La política porteña y su miedo al cambio

La política porteña y su miedo al cambio

Las elecciones comunales podrían romper una tendencia que tiene 15 años de historia: esa que dice que el norte es liberal, el centro progre y el sur peruca. Contra los aires de renovación vecinal, atenta que se hagan en 2011, un año electoral.


La cosa es así. Había un tipo al que le gustaba levantarse por la mañana y, antes que nada, antes que ir a mear, lavarse los dientes o la cara, iba a la cocina y se comía una marinera con dulce de leche y mendicrim. Lo hacía siempre, de forma casi sistemática, todos los días (aunque a veces hundía una porción de pizza vieja en café, que siempre había en la cafetera). Después tenía una vida sin extravagancias, tan simple como la ropa que usaba: una camisa celeste, un pantalón de gabardina color caqui y unos zapatos marrones, feos. Y también la corbata. Un oficinista de Montecastro. Separado, quizá, pero en pareja y con ocasionales amantes. Un tipo que hizo siempre lo mismo. Nunca le gustó el pescado, y ni le hablen de mariscos. Que por lo menos una vez por semana juega al fútbol como el crack viejo del Ángel Gris de Dolina, ese que llega tarde siempre a todos lados. Y que con el paso del tiempo mantuvo, inquebrantable, su forma de pensar la vida, la realidad y la política. Este tipo, digamos que se llama Ezequiel, votó siempre al partido ?casi siempre el mismo? que hablaba desde un cierto perfil progresista, con la retórica de las formas institucionales y los valores de respeto y libertades democráticas. No se calentaba demasiado por los candidatos.

Y Ezequiel escuchó, muchas veces, que la representación tradicional de la política estaba en crisis con la crisis (valga la redundancia) de los partidos y el surgimiento de los personalismos, de los macris, los carriós? Y que eso afectaba a la hora de ir a votar. Pero esto es relativo. Un informe de la consultora Punto Doxa asegura, palabras más o menos, que prácticamente en los últimos 15 años de historia, más allá del candidato que obtuviera más votos, la tendencia política o ideológica de la gente se mantiene en el tiempo y el espacio. El norte más liberal o de centro derecha; los barrios centrales más progresistas, y el sur dominado por el peronismo. Alfredo Santos, su titular, lo explica bien: ?Considerando los resultados de los últimos 15 años, se ha caracterizado simultáneamente por registrar variaciones homogéneas y por una constante territorial en la influencia de las distintas corrientes?. ?Los núcleos de orientación permanecen y lo volátil, en definitiva, es la oferta electoral, los dirigentes y sus compromisos, los sellos partidarios y las alianzas?, agrega.

Algunos sostienen que este mapa del imaginario colectivo podría modificarse con la aparición de los partidos vecinales en las elecciones comunales. Aunque el año escogido para su realización, 2011, atenta contra esto debido al efecto arrastre que podrían tener los otros comicios que se llevarán a cabo y que incluyen nada menos que elecciones presidenciales y a jefe de Gobierno. Hasta ahora, la orientación política de la Ciudad se estructura según el gráfico que realizó Punto Doxa (ver al pie de la nota). ?La línea celeste (zona sur) expresa, en mayor medida, un imaginario vinculado a la postergación y a una mayor necesidad de igualdad y justicia social, más propensa al voto a partidos/candidatos que enhebren en su discurso estos valores.?

?La línea verde (el oeste), más allá de las expresiones partidarias, se vincula a un ?progresismo? preocupado por las formas institucionales y los valores de respeto y libertades democráticas. Este sector de la Ciudad tiende a inclinar sus preferencias por candidatos que propongan tales valores. Por último, la zona norte (línea amarilla), la más rica, se corresponde con el sostenimiento de un statu quo de privilegio, asociado a la supremacía de la libertad individual, la propiedad y el consumo. Su voto está orientado a candidatos que promuevan ese esquema ideológico de vida?, agrega el informe.

COMUNAS: ¿PATEAR EL TABLERO?

En 1995 el Frepaso gana en 26 de las 28 secciones, en 1997 y 1999 la Alianza lo hace en 27, y en 2001 en 26 (aunque la suma de los votos blancos y nulos es mayoría en todas las secciones). El macrismo gana en toda la Ciudad en las dos elecciones siguientes (2003 y 2005) y en 2009 en 13 de las nuevas 15 comunas. La excepción es 2007 donde, simultáneamente con la disminución del grado de concentración del voto (similar al de 2001), se produce una ruptura del comportamiento relativamente homogéneo de los votantes, llevando a la victoria a cuatro alianzas/partidos distintos según la sección que se considere.

Esto no significa una ruptura con lo que mencionamos antes, con la división por tendencia política e ideológica. Ambos indicadores conviven, porque, por ejemplo, aunque en las últimas elecciones el macrismo ganó en la zona sur, lo hizo por menor porcentaje que en la zona norte, debido a que el núcleo del votante sigue votando al candidato del peronismo.

Ahora la posibilidad de que la estructura de poder se configure según Juntas Comunales abre el juego de acción entre las elecciones distritales y las barriales. ¿A quién va a votar Ezequiel? ¿Al tipo de la esquina, siempre listo como un boy scout para resolver los problemas, siempre dispuesto a dar una mano, pero que milita, por ejemplo, en el PRO, o al candidato que cuaja mejor con su ideología progre?

Precisamente, la legisladora macrista Lidia Saya, consultada por este semanario, da cuenta de esta cuestión. ?La ciudadanía va a tener que aprender, entender, codificar para qué sirven las comunas. En ese proceso, que puede llevar varias elecciones, veremos la actuación y la consolidación de los liderazgos barriales en confrontación, o no, con los distritales. En los primeros comicios va a primar toda la movida distrital, pero luego se verán los votos diferenciados, y estamos hablando de corte de boleta. Así aparece otro mapa de análisis político.?

Por otro lado, Carlos Montero, dirigente del PJ porteño, difiere. ?Yo no estoy tan seguro de que voten igual, porque votan desde Macri hasta Pino Solanas. Y esto se produce por la desaparición de los partidos políticos y empieza a funcionar el dividir para reinar.?

?Falta definir la reforma política y si se pueden presentar partidos comunales. En caso de que estos puedan presentarse, definitivamente va a cambiar la forma de elegir. Sin embargo, mi opinión en ese sentido es que el impulso a los partidos comunales tiende a dividir aún más la vida política de la Ciudad y yo creo que es importante fortalecer los partidos políticos, privilegiando las construcciones colectivas frente a las candidaturas individuales, ya que éstas candidaturas puestas en gestión carecen de equipos y fracasan. Y la gestión de gobierno también es una construcción colectiva?, agrega.

UN PROBLEMA DE PADRÓN

Otra de las variantes en 15 años de historia política de la Ciudad es la asistencia en las elecciones. La zona oeste siempre obtiene el porcentaje más alto de asistencia, y registra durante todas las elecciones 10 puntos porcentuales por arriba de la zona este, la que permanentemente se ubica en el último lugar.

El informe de Punto Doxa afirma que lo más probable es que esta inasistencia radique en que una parte de sus empadronados no reside en la Ciudad, tendiendo, por diversos motivos derivados de ello, a no concurrir a los actos comiciales. ?Una de las peculiaridades de la Ciudad de Buenos Aires es la suprarepresentación del padrón con relación a sus habitantes: observando los datos del censo 2001 y el padrón 2001, (comparables en tanto elaborados en fechas cercanas), se advierte que la cantidad de personas incorporadas al padrón de la Ciudad es un 17 por ciento mayor que la cantidad de habitantes en condiciones de votar, mientras que para el resto del país es apenas un 2 por ciento superior?.

De acuerdo con esto, una de las causas más probables de inasistencia es la declaración del domicilio dentro de los límites de la Ciudad por parte de los habitantes del conurbano bonaerense, en especial varones, por conveniencias de distinto tipo (servicios de salud, comerciales, laborales, educativas, etcétera).

La distorsión del padrón también puede estar explicando (aunque en menor medida que la inasistencia) los resultados electorales de algunas zonas, ya que los electores de la Ciudad de Buenos Aires con residencia real en el conurbano actúan más con las ?lógicas? bonaerenses que con las del porteño al momento de emitir su voto.

EL LARGO CAMINO COMUNERO

En una sesión especial, el pasado 20 de octubre los legisladores aprobaron que las elecciones de comunas se realicen en 2011. Ésta fue la postura que tuvo el pleno de los legisladores del PRO, a quienes se les agregaron colegas de otros bloques, como el peronista.

En aquella agitada jornada, el presidente de la bancada macrista, Oscar Moscariello, explicó: ?El llamado a elecciones para 2011 responde a otra cuestión que para nuestra gestión es de relevada importancia: la ciudadanía no puede ser convocada a elecciones en forma permanente?.

Esta decisión, y no convocar para 2010, generó el rechazo de otros sectores políticos y sociales. Según la Constitución de la Ciudad, las comunas porteñas debían estar en funciones el 1 de octubre de 2001. La Carta Magna, en su cláusula transitoria 17, preveía ?la primera elección de los miembros? en ?un plazo no inferior a cuatro años ni superior a cinco años, contados desde la sanción? de la Constitución, que fue el 1 de octubre de 1996.

De esta forma, el domingo 5 de junio de 2011 los porteños elegirán por primera vez las autoridades de las comunas, las unidades de gobierno descentralizadas que finalmente funcionarán en Buenos Aires, como ya funcionan en otras ciudades del mundo. Serán en total 105 nuevos cargos, ya que cada una de las 15 comunas porteñas será gobernada por 7 miembros.

OPINIÓN
COMUNAS: MEJOR SI FUERA UNA ELECCIÓN AISLADA
Por Alfredo Santos *

Fueron convocadas para el 5 de junio de 2011 las demoradas elecciones comunales que la Constitución de la Ciudad Autónoma demanda como un signo de mayor participación ciudadana en la administración gubernamental. Fecha que simboliza todos los miedos de los políticos ante la desafectivización o descompromiso del votante, imaginando que ?si no conocen a sus legisladores?, cuál va ser el destino de los consejeros comunales. En el desconocimiento, los futuros elegidos asumirán un perfil burocrático que seduce poco a la ciudadanía.

Sin embargo, la función comunal es algo que está presente en las diversas asociaciones barriales, comerciales, deportivas, religiosas y alguna preexistente asamblea barrial. Estas organizaciones, vinculadas a las demandas sectoriales, tienen particular intención de crecer en influencias respecto del Gobierno y por ende movilizar la discusión. También los periódicos locales o zonales estaban esperando cumplir su rol de voceros de los problemas y necesidades del barrio.

Creo que el debate sobre las comunas, en una sociedad marcada por la anonimia, requiere una pertinaz difusión para instalarse en la conciencia colectiva, labor que está en falta desde hace mucho tiempo, primero por el debate oculto de sus límites y luego de su conformación geográfica, por la ausencia de significación y función a desarrollar.

Una elección aislada en el tiempo, recortada de las otras requeridas para cubrir los cargos nacionales y locales, podría haber ayudado a este propósito de focalizar a las comunas como un instrumento democrático, aunque tuviera bajo poder motivador y de convocatoria. Era un principio para instalar el valor de la autonomía, no ya como un discurso simbólico aglutinante, sino como un ejercicio práctico de conciencia y participación.

Ahora bien, en la actual fragmentación partidaria y volátil oferta dirigencial, el oficialismo decidió hacerlas durante un año electoral de recambios de ejecutivos, de este modo el clima electoral se orientará por los liderazgos y sus soportes partidarios, ellos serán los que transiten por los medios de comunicación. Subsumiendo la elección de comunas a un pretest de sus marcas políticas.

En definitiva, la configuración de estas elecciones reitera un modelo político de discusión mediática, la ?televisión?; tele significa distancia, cabria preguntar ¿a cuánta más distancia desea ubicarse la dirigencia política?

*Titular de la consultora Punto Doxa

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