Moyanistas y K dialogan mirando al futuro

Moyanistas y K dialogan mirando al futuro

La situación promovió diálogos imposibles tiempo atrás. La convicción es que nada sobra y que la dispersión sólo le sirve a Cambiemos.


La política no es sólo una ciencia, ni una colección de planteos teóricos llenos de citas académicas y de alusiones a la historia pretérita. El líder de la revolución china Mao Tsé Tung (o Mao Zedong, como se lo llama en el dialecto chino que se utiliza en estos tiempos), por el contrario, reclamaba el maridaje entre la teoría y la praxis, entre la academia y la calle, entre los libros y la resolución práctica de los problemas que aquejan a las personas de carne y hueso.

Esto viene a cuento porque en el camino sinuoso del análisis político muchos teóricos suelen olvidar que los hombres y a las mujeres de carne y hueso, que son el objeto de la política, muchas veces son sus víctimas y no sus beneficiarios.

El lunes último, la expresidenta de la Nación y candidata a senadora por Unidad Ciudadana, Cristina Fernández de Kirchner, publicó una carta abierta que tenía como objetivo convocar a la unidad de todo el peronismo, pidiendo que se unificara el voto opositor en la boleta de Unidad Ciudadana, que ella misma encabeza. En sus consideraciones, alegó que ése es el único “instrumento” para trazar un “límite” al “gran ajuste” que propondría Mauricio Macri si ganara el 22 de octubre próximo.

La respuesta de los dos candidatos más cercanos al peronismo que la enfrentaron -Sergio Massa y Florencio Randazzo- fue lapidaria. Ambos rechazaron la convocatoria en términos casi injuriosos hacia la expresidenta, llegando el segundo de los nombrados a acusarla de haber sido la responsable de la derrota de la boleta que encabezó Daniel Scioli, el 22 de noviembre de 2015.

En el PJ, el cambio es la unidad

Los dirigentes que conforman el Movimiento Obrero, por el contrario, que siempre se caracterizaron por su prudencia política y, en especial, por su pragmatismo, comenzaron hace algún tiempo a plantear que la unidad es el camino a la victoria y que la dispersión en la que quedó sumido el peronismo es el itinerario más corto hacia la derrota en 2019 y esto supondría la profundización de la ruta hacia un profundo quiebre en el Movimiento Obrero, si Macri lograra imponer la reforma laboral que planea.

En este sendero, el triunviro de la CGT, Héctor Daer, planteó en los primeros días de la semana que “hay sectores en el Gobierno” que buscarán después de octubre “la destrucción de los derechos laborales”, razón por la cual apoyará en la elección parlamentaria “al que más fuerza le haga a Cambiemos” dentro del peronismo bonaerense, en lo que fue interpretado como un guiño -por ahora tácito- hacia la expresidenta de la Nación.

Daer no se quedó allí. “A mis compañeros les digo que no voten en contra de sus intereses“, agregó, para lo cual aseveró que “es imprescindible que el peronismo se unifique sin imposiciones”, porque “hay sectores en el gobierno que vienen con una voracidad muy grande, porque creen que es su momento político para ir en busca de la destrucción de los derechos laborales“.

Pablo Moyano, uno de los referentes más aguerridos del Movimiento Obrero, no sólo por sí mismo, sino también por portación de apellido, señaló, alarmado, que “hay intentos de flexibilización laboral apoyados por este gobierno de empresarios“, quejándose porque “esto es peor que lo de los años ’90“.

Por otra parte, el titular de la Unión Obrera Metalúrgica, Antonio Caló, mudó su apoyo desde Cumplir hacia Unidad Ciudadana. “Los compañeros peronistas tienen libertad de acción para elegir a quién más les guste. En el caso nuestro, quien nos representó fue Randazzo“, adelantó, aunque luego expresó que “ahora, si los compañeros ven que el voto útil está en otro lado, lo pueden hacer“, para lapidar finalmente que “lo quiero mucho al Flaco Randazzo, pero quiero que Taiana sea senador, porque no sería un senador más. Yo quiero que sea Taiana“, planteó. “No es lo mismo para mí que Taiana sea senador a que haya otro senador que no sea del Partido Justicialista”, remató con contundencia.

Como cierre de una etapa -recién ahora están comenzando las negociaciones en serio-, el lunes último se realizó un acto en el que la Mesa de las Agrupaciones Peronistas de la Ciudad de Buenos Aires (ASPECBA) expresó su adhesión a las listas de Unidad Porteña, que encabezan Daniel Filmus y Mariano Recalde. El encuentro se llevó a cabo en la sede porteña de la Unión Obrera Metalúrgica ubicada en el barrio de Once.

En el acto, Filmus expresó -imbuido del espíritu del acto- que “los integrantes de Unidad Porteña nos comprometemos a nunca levantar la mano para votar en contra de los derechos de los trabajadores“, sintetizando su accionar futuro, ya que él mismo ingresará a la Cámara de Diputados y allí se librará una de las batallas fundamentales de la Reforma Laboral que planteará el Gobierno después de octubre.

Si ocurre lo impensado, todo es posible

Todas estas declaraciones, en realidad, expresan en la superficie los sismos que conmueven al Movimiento Obrero, que bulle de actividad. También trascendió la noticia -confirmada a través de fuentes de ambos sectores- de que existen reuniones, reservadas por el momento, entre el moyanismo y el kirchnerismo, en las que se está comenzando a pergeñar el post-octubre. En ellas, ambos sectores comenzaron a deponer algunas diferencias que los separaron en el pasado, para lograr acuerdos básicos. Las estrategias que se están consensuando trascienden las elecciones de octubre y no está ausente en las evaluaciones la fuerte “blitzkrieg” sobre los derechos laborales -la popular “flexibilización”- que planea el Gobierno para el caso de que fuera favorecido por el voto.

Uno de los artífices de los encuentros entre los antiguos enemigos fue el líder del gremio bancario, Sergio Palazzo, que intenta de esta manera superar la paradoja de su adhesión al radicalismo. Cristina, en las conversaciones previas se mostró siempre proclive a restablecer su relación con el titular de los Camioneros. Por contrapartida, desde el moyanismo aseguran que, aún si perdiera, la exmandataria sigue liderando a un sector importante del peronismo, con el cual -sí o sí- tendrán que sentarse a hablar rumbo al 2019. La ecuación es simple: sin el peronismo, “ella” no puede ganar, pero sin el kirchnerismo “ellos” tampoco podrían imponerse en el futuro. Como la política no es amor, si logran acuerdos básicos estos viejos enemigos podrían encarnar un anticipo de lo que vendría después.

Este nuevo escenario incluirá a múltiples actores, por lo que es dable suponer que ni el moyanismo ni el kirchnerismo se representan sólo a sí mismos. A través de ellos se expresan varios actores que juegan su partido y observan con atención las negociaciones que ya están en curso, en especial los gobernadores, aunque no sólo ellos. Todos los caudillos provinciales -el peronismo es gobierno en 16 provincias, en sus distintas acepciones- miran también el panorama con el interés debido. Si prosperaran estas conversaciones en acuerdos políticos, nada del resto es imposible. Lo único que conspira contra las posibilidades del peronismo es la dispersión. Si el PJ lograra desarrollar un proceso de unificación de sus numerosas -y muy dispersas- expresiones políticas, ganar no sería una utopía.

Para finalizar adonde empezamos habría que volver a Mao. Para que esto ocurriera sería necesaria casi una Revolución Cultural como la que agitó a la República Popular China entre 1966 y 1976. El problema es que en ésta fueron fagocitados  muchos dirigentes del antiguo régimen chino, una situación que podría repetirse en algunas provincias de la lejana Argentina, en las que aún hay mucho por renovar.

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