El barrio porteño de La Boca siempre fue caracterizado como uno de los puntos más turísticos de la Ciudad. Sus coloridas paredes, los sonidos del tango en sus alrededores y el popular Caminito, hicieron la contradicción de pobreza que rodeaba la zona albergada por viviendas obreras, edificios históricos, inseguridad y cantinas italianas.
De acuerdo a un artículo publicado por el medio “Cohete A la Luna”, con el gobierno de Mauricio Macri “la zona está siendo arrasada por la especulación inmobiliaria en detrimento de los pobladores genuinos del barrio que sufren la amenaza con la que convive quien no nace en la abundancia: ser expulsado por la riqueza especulativa hacia ninguna parte”.
A lo largo de la década de ’70 La Boca sufrió distintas políticas que afectaron el carácter industrial de algunas de sus zonas, “dando inicio a un proceso de deterioro de las condiciones sociales y económicas de las familias del barrio”, explicó el artículo. Y agregó que “un nuevo código de planeamiento restringió la instalación de actividades industriales y, simultáneamente, se promovió la creación de parques industriales en el área del Gran Buenos Aires”.
Por otro lado, indicaron que “el gobierno macrista, perteneciente a la clase empresarial inmobiliaria, tuvo otros planes para el barrio desde el inicio de su gestión. Eran, como siempre, negocios para los amigos disfrazados de políticas públicas. En el contexto del capitalismo financiero del nuevo milenio, los gobiernos de Macri-Rodríguez Larreta y sus adláteres como Riva, Angelici, Elsztain o Nicky Caputo adoptaron decisiones para fortalecer los negocios inmobiliarios y favorecer la expulsión de las familias del barrio. El valor cultural y ambiental subvertido en un recurso para aumentar la rentabilidad del capital inmobiliario”.
Las medidas fueron: la creación del Distrito de las Artes, del Polo de Desarrollo Urbano en la Isla Demarchi, la urbanización y venta de los predios conocidos como Catalinas Sur 2 y la venta de los predios de Casa Amarilla al Club Atlético Boca Juniors. También se suma la no navegabilidad del Riachuelo y su saneamiento para llevar a cabo negocios inmobiliarios y la elaboración del Nuevo Código Urbanístico para la Ciudad.
Por último, el escrito detalló que “la Boca está siendo colonizada por la clase especulativa, con grandes proyectos inmobiliarios que avanzan sobre el barrio por el norte, el sur, el este y por sus avenidas principales, modificando toda su fisonomía y su identidad social y cultural. Luego de cien años sigue luchando por el derecho a la vivienda y al hábitat adecuado, y resistiendo heroicamente los intereses inmobiliarios”.
A este artículo se suma en el mismo sentido un trabajo presentado por el Observatorio del Derecho a la Ciudad.