El 15 de diciembre se reunirá en el Teatro Bambalinas -después de muchísimo tiempo, dos años- el Congreso del Frente Grande, el partido mayoritario del FREPASO. La dirigencia de la fuerza que lideró "Chacho" Alvarez hasta que decidió pegar el portazo, intentará abandonar así el estado de viudez en que lo dejó sumido el abandono de su líder y fundador. Elegirán 21 consejeros, que deberán ejercer la conducción de un partido que desde entonces está acéfalo. El objetivo del cónclave, de todos modos, no tiene sólo un origen político; si no se lo realizara podría llegar a perder la personería por no cumplir con los plazos a que obliga a los partidos la ley respectiva.
Los dirigentes frentistas llegarán al 15 de diciembre con diferentes posiciones, de cuya definición dependerá el futuro de la que alguna vez fue la segunda fuerza en la política argentina. Ariel Schifrin, la espada preferida de Ibarra y vicepresidente primero del capìtulo porteño del partido, quiere que haya una autocrítica con respecto a la actuación del Frente dentro de la Alianza, seguida de un replanteo de su polìtica hacia el resto de las fuerzas progresistas. Entre ellas, Schifrin sitúa al gobernador santacruceño, Néstor Kirchner, al ARI de "Lilita" Carrió y a los restos del Polo Social. No excluye tampoco a Federico Storani, aunque todos saben que difícilmente Fredi abandone el radicalismo.
José Vitar, el referente del Frente en Tucumán y en el norte argentino, plantea -ya se reunió con "Yuyo" Schifrin para conciliar posiciones- que hay que romper con el Gobierno y seguir con la construcción de la fuerza en todo el país, sin necesidad de construir una política de alianzas, al menos por ahora.
El tándem bonaerense que conforman Graciela Fernández Meijide y Rodolfo Rodil -debilitado seriamente desde que ya no conducen el partido- plantean que el Frente siga acompañando a de la Rúa. Los maledicentes, que abundan en la arena política, aseguran que la presidenta del partido en la Provincia de Buenos Aires tiene la esperanza de ser embajadora en algún país del Primer Mundo, adonde ir a cicatrizar las heridas que propina la política, lejos de las inhóspitas playas argentinas.
Darío Alesandro, que tiene una posición parecida a la del tándem bonaerense -plantea también la permanencia del Frente en las cercanías del Gobierno- difiere sin embargo en sus alianzas partidarias. Seguirá estando en las habitaciones cercanas al poder, aunque en el pasado reciente no haya sabido mantener la cohesión de un bloque legislativo que se le partió en tres partes, sin contar a los que emigraron al ARI.
La posición del "ibarrismo", si bien no excluye la autocrítica que plantea "Yuyo" Schifrin, eludirá las posiciones testimoniales que sostuvo el Frente en los tiempos fundacionales. "Los intendentes del Frepaso gobernamos a siete millones de personas -sostienen los seguidores del jefe de Gobierno-, no podemos volver atrás". Esta posición es sostenida por la "Liga de los Intendentes", que conforman Martín Sabatella (Morón), Edgardo Di Dío (Lomas de Zamora), Oscar Laborde (Avellaneda) y Julio Arriaga (Cipolletti) y se descuenta que será la que predominará, más allá de la rebeldía circunstancial de algunos dirigentes bonaerenses.
La "mesa chica" de la conducción del Frente quedaría conformada por Ibarra, Alesandro, Cafiero, Rodil y algunos de los intendentes, que se han constituido en el poder real del partido, que se dispone a plantear un proyecto de poder que lo aleje de los planteos "ideológicos" de los antiquísimos tiempos fundacionales.