En estos tiempos de residencia en el llano -un trauma para todo peronista que se precie de tal- los gobernadores justicialistas se encuentran moviendo sus piezas, en primer lugar para consolidar su poder en las elecciones legislativas de noviembre y, en segundo término, para continuar inmediatamente con el armado de la Liga de Gobernadores Peronistas, que es el instrumento que desde 1983 les permitió negociar en bloque con el Buenos Aires unitario, que siempre les aminora la coparticipación federal. La Liga fue, además, la herramienta mediante la cual accedieron al poder en 1989, en 2001 y en 2003.
En ese sendero escabroso, se vienen produciendo una serie de agrupamientos, reacomodamientos y contactos laterales que van delineando progresivamente el futuro de sus esfuerzos. Hoy por hoy, los líderes de la reconstrucción de la Liga son Juan Schiaretti, Domingo Peppo, Sergio Uñac y Gustavo Bordet, aunque el primer aspirante a liderar el grupo fue el salteño Juan Manuel Urtubey, que en estos días comenzó a desandar el camino fallido que el año pasado lo acercó demasiado a Mauricio Macri.
En efecto, Urtubey perdió terreno en la interna de los mandatarios provinciales a causa de su oposición “light” al primer mandatario, que lo enemistó con sus colegas, algunos de los cuales fueron perjudicados con dureza en el reparto de los fondos coparticipables. Su estrategia de erigirse en el líder de la segunda renovación peronista y de sostenerse a la vez, como el garante de la gobernabilidad, entró rápidamente en crisis y terminó enemistándolo tanto con sus amigos como con el Gobierno nacional.
Los gobernadores, incluso lo acusaron alguna vez de “hacer macrismo en Buenos Aires y antimacrismo en Salta”, en reproche a su doble juego. Pero ahora todo cambió. La cercanía con Cambiemos ya no rinde los mismos dividendos, menos aún ante la cercanía de una elección en la que se juegan posiciones de poder.
Pero las cosas cambian y por esta razón, los diputados nacionales salteños ya comenzaron a “poner palos en la rueda” a algunos proyectos que bajaron desde la Casa Rosada.
En primera instancia, el diputado Néstor David fue el principal detractor del Artículo 37 de la Ley de Responsabilidad Empresaria, mediante el cual el Poder Ejecutivo hubiera logrado el control del flujo de información que hubiera aportado Odebrecht sobre las maniobras de corrupción en las que se vio involucrada. En su alocución, David enumeró uno por uno todos los casos de corrupción que salpican al Gobierno nacional.
Otro miembro de la escudería salteña, el diputado Pablo Kosiner, fue el autor del proyecto por el que el Bloque Justicialista que pidió un informe detallado sobre los antecedentes judiciales que enmarcan el proyecto de expulsar a Julio De Vido de la cámara baja, con la intención de abortar la jugada del oficialismo. La operación de los salteños no tuvo que ver con su ansia de protagonismo, sino que respondió a las directivas del gobernador, que los mandó a jugar en el terreno poco habitual de la controversia.
El tercer punto fue la crítica que esbozó el propio gobernador salteño al proyecto del Gobierno de derogar el sistema de elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. “Sería un retroceso enorme en la democratización de la Argentina”, disparó Urtubey que, de todas maneras, ni para romper lanzas abandona su proverbial tono apacible. De todos modos, los gobernadores están convencidos de que la derogación de las PASO tiene como único objetivo desmantelar la mejor herramienta que tendría el peronismo para dirimir sus internas en las próximas elecciones.
Estas movidas fueron el prolegómeno del intento de Urtubey de volver a los primeros planos, una posición que resignó a manos de algunos de sus colegas, en especial, de “los jóvenes turcos”, Uñac y Bordet. El salteño -aunque ningún conflicto lo llevará tan lejos como para dinamitar los puentes- ya no volverá a ser bien recibido en la Casa Rosada ni, en especial, en la Quinta de Olivos. Su destino volverá a estar ligado, por lo tanto, a los avatares del peronismo. Ése fue el destino por el que optó, finalmente.