La iconografía peronista del domingo 24 a la tarde era casi perfecta para un acto de gobierno como lo fue la inauguración del predio deportivo del Club Albariño, del barrio de Villa Lugano. Acto de gobierno, porque estuvieron presentes importantes referentes K, como el recientemente llegado de Estados Unidos, jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el diputado nacional Miguel Bonasso; y el titular de Cascos Blancos, Gabriel Fuks. Y porque solo faltó la venia oficial –una declaración literal y pública- del primero para el lanzamiento de los últimos dos en una campaña para competir por la Capital Federal en las próximas elecciones, como lo dejaron ver ambos en sendos discursos centrados en lo bien que vendría una gestión K en la Ciudad. O sea, una especie de lanzamiento oficial, pero encubierto.
Iconografía peronista casi perfecta, porque una vez finalizado el acto, se escuchó "No woman, no cry", del fallecido padre del reagge, Bob Marley. Nada que ver con lo que se escucha habitualmente en este tipo de actos.
Mientras los chorizos crujían en la rudimentaria parrilla instalada por el ocasional festejo, y el humo inundaba el lugar, en el escenario el primero que tomó la palabra fue Antonio Nicolino, secretario del Club Albariño, quien afirmó, emocionado, "no pensábamos crecer tanto". La nueva sede del club de Villa Lugano es de 12.500 metros cuadrados, y contará con cancha de fútbol, pileta de natación, gimnasio, y un sector para el esparcimiento de las familias.
Luego de la entrega de plaquetas y banderines, y a medida que el sol del mediodía empezaba a calentar, le llegó el turno de hablar a Fernando Suárez, presidente del ONABE (Organismo Nacional de Administración de Bienes). "Uno se pone muy contento cuando ve esta realidad. Es muy diferente a lo que dicen los papeles", destacó. "Estamos poniendo el ojo en el sur y va a haber muchas más novedades", agregó.
A Fuks lo presentaron como "amigo del club y socio honorario" y el funcionario destacó la presencia de los diputados porteños Silvia La Ruffa y Sebastián Gramajo –también estuvo la legisladora Sandra Bergenfeld-. "Hace un año esto era un cráter. Este predio ha sido el fruto del trabajo de la gente del lugar, del esfuerzo y de la militancia", sostuvo.
Por otro lado, el titular de Cascos Blancos le tiró un dardo al jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman. "(El de él) Es un gobierno de transición. Desde el gobierno nacional vamos a acompañar en todo lo que haga falta, pero hay que venir a ver esto. Es necesario compensar al sur tan castigado", expresó y agregó, a modo de posicionamiento electoral, "hay hombres de este gobierno que pueden representar al kirchnerismo en la Ciudad, y Miguel Bonasso es uno de ellos".
Precisamente, el diputado nacional, durante su discurso, defendió el gobierno de Néstor Kirchner y se metió de lleno en la Ciudad. "Los clubes de barrio tienen una importancia estratégica dentro del entramado social”, dijo, y en tono de candidatura, adelantó. “No tenemos que construir una Ciudad utópica, de fantasía, sino garantizar que vuelva a ser la que fue, una de las referentes del continente".
Por otro lado, Bonasso destacó que lo que se hizo en el Club Albariño "es un ejemplo para pelear". "Vamos a convertir a la reina del plata en una reina del plata en serio. No en una reina que se viste bien arriba, en el norte, y mal abajo, en el sur", afirmó. Luego, como lo hizo en sus últimos actos públicos, defendió la gestión del ex jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra. "A él le tocó administrar la Ciudad que estallaba por el corralito. No se podía salir todos los días a realizar inauguraciones o obras que venían de la planificación anterior. No les tengo miedo a algunos sectores políticos que, amparados en el dolor de algunas personas, embarran la cancha y algunos actos. No les tengo miedo como no lo tuve con López Rega, Massera o cualquiera de esos hijo de puta", aseguró, enérgico.
Antes de que Alberto Fernández cierre el acto, Bonasso aprovechó la oportunidad de agradecer la presencia del ex ministro de Salud porteño, Donato Spaccavento, y del ex diputado de la Ciudad, Claudio Ferreño. En su discurso, el jefe de Gabinete destacó el esfuerzo de la gente. "Cuando los argentinos nos decidimos a cambiar, las cosas cambian", dijo y, luego, el inconciente le jugó una mala pasada. En dos oportunidades llamó al club Alvarado y no Albariño. "Esta Ciudad se divide en el norte opulento y en el sur olvidado. En esto, los clubes de barrio tienen mucho que hacer", finalizó.