Que el Código de Planeamiento Urbano establezca que las antenas de telefonía celular no pueden estar ubicadas en las áreas catalogadas como de urbanización parque y residenciales no fue un impedimento para que las empresas telefónicas instalaran estos artefactos en lugares tales como el Hipódromo, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires o el Regimiento de la Policía Montada, según denunció la diputada porteña Sandra Dosch.
En un pedido de informes presentado recientemente, la diputada porteña le pregunta al Poder Ejecutivo si estas y otras 24 antenas que estarían en la misma situación irregular fueron habilitadas por el Gobierno de la Ciudad y si se hizo algún tipo de estudio de impacto ambiental, tal como lo establece expresamente la ley que regula la realización de esta clase de informes.
Pero no es la primera vez que existen denuncias sobre antenas instaladas ilegalmente. En octubre de 2002, el ex omsbusdman adjunto de la Ciudad Antonio Elio Brailovsky había descubierto que en los subtes porteños las empresas habían instalado 338 antenas de telefonía celular sin ningún tipo de autorización.
Sin embargo, el Código de Planeamiento Urbano como tal no plantea las posibles problemáticas para la salud que pueden aparejar la utilización indiscriminada de antenas. Para ello existen, además de la Ley de Impacto Ambiental, viejas recomendaciones de la Secretaría de Medio Ambiente que tampoco se cumplen y un proyecto de ley del año 2002, presentado por la legisladora Marta Talotti, que pretendía regular en profundidad su instalación y utilización.
Respecto al tipo de contaminación electromagnética generada por las antenas de telefonía celular no existe unanimidad en la comunidad científica sobre su peligrosidad, pero el catedrático Gerard Hyland de la Universidad de Warwick, Gran Bretaña, afirma que como las ondas utilizadas por los teléfonos móviles son de la misma frecuencia que las ondas cerebrales alfa, aunque la intensidad sea muy baja, el cerebro está especialmente sensibilizado ante esta frecuencia.
Una de las consecuencias que se les achaca a las antenas de celulares es el aumento de la permeabilidad de la barrera hemato-encefálica. Las neuronas, como todas las células, están recubiertas de una membrana que las protege del exterior. Las microondas provocarían una dilatación de los poros de esa membrana y las volverían permeables a determinadas sustancias que no deberían entrar en las neuronas. Esta hipótesis relaciona las microondas con los tumores cerebrales, el Mal de Alzheimer y la pérdida de la memoria.
Otra vía de influencia de las radiaciones electromagnéticas sería a través de la producción de melatonina. Además de este tipo de estudios existen otras pruebas de laboratorio que habrían demostrado la influencia de las microondas sobre la producción del ADN. También hay científicos que vinculan a este tipo de contaminación con cefaleas, insomnio, alteraciones del comportamiento, depresión, ansiedad, leucemia infantil, alergias, abortos y malformaciones congénitas.
En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que hasta este momento no se demostraron "efectos adversos". Sin embargo, reconoció la necesidad de ampliar las investigaciones al respecto e instó a los Estados Nacionales a que apliquen el principio precautorio.