A diez años de las jornadas que marcaron una de las más graves ?sino la peor- de las crisis políticas, económicas y sociales que le tocó atravesar al país, la Asociación de Pequeñas y Micro Empresas convoca a tener memoria sobre aquellos días, que se cobraron la muerte de 38 personas y condujeron a la sucesión de seis presidentes, todo un record que habló de nuestra debilidad institucional y disparó los índices de desempleo, cierre de fábricas y pobreza.
Aquel estallido implicó el punto final a un modelo de capitalismo neoliberal, que nació en los años de la dictadura militar y se afianzó durante la década del 90. El reinado de la actividad especulativa por sobre la productiva, la fuga de capitales, la timba financiera, la flexibilización laboral, el ajuste, el achique de la presencia estatal y las privatizaciones masivas representan una imagen de una Argentina que fue, y que hoy se refleja en las crisis de Estados Unidos y las potencias europeas: somos el espejo en el que se miran los países sumergidos en las consecuencias de un capitalismo salvaje.
Como pequeñas y medianas empresas no podemos más que reivindicar la instalación del modelo económico nacional y productivo, que significó dar una vuelta de página y empezar de nuevo. Hace ocho años que registramos un crecimiento sostenido, se han recuperado la industria nacional, generado más de 5 millones de puestos de trabajo, rescatado empresas estratégicas que volvieron a manos del Estado y ampliado el presupuesto en Salud, Educación y Ciencia. Estamos en un momento de reindustrialización, en el que nos hemos puesto de pie. Parece mentira que hace apenas diez años las cacerolas, "el que se vayan todos", la marginalidad, la desocupación, el cierre de persianas y el profundo escepticismo primaban en nuestras vidas.
El presente nos obliga a la reflexión. Debemos entender que en diez años hemos avanzado mucho, y que aún queda mucho por lograr. Debemos seguir peleando por más inclusión, ya que no puede quedar ni un pobre en la Argentina. Tenemos que lograr que el sistema financiero proteja e impulse la actividad productiva. Debemos allanar el camino para un sistema impositivo progresivo, que aliente el consumo y el trabajo, y no al revés. Y por último, algo fundamental: debemos proteger las instituciones, la soberanía de nuestra Nación y su hermandad con América Latina, y por sobre todo, la democracia que tanto nos costó recuperar. Es por ello que apostamos por un país estable, sólido y democrático. Esos días deben quedar atrás, pero grabados en nuestra memoria para que no se repitan nunca más.