Tras el fracaso en la votación del presupuesto 2022, el oficialismo clavó un pleno, agónicamente, con la aprobación de los cambios en bienes personales en Diputados, algo que con seguridad se convertirá en ley el próximo 29 del corriente en el Senado.
Además de la importancia que tenía el tema en sí mismo -y sus agregados-, la lectura política del desarrollo de la sesión le fue muy favorable gracias a una impecable tarea del Presidente de la Cámara, Sergio Massa, que condujo a buen puerto, con firmeza y convicción, una sesión caliente por donde se la mirara.
La oposición se privó –por errores propios y aciertos ajenos- de terminar el año con una nueva victoria legislativa, que hubiera significado el broche de oro en el recinto, tras las elecciones ganadas un mes antes. Pero no pudo ser, sus dudas dejaron al oficialismo con vida y eso agravó la interna que la atraviesa y que, en definitiva, fue la causante de la derrota del martes. El mal cálculo de la tropa propia de Juntos por el Cambio se debió a la falta de una jefatura clara, que evaluara correctamente las posibilidades de ganar la votación, luego de dar inicio a la sesión con cierta torpeza.
Estas dos votaciones, en las que la coalición oficialista perdió y ganó, dejaron alguna tela para cortar con respecto a cómo se planteará su funcionamiento el año entrante y los roles que tendrán cada uno de sus principales dirigentes.
La reunión mantenida en Olivos por el Presidente Alberto Fernández y la vice Cristina Fernández (entre ambas sesiones), intentó darle más prolijidad a las posturas, frente a los temas centrales que se avecinan, como el acuerdo con el FMI y la ruta del Presupuesto, hasta que se sancione. Pero además, el otro objetivo fue ordenar los puntos hacia el interior de la coalición, habida cuenta de que el fracaso en Diputados del viernes pasado había dejado ciertas dudas por el encendido discurso del jefe de bloque Máximo Kirchner, que no estaba perfectamente en línea con lo que se pretendía desde la Presidencia.
La salida elegida por ambos para ese duro momento fue cargar las culpas del resultado a la oposición y a su irresponsabilidad, que hasta incluso puede perjudicar a sus gobernadores en ejercicio. Pero, más allá de ese polémico discurso y del triunfo en bienes personales, las diferencias persisten y se avizora complicada la ruta hacia el 2023, ya que ésta se cruza permanentemente con la gestión y con las ambiciones.
Massa, fuera de esa reunión en Olivos (aunque él ya había estado con Alberto) y único presente de ese círculo en el episodio, entendió que no hubo mala intención del jefe de bloque del PJ en su accionar y prefirió no alimentar el conflicto y entenderlo como un error táctico, tras largas horas de negociaciones. Y de esa manera buscó preservar la unidad, lo que le dio sus frutos y una buena revancha apenas cuatro días después.
En el Frente de Todos, por estos días se escucha hablar de la posibilidad de que Alberto Fernández intente ir por la reelección. Al mismo tiempo, se ve un posicionamiento distinto en el poder del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro quien junto a Máximo Kirchner (ya Presidente del PJ bonaerense) pretenden ser los más lanzados desde la Cámpora para pelear por las candidaturas que puedan dentro de dos años. Un Sergio Massa, que ya estaba anotado para las grandes ligas y tuvo un protagonismo real en este último tramo del año post elecciones, también está en posición.
Desde el interior aparecerá algún gobernador para pelear las PASO. Quizás Sergio Uñac sea el mejor posicionado para ello, además de Jorge Manzur, que luego de un comienzo arrollador en el Gabinete aparece hoy un poco acotado en su influencia, algo que algunos voceros del gobierno adjudican a una decisión presidencial.
Mientras tanto, en el Instituto Patria no sobran candidatos, pero sí estructura para soportarlos y el nombre de Daniel Scioli está siendo analizado como un mal menor ante las ya firmes intenciones de Alberto y de Massa. Obviamente y tal como se viene definiendo las últimas veces, la provincia de Buenos Aires y sus potenciales candidatos serán un elemento compensador para quienes queden relegados en las PASO presidenciales. Y esta vez, más que nunca, ya que es absolutamente incierto el resultado de la nacional dentro de dos años.
Los intendentes bonaerenses, mientras tanto juegan por estos días un partido aparte, ya que para ellos la elección empezó con la inquietud de no saber si se van a poder presentar o no aquellos que van por un tercer mandato. En los mentideros platenses sacaban cuentas de la cantidad de intendentes importantes que ya se habían cubierto con la argucia de salir de “sus gobiernos” antes del 10 de diciembre con pedido de licencia.
Popes de la talla de Martín Insaurralde, Gustavo Menéndez y Leonardo Nardini ya están en el gobierno provincial, mientras que Jorge Ferraresi, Juan Zavaleta y Gabriel Katopodis integran el gobierno nacional. O sea que la Primera y la Tercera sección ya tienen resguardados a sus intendentes claves, además de contar con Fernando Espinoza que podría repetir mandato.
No sería un problema tan grave para el peronismo, aunque allí no todos piensen igual. Mientras que el kirchnerismo y los propios interesados quieren que todos los intendentes se presenten, desde el massismo, coautores de esta ley con Vidal en su momento, entienden que igual están cubiertos con las “salidas” anticipadas a las que nos referíamos. Será clave la postura de JxC, donde hay diferencias profundas al respecto.
Hay un dirigente más que es seguido con lupa por todos y es el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, capaz de jugar en cualquier coalición, incluso pudiendo armar una propia…si se le alinean los planetas. Posee una amplitud y un margen que las dos grandes coaliciones no tienen y en el “tira y afloje” de las candidaturas, cuando llegue el momento, habrá que estar atento sobre dónde se posiciona y con quiénes.
Seguramente será la primera vez desde 2003 que un Kirchner no esté en la boleta única y ganadora del PJ o que no digite la candidatura de alguien, como hizo Cristina con Alberto Fernández. Seguirán con la suerte dispar –como todos- en la política argentina, pero las PASO del 2023 parecieran ser esta vez, tras veinte años, el final de un ciclo hegemónico.