, que tenían que ver con los principales cuestionamientos que se realizan contra el Gobierno desde el peronismo.
Así, luego de presentar a Guadalupe, Julia y Laura, tres científicas del CONICET que perdieron su beca -una de ellas estudiaba los casos de HIV en el Conurbano-; se sucedieron en el tablado Agustín, un estudiante secundario, que es un testigo cotidiano de la deserción de sus compañeros de aula; Ezequiel, un joven estudiante al que le quitaron el Plan Progresar; Fernando, un estudiante de Historia que teme no poder estudiar más porque su madre perdió el trabajo; Susana, una directora de escuela que da fe de que cada vez aumenta más la matrícula a causa de la deserción de los alumnos de los colegios privados; Luisa, una bibliotecaria a la que antes le pedían libros y ahora le piden comida; María Cañete, que hace 20 años está al frente de un comedor, el cual vio duplicar la cantidad de chicos que asistían, que ahora vienen con sus madres, que a su vez traen los taper para llevar comida para los hombres “que no vienen al comedor porque tienen vergüenza”; Víctor, que llegó desde Solano a quejarse por el tarifazo; Emma, miembro de un Centro de Jubilados, los que sólo pueden utilizar la calefacción dos horas por día, por las altas tarifas; Lorena y Flavia Batistiol, que buscan a sus padres desaparecidos y a un hermano o hermana que nació durante el cautiverio de su madre, ocasión en la que la expresidente cuestionó el 2×1.
Luego desfilaron por el escenario Agustín, un comerciante al que perjudicó seriamente la suba de tarifas; Norma, una pensionada que tiene siete hijos a la que en su comercio le subieron la tarifa de luz desde 300 a 5.000 pesos; Verónica, una empresaria titular del Frigorífico Pilar, que en 2012 exportaba y tenía 50 trabajadores, de los que quedan sólo 17. Luego fue el turno de otra empresaria, Karina, que fabrica microenvases, que aguanta la crisis sin despedir a sus trabajadores; Alejandro, propietario de una panadería, que debió vender sus máquinas para pagar a sus trabajadores y ahora quedó sumergido en una economía de supervivencia; Bárbara, una trabajadora del calzado que trata de paliar la crisis que envuelve al sector; Adrián, presidente de una cooperativa que opera una empresa recuperada, que sufrió doblemente el tarifazo – pagaban 16 mil pesos de luz y ahora pagan 70 mil- y la apertura de las importaciones en su rubro de trabajo.
Luego, sobre el final, la expresidenta presentó a Pablo y Graciela, que trabajan la tierra plantando tomates, lechuga y morrones. Ambos son bolivianos y mientras él estudia agronomía, ella, ante la crisis, sobrevive con el cobro de la Asignación Universal por Hijo. Para un final algo caótico quedaron Fabián y Claudia, él remisero y ella, que posee una tienda de ropa que vende sus productos por una conocida red social de Internet y otras víctimas de una crisis que Cristina adjudicó a las políticas del Gobierno nacional.
Antes de llegar a estas presentaciones, Cristina comenzó manifestando su satisfacción por tener la oportunidad de “vernos, escucharnos y sentirnos” en tiempos en que el Gobierno tomó deuda a pagar en 100 años, aunque al comenzar a escucharse desde la multitud un atronador “hijo de p…”, ella frenase a los asistentes al acto expresando que “no hay que insultar ni agraviar, pongamos la energía en organizarnos”, como antesala de la convocatoria “a la Unidad Ciudadana de todos los argentinos y de todas las argentinas”.
Seguidamente, la expresidenta definió que “el neoliberalismo no es una cuestión de partidos políticos. Cuando recibimos las facturas delirantes no preguntan de qué partido es cada uno, no vienen con el escudo radical ni peronista, sino con el de Edesur”.
En cuanto a su propuesta política, Cristina manifestó su aspiración a “representar los intereses de hombres y mujeres de carne y hueso”, que son las víctimas de todas las políticas del neoliberalismo.
En ese momento comenzó a escucharse el cántico de la multitud: “Cristina Senadora”, a lo que ella contestó con una negativa a definirse, que sólo atizó a la concurrencia a redoblar la apuesta y cantar: “Cristina Presidenta”. Allí, la exjefa de Estado respondió que “nunca arrebaté los cargos a nadie, ahora vengo a sumarme como una más”, recordando que “a todos los cargos me llevaron ustedes”.
Luego agregó que “vengo a sumarme a este espacio porque esta preocupación, esta tristeza por lo que ocurre, me conmueve”, fundamentándolo en que “no me parece justo que nos hayan desorganizado así. Han venido a romper”, aseveró el tono. “La gente tenía proyectos”, agregó, elevando el tono. “El problema que tenemos es que con ellos no tenemos futuro”, aludió, sin nombrar a sus adversarios políticos. Su apelación fue pedir que “es necesario poner un límite a tanto disparate”.
Rodeada por más de 40 intendentes bonaerenses, con los que construyó una alianza que se manifestará el 13 de agosto y el 22 de octubre próximos, la exmandataria manifestó que “la Unidad Ciudadana debe representar a todas las voces”, antes de proceder a la presentación de quienes considera esas voces ya descripta anteriormente.
Luego de la exposición de las personas a las que caracterizó como la expresión de la sociedad, la expresidenta manifestó que “esto hay que solucionar. Hay que volver a reorganizar la vida de los argentinos”, para expresar a continuación que “podés tener coaching, discursos guionados y carita de buena, que a mí no me sale”, alegando que de nada sirve todo eso si no es para resolver esos problemas.
Para el final, es necesario decir que el acto fue un lanzamiento de campaña, lo que contestaría a la gran pregunta que se hace todo el mundo, desde el peronismo y desde Cambiemos, acerca de si la expresidenta presentará o no su candidatura. Lo que queda por saber son los nombres de quienes será sus acompañantes y de cuál será el grado de deserciones dentro del peronismo. Es tradicional la existencia de disidentes peronistas, la pregunta es el volumen del “no” interno. Antes, en su discurso, Cristina había asegurado que “le voy a poner el cuerpo” a la situación que se vive. Si es una pista, se verá, pero parece verosímil adelantar su postulación.