Mientras Alberto Fernández piensa en una reapertura controlada tras los días más duros del ataque del Covid-19 –que nadie sabe con seguridad si ya son parte del pasado-, sus hombres planifican la salida social tras el aislamiento.
La economía está en manos de Martín Guzmán, pero en el Gran Buenos Aires, el corazón de la Argentina industrial que piensa el presidente, la situación social es explosiva. Alguna vez, un analista político comparó a esta región con “las estepas rusas”, dada la aridez política que encarna para cualquier referente no peronista –o radical- que intente hacer pie en ella esta tierra en la que la pobreza lastima y una extendida violencia que proviene de la noche de los tiempos, mata.
Hay tres estamentos sobre los que reposa la estrategia de contención que está pensando Fernández. El primero son los intendentes, el segundo, son los movimientos sociales y el tercero son los sindicatos.
Estos tres sectores tienen en común, en primer lugar, que todos manejan presupuestos propios. Además, todos ellos tienen distintos niveles de inserción en los territorios, que es la base de tod estrategia peronista.
Los intendentes son los más ecuménicos. Son el Poder Ejecutivo de su región, por lo que deben lidiar con todos los sectores: los comerciantes, los industriales, las fuerzas vivas y los conflictos barriales. Los movimientos sociales, por su parte, se basan en su inserción territorial, por lo que los conflictos barriales los tienen a menudo como protagonistas, cuando no como promotores. Con los intendentes sostienen, desde su conformación, relaciones de amor-odio, aunque uno de los grandes aportes que éstos le dieron al Frente de Todos –muchos de ellos se unieron a éste- fue la cohesión electoral que le brindó a la fórmula Fernández-Fernández para que llegaran al poder. Para ello, debieron limar sus diferencias con los intendentes, porque sino el triunfo del FdT se hubiera visto comprometido.
La inserción barrial de los movimientos sociales es una herencia de la militancia de los 70. En ese tiempo, todos los sectores de la Juventud Peronista, que incluían, entre otros, a la JP Regionales, Juventud Peronista República Argentina (JPRA), Guardia de Hierro, Comando de Organización (CdeO), Movimiento Revolucionario Peronista (MRP), Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR-17), Juventud Encuadramiento-Demetrios y la Juventud Argentina para la Emancipación Nacional (JAEN), encararon con mucha seriedad el “laburo de base”, que consistía en abrir Unidades Básicas en todas las barriadas obreras y de clase media baja.
La función de “correa de transmisión” de las demandas de los barrios le permitió tanto a Héctor J. Cámpora como a Juan Domingo Perón contar con una precisa información que “subía” desde los cordones del conurbano de las grandes ciudades para diseñar políticas. Precisamente, esa militancia fue la que con más ahínco se empeñó en destruir la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina.
En el presente, el accionar los movimientos sociales reemplazó a aquellas estructuras para ser la correa de transmisión de los conflictos que dejó la administración de Mauricio Macri y que deberán ser resueltos por el peronismo para no desaparecer.
El tercer eslabón de esta cadena, los sindicatos, también poseen una fuerte estructura territorial y cuentan además con sistemas de atención de la salud que resuelven la mayoría de los problemas, entre una salud pública devastada y un sistema privado que sólo se dedica a embolsar ganancias, que sólo se muestran preocupados en mejorar su hotelería para aumentar su recaudación.
El peronismo que viene –la pandemia cambiará el mundo y, por lo tanto, también cambiará a la Argentina- profundizará su inserción social y su accionar en el terreno de la reivindicación de los olvidados del capitalismo, sin llegar a cuestionarlo como sistema.
En ese delicado equilibrio, la ruta de salida a la crisis económica y social que dejó atrás de sí Mauricio Macri, que la pandemia agravó hasta límites desconocidos, Alberto Fernández deberá caminar sobre una soga muy inestable.
Sin aliados, no podrá. Y éstos son los primeros que le darán solidez a su propuesta política.