Más allá de las acusaciones que pesan sobre Marcelo D’Alessio, una de las derivaciones que surgió del estudio de sus movimientos fue el contacto fluido que sostenía con algunos periodistas, de los que solía ser una fuente informativa aparentemente segura en materia de narcotráfico y espionaje.
Para el juez de Dolores Alejo Ramos Padilla -que procesó a D’Alessio por “asociación ilícita por extorsión” contra el empresario agropecuario Pedro Etchebest-, éste exhibía fluidos contactos con cuatro periodistas: Daniel Santoro, Rolando Graña, Eduardo Feinmann y Rodrigo Alegre. Aunque no acusa a éstos de cometer ningún delito, el juez dejó en claro que su “responsabilidad o no dependerá del grado de conocimiento que pudieran tener acerca de la maniobra de espionaje en la que se los hacía participar“.
Luego, el magistrado aclaró que “para que quede claro, no se pretende aquí tampoco cuestionar la actividad investigativa del periodismo sino solamente resaltar el nivel de coordinación entre todos los actores, cada uno en su rol específico para lograr un fin. Se deberá evaluar e indagar, en cada caso concreto, el grado de conocimiento que pudieran tener cada uno de los actos del plan ilícito que llevaba adelante D’Alessio con la posible anuencia del sr. Fiscal“.
El magistrado estableció estas salvedades tomando como base las escuchas que grabó Etchebest, en las que D’Alessio apareció en varias ocasiones alardeando de sus contactos con algunos periodistas. Incluso le envió algunas fotos en las que se lo veía en la casa de Daniel Santoro, tocado con un gorro de piel ruso.
En ese terreno, Ramos Padilla transcribió una conversación en la que D’Alessio “le anuncia además a Etchebest, haciendo gala y alarde de sus múltiples vínculos, que a las 20.30 hablará en el programa televisivo del periodista Eduardo Feinmann y le envía una captura de pantalla del intercambio de mensajes con quien se encuentra registrado en su teléfono como Feimann X”.
Luego, el juez relató que “en efecto, esa misma noche Marcelo D’Alessio fue presentado en el noticiero nocturno conducido por el referido periodista en el canal A24 para hablar sobre las presuntas maniobras de lavado de activos en PDVSA Argentina que había denunciado Gonzalo Brusa Dovat. Nuevamente envió a Etchebest una fotografía ilustrativa. Al día siguiente debían viajar a Mar del Plata en busca del dinero exigido al denunciante, encuentro que sería dos veces postergado”.
Ramos Padilla evaluó a continuación la manera en que “culmina la operación exitosa de D’Alessio en este caso, para la que utilizó toda su experiencia, sus vínculos con periodistas que —con conocimiento o no— de la maniobra previa y el Fiscal Carlos Stornelli —que sí la conocía—, pudo concretar, a través de la inteligencia previa y la información sensible que había obtenido sobre su vida privada, la composición de su familia, su domicilio, sus antecedentes laborales que poseía, relacionada con el declarante, y la operación psicológica coactiva de “ablande” para “convencerlo” de declarar”.
El juez encadenó el intento de extorsión del acusado con “el mecanismo de espionaje ilegal mediante el cual, D’Alessio —junto con otras personas posiblemente ligadas a agencias de inteligencia— logra su objetivo en coordinación con otros actores“, que en este caso serían los cuatro periodistas mencionados.
El último capítulo -hasta ahora- que escribieron los periodistas no deja muy bien parada a la ética de algunos de quienes ejercen la profesión. En un programa televisivo en el que uno de los mencionados forma parte del panel, algunos de sus compañeros -es un decir- le fueron reprochando uno a uno el hecho de que éste les hubiera presentado a D’Alessio, que tiempo antes había concurrido al show de noticias como entrevistado, dejándolo expuesto de una manera impiadosa.
Finalmente, días después del estallido del escándalo, otro de los periodistas mencionados, Rolando Graña, terminó revelando más aspectos del modus operandi de esta curiosa justicia que utiliza métodos de los servicios de inteligencia.
Después de quejarse de que el juez esgrimía “una teoría un poco conspirativa”, reveló que “en la mención de la resolución aparezco porque le presenté a un directivo de PDVSA Argentina, Gonzalo Brusa Dovat. Fue el propio exdirectivo quien me buscó a mí. Me encontró en un café de una esquina de la Avenida de Mayo y dijo que temía por su vida, que lo habían amenazado y que creía que eran los servicios bolivarianos. Yo le ofrecí presentarle un abogado que tenía vínculos con la embajada de Estados Unidos para que tuviera una forma de judicializar esto y que le pusieran custodia, ese era D’Alessio“, finalizó, aunque sin explicar en detalle el tema de los vínculos entre D’Alessio y la embajada.
Luego Graña relató que D’Alessio conectó a Brusa Dovat con Santoro y con Feinmann, haciendo la salvedad de que “yo no lo saqué, pero sí lo presenté”. Luego siguió explicando que “a lo largo de estos años él (D’Alessio) me pasó datos de cosas que tenían que ver con investigaciones de narcotráfico que para mí fueron confiables y luego se corroboraron. No tenía ningún motivo para desconfiar de él como fuente”, aclaró.