La convulsión social que azotó a la ciudad de Buenos Aires en los últimos días del pasado año, con el saldo de muertos y heridos que enlutó a la Capital argentina, debe haber provocado un gran desgaste de los funcionarios de justicia de la ciudad, que desafiando la orden del Jefe de Gobierno de mantenerse en sus despachos, viajaron a la tierra de sus raíces en busca de un descanso reparador.
Pero antes de irse tuvieron tiempo para desarmar la estructura de mediación comunitaria de la ciudad, suspendiendo los contratos de los mediadores y bajando de nivel a la misma, a cargo de la Licenciada Alicia Caruso. Desde allí se resolvían conflictos en toda la ciudad utilizando los Centros de Gestión y Participación como sede ante los reclamos vecinales. La inconsulta medida, que sorprendió al mismísimo Ibarra -que prometió tomar cartas en el asunto-, dejó pendientes doscientas mediaciones, muchas de ellas en el tramo final, ya que estaban en la segunda o tercera audiencia de conciliación.
La estructura contaba con 51 mediadores y un número variable de pasantes de la Universidad de Buenos Aires. Ante la necesidad de reducir el presupuesto del área, se había hablado de reducir los salarios -contratos- de los mismos, para poder continuar con lo que hasta allí era una exitosa experiencia. Pero ni Suárez Lastra ni Zbar, de quién pasó a depender el depuesto programa, pensaron en una solución y decidieron dejar "colgado" a todos los mediadores y obviamente sin estructura de trabajo al programa de Mediación Comunitaria.
"En febrero lo arreglamos" dijo Zbar antes de partir, por lo que las mediaciones deberán esperar -en el mejor de los casos- a que los funcionarios terminen las vacaciones, este año con sabor a fruta prohibida.