El próximo 22 de octubre dará inicio en Kazán, capital de la República de Tatarstán, Federación Rusa, la 16° cumbre BRICS-Rusia 2024. Este encuentro será de particular importancia por varios temas que tratarán los miembros del grupo: Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y los países recientemente incorporados: Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía; y que contará con la presencia de más de una veintena de jefes de Estado, representantes de unos treinta países e incluso con la presencia de Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, quien ha sido invitado al evento.
Este acontecimiento, debido a la importancia de las decisiones que allí se tomen, posiblemente se convierta en un hito histórico y en la culminación de la instauración del nuevo orden multipolar que se viene gestando hace ya varios años y al que el llamado “occidente colectivo” encabezado por los Estados Unidos, tanto se resiste, debido el terror que le provoca la sola idea de ya no ser ese único hegemón que pretendió ejercer el poder absoluto, en un mundo unipolar desde la desaparición de la Unión Soviética.
Vladímir Putin, quien es un gran conocedor de la importancia de los símbolos, me hace pensar que no es casual que el lugar elegido para el nacimiento de este nuevo mundo multipolar, más justo y equitativo, sea la bellísima ciudad de Kazán, expresión de la virtuosa convivencia de numerosas nacionalidades distintas, así como de las dos mayores religiones del país, ciudad en la cual es indistinto saludar diciendo Privet o Salam Aleikum, como un símbolo de aquello que siempre destaca el presidente Putin como una característica valiosa de su país: la perfecta convivencia y hermandad entre las más de ciento cuarenta nacionalidades que habitan Rusia, quienes al mismo tiempo profesan un gran sentimiento de unidad nacional y un fuerte espíritu de patriotismo por la Federación Rusa, contrastando esto fuertemente con Europa, por ejemplo, donde son, la mayoría de sus países, los que parecen estar al borde de la yihad o de una nueva “cruzada” entre sus propios habitantes, enfrentados de forma violenta, y a veces, aparentemente irreconciliable.
Esta simbología que, a mi modo de ver representa Kazán con su convivencia y respeto entre sus ciudadanos, es la misma que existe en el seno del grupo BRICS+, con el mayor país comunista del mundo y socios con economías capitalistas o Brasil, el país con más católicos y Rusia, la mayor nación cristiana ortodoxa, así como Estados miembros que representan diferentes ramas del Islam, representando el principio de respeto a la individualidad y a las tradiciones de cada pueblo, que sostienen los que lideran la lucha por un mundo multipolar, frente a un occidente que pretende la uniformidad y el “derecho” a la prepotencia de indicarle a los demás países como deben vivir y que valores profesar, amparados por un supuesto “destino manifiesto” o algún tipo de superioridad moral autopercibida.
En los próximos días posiblemente podamos ver como comienzan a concretarse las palabras que le dijera, al despedirse en su última visita a Moscú, el presidente chino Xi Jinping, a su homólogo ruso, refiriendo que estaban construyendo el mundo de los próximos siglos. Algunos de los cambios que se anunciarán durante la cumbre, sin duda, significarán un giro de ciento ochenta grados en la hegemonía que ejerce Washington en el plano económico, con el dólar como un arma de coerción, a través de las sanciones unilaterales, y la manipulación de la arquitectura financiera con el sistema “Swift”.
En este sentido, algunos de los anuncios más relevantes podrían ser la creación del Unit, la moneda de intercambio y comercio internacional entre los miembros del grupo, la cual retornaría a una política monetaria sana, siendo respaldada en un 40% por oro físico y el 60% restante por las divisas de los países integrantes, las cuales también deberán estar respaldadas por diversos comodities, lo cual dará nuevamente un respaldo concreto a estas monedas, abandonando el modelo de dinero fiat, instaurado por EEUU, cuando salió unilateralmente, en 1971, del patrón oro y la convertibilidad del dólar, rompiendo, en parte, los Acuerdos de Bretton Woods. El segundo anuncio, pero no menos importante, será la puesta en marcha de los sistemas “BRICS-Bridge” y “BRICS-Pay” para las transacciones y pagos electrónicos internacionales, siendo sendas y efectivas herramientas que significarán limitar fuertemente los mecanismos de presión, como el sistema de transferencias interbancarias “Swift”, que utiliza Washington contra los países que no son sumisos a sus exigencias o pretenden ser soberanos en sus decisiones. Estas dos medidas pueden poner en grandes problemas a la economía del país norteamericano, ya que, al día de hoy, los países BRICS+ representan casi el 40% del PIB mundial y si ese volumen de la economía global abandona el dólar como moneda de intercambio, tan solo la inflación que regresaría a los Estados Unidos, como resultado de su gigantesca deuda, la emisión descontrolada de dinero y la caída en la demanda de la divisa verde, sería un golpe del cual le resultará difícil reponerse.
Otro elemento de suma importancia será la consolidación del New Development Bank (Nuevo Banco de Desarrollo), la institución bancaria del grupo BRICS la cual ya es una alternativa al Fondo Monetario Internacional para el financiamiento de obras de infraestructura y ayuda genuina, sin condicionar políticas internas, para los países miembros y naciones del llamado “sur global”, que, en rigor de verdad, es más adecuado llamarlo “mayoría global” como descripción más precisa de su representación a nivel mundial.
Ya es indisimulable que la economía es traccionada por los BRICS+, los cuales han superado en porcentaje del PIB en casi un 10% al G7, y en un futuro próximo, no tengo dudas que el grupo liderado por Rusia y China será la locomotora del mundo y esto es una buena noticia, ya que este cambio no solo se vislumbra en el desarrollo económico global, sino que significa una transformación en la lógica de las relaciones entre los países, alentando la cooperación en los más diversos ámbitos, como la tecnología, la cultura, medicina, educación, etc.; siguiendo la premisa de las relaciones mutuamente beneficiosas, en contraposición a la lógica históricamente llevada adelante por el occidente colectivo, de juego de suma cero, en el cual, lo que uno gana, el otro lo debe perder irremediablemente. Otro cambio de paradigma lo representan las palabras que dijera hace apenas unos días el presidente Vladímir Putin, acerca de que la labor del grupo “no está dirigida contra nadie”, agregando: “Está dirigida a un solo objetivo común: el desarrollo sostenible y la prosperidad de nuestros países y pueblos”. Ante estas definiciones, nuevamente se puede apreciar un fuerte contraste con EEUU y sus socios europeos, para los cuales parece que los pueblos deben sacrificarse eternamente por el bien de las corporaciones en aras de un bienestar futuro que nunca llega.
Para finalizar, también se espera la inclusión de nuevos países en el grupo, pero es posible que no como miembros de pleno derecho, sino como Estados asociados, por lo menos en una primera instancia. Este hecho creo que puede estar relacionado a mantener ciertas precauciones al admitir países en el grupo, que podrían convertirse en “caballos de Troya”, en el futuro y dada la importancia de todo lo que está en juego, no se pueden tomar más riesgos que los que sean estrictamente imprescindibles, por eso debe ser muy meditada la aceptación de ciertos países que han pedido su admisión, como Turquía, el cual es miembro de la OTAN, y nunca está muy claro de qué lado del tablero geopolítico se para Recep Tayyip Erdoğan, el líder de la nación otomana. Entre los países que podrían ser candidatos aventajados a convertirse en Estados asociados a los BRICS+, están: Malasia, Tailandia, Venezuela, Cuba o Azerbaiyán, entre otros. Al mismo tiempo está pendiente la confirmación por parte de Arabia Saudita de su membresía, lo cual se espera durante la cumbre.
La cumbre de los BRICS+ en Kazán será indudablemente histórica y el evento geopolítico del año por sus implicancias. La respuesta que dará La Casa Blanca a este movimiento estratégico de los líderes del mundo multipolar estará condicionada y dependerá del resultado de las elecciones del 5 de noviembre. Ante los dos escenarios posibles, solo podemos especular. A una victoria de Kamala Harris, no se puede esperar más que un panorama donde se vaya a una escalada en todos los terrenos, especialmente el bélico, en la confrontación de la OTAN contra Rusia en Ucrania, con el riesgo cierto del estallido de una guerra mundial que sin dudas sería nuclear. Si el triunfador resultase ser Donald Trump (si no logran asesinarlo antes o llevar adelante alguna “ingeniería electoral” que le impida sentarse en el Salón Oval), a mi modo de ver, sería una mejor noticia, si lo que deseamos es evitar una guerra mundial. El desafío del republicano sería, sin duda, ver como insertar exitosamente a Estados Unidos en ese nuevo mundo multipolar, manteniéndose como una gran potencia, pero ya no como un único hegemón.
Lo que es un hecho, es que la siguiente pieza en este ajedrez geopolítico, será movida desde Washington, y que mano hará ese movimiento será crucial.
Christian Lamesa, nacido en la ciudad de Buenos Aires en 1971.
Analista geopolítico, fotógrafo y escritor. Autor del libro “La paternidad del mal – Los cómplices de Hitler”.
Nominado al premio de la Sociedad Rusa “Znanie” (Российское общество «Знание») como “Educador extranjero del año 2023”
Embajador en la República Argentina de la Sociedad Rusa “Znanie” (Российское общество «Знание»)
En YouTube: La verdadera política con Christian Lamesa