En los últimos días, el precandidato del Frente de Todos, Alberto Fernández logró introducir la problemática económica y social en una campaña que parecía transcurrir en un país sin problemas. De esta manera le cambió la cara al último tramo del período electoral prePASO.
Tras la impactante afirmación de que dejaría de pagar los intereses de las Leliq’s para aumentarles a los jubilados, Fernández abandonó la “campaña defensiva” para pasar a instalar su propia agenda en los medios, que hasta ese momento lo consideraban –erróneamente- más un apéndice de Cristina Fernández de Kirchner que un candidato con vuelo propio.
Recién a partir de ese momento –lo dijo el 27 de julio-, la campaña de la coalición opositora comenzó a tomar vuelo. Cualquier estratega de una campaña dirá que, más que el adversario, el peor enemigo de un candidato es la mediocridad, la trivialidad.
“Peronizar” la campaña era la prioridad para el campamento de Fernández. Discutir temas como seguridad, moral, corrupción y buenas costumbres, que nunca fueron parte del acervo peronista, es una pérdida de tiempo para los estrategas del exjefe de Gabinete de Kirchner. Los herederos de Perón sólo se sienten cómodos en los temas que le dieron origen al movimiento, que forman parte de su mejor historia.
Por esta razón, de ahora en más, el discurso de la campaña girará en torno a esos temas: los jubilados, el empleo, la inclusión, los derechos y el federalismo.
Fernández abandonó la “campaña defensiva” para pasar a instalar su propia agenda en los medios, que hasta ese momento lo consideraban –erróneamente- más un apéndice de Cristina Fernández de Kirchner que un candidato con vuelo propio.
Si el Frente de Todos lograra imponer esta agenda como la prioritaria para el 27 de octubre, el terreno se volvería árido para el oficialismo, empeñado incompresiblemente en poner el acento en los temas municipales, en medio de la aguda crisis social que los mantiene a la defensiva. En ese marco se produjo el insulto al aire de Macri, empeñado en resaltar la obra del Arroyo Maldonado, que fue realizada cuando era jefe de Gobierno porteño y que repercutió con fuerza en los medios.
En los actos de cierre de la campaña en Rosario –al momento de escribir estas líneas, este cronista ya recibió las primeras fotos de la prensa del FdT-, Fernández intenta destacar otro tema que le interesa al peronismo en la coyuntura, que es el federalismo, siempre pivoteando sobre los temas de agenda en los que el oficialismo se ve debilitado. Esa y no otra es la razón del acto de firma del Acta de Compromiso Argentina Federal, durante el cual afirmó que quiere ser el presidente “de una gran Argentina”, trabajando codo a codo con los gobernadores.
Además, al precandidato peronista prometió que “la Argentina que viene va a ser gobernada con 24 gobernadores y un presidente y entre todos vamos a dar vuelta la Argentina. Quiero ser el presidente de una gran Argentina” y finalizó manifestando que “quiero una Argentina integrada, donde todos puedan nacer, crecer y desarrollarse donde han nacido, una Argentina que deje de desarrollarse en torno al puerto de Buenos Aires”.
Los próximos pasos de Fernández lo llevarán a Córdoba, adonde espera que Schiaretti lo beneficie con la indiferencia, ya que le brindó un insólito apoyo a Macri al decidir que el “cordobesismo” vaya con boleta corta, sin presidente. Esta decisión puso en dificultades a su propia fuerza, Hacemos por Córdoba, que no superaría los 23 puntos en el mejor de los casos y lograría elegir apenas a dos diputados.
Por esta razón, Fernández sólo puede esperar, como máximo, que Schiaretti no explicite en palabras su apoyo al actual presidente, que superaría a los Fernández por 20 puntos en la primera vuelta, muy lejos de los 33 puntos con los que superó a Daniel Scioli en la primera vuelta de 2015.
Para desarrollar una buena performance, el Frente de Todos debe superar sus números de la primera vuelta de 2015, cuando el Frente para la Victoria le ganó a Cambiemos por apenas 700 mil votos, que equivalieron a menos de tres puntos.
En los cinco distritos más importantes, que concentran a cerca del 60 por ciento del electorado, Daniel Scioli se impuso solamente en la Provincia de Buenos Aires, por 4,5 puntos. Luego, Macri ganó en Ciudad de Buenos Aires, en Córdoba, en Santa Fe y en Mendoza, abriendo el camino a la victoria de Cambiemos.
Los sondeos de opinión 2019 le dan hasta ahora la victoria a Macri en la Ciudad de Buenos Aires, en Mendoza y en Córdoba, aunque en esta ocasión, por una ventaja mucho menor. Por de pronto el presidente se encuentra muy lejano a repetir la ventaja de 33 puntos conseguida en Córdoba y los nueve puntos y medio de Mendoza. También estaría cerca de repetir los más de 25 puntos de CABA. Santa Fe sería para el FdT, impulsado por el triunfo de Omar Perotti.
La incógnita sigue estando en la Provincia de Buenos Aires, que le entrega hasta hoy una clara –aunque no holgada- ventaja a Axel Kicillof por sobre María Eugenia Vidal. De la ventaja que consiga el/la ganador/a depende la suerte de Alberto Fernández y de Mauricio Macri.
Nada menos.