"Yo me vinculo con el tema de los talleres clandestinos cuando fui subsecretario de Trabajo, Empleo y Formación Profesional de la Ciudad, entre 2006 y 2007. Asumí después del incendio de un taller clandestino en la calle Luis Viale donde murieron seis personas y por mi función conocí el tema, sumamente complejo. Para entender lo que pasaba con el sector y encontrar políticas adecuadas para combatir el trabajo esclavo tuvimos que hacer investigaciones y estudios sobre qué era lo que estaba pasando. Cuando dejé la función pública esos estudios, que ya estaban empezados, los profundicé y los fui puliendo, los continué y como resultado es el libro Esclavos. Los trabajadores costureros de la ciudad de Buenos Aires."
"El libro permitió ordenar ideas y experiencias que venía desarrollando mucha gente, organizaciones como La Alameda (NdR: una ONG que combate tanto la esclavitud laboral como la sexual) y experiencias como la del INTI con el centro experimentativo de indumentaria. Creo que a los trabajadores les sirvió mucho y lograron una herramienta útil que les da visibilidad. Por otro lado, algunos empresarios textiles han empezado a plantear el tema del trabajo esclavo desde una perspectiva distinta, y un dato interesante es que en la última feria protextil hubo varios empresarios que hablaron sobre cómo cuidar la calidad del trabajo y combatir la informalidad."
"Los medios de comunicación masivos, sobre todo la televisión, se manejan con el escándalo, lo usan como insumo y cuando hay un escrache, un incendio o cuando golpean a alguien, esas imágenes son fuertes, escandalosas y generan repercusión mediática, pero el tema tiene un abordaje efímero en esos medios, no es un tema que permanentemente esté en la agenda. Cuando fue el desalojo de un taller en Villa Celina, donde hubo resistencia de los talleristas y enfrentamientos con la policía, se tomó el tema pero con liviandad: no se analizan las causas profundas del sistema de explotación laboral."
"Una confusión que se genera a partir de los grandes medios es la que vincula el taller clandestino con La Salada. Se termina simplificando el relato, con ideas simples que en realidad son complicadas; la relación de los talleres clandestinos con shoppings y grandes marcas es compleja y no es lineal. Un taller clandestino no trabaja sólo para La Salada, puede trabajar también para grandes marcas y, de hecho, hay muchas denunciadas ante la Justicia por esta situación."
"La participación de las organizaciones sociales y la sociedad civil en conjunto es lo que genera una actitud diferencial, sin La Alameda manteniendo el tema vivo y sin medios que le den bolilla, el trabajo esclavo tiende a invisibilizarse. Hay un Estado que está asumiendo el tema con gran incapacidad. El Gobierno de la Ciudad abandonó una política fundamental, que era denunciar esas condiciones de trabajo y darle visualización al tema. La sociedad tiene que enterarse y el consumidor tiene derecho a saber en qué condiciones se fabrican las prendas con las que se viste."
"Hay muchos incentivos económicos para que se radiquen talleres clandestinos y se utilice esta mano de obra. Es mucho lo que se ahorra usando este tipo de explotaciones, y si el tema no se combate de manera decidida y permanente, es de esperar que los avances que se consiguen se vuelvan a revertir. Nada indica que de hace dos años a ahora se esté mejor. Que no se hable del tema no significa que se esté mejor. Hay una situación particular en la industria indumentaria, que es que la mayoría de la mano de obra es boliviana, y eso tiene explicaciones socioeconómicas. El tipo de cambio favorece la inmigración: con un salario que, en pesos, puede ser considerado bajo, como la diferencia con el dólar es menor en la Argentina que en Bolivia, se genera alguna remesa que los inmigrantes pueden enviar a sus familiares, a pesar de su sufrimiento. Y también hay redes de trata de personas que funcionan en Bolivia y se vinculan con los talleres clandestinos. Ponen avisos en radios, diarios e incluso se enteran de los trabajos por megáfono, reclutan gente en los pueblos rurales, les prometen el oro y el moro y cuando llegan se encuentran con esta situación."
"Hay un par de mitos muy instalados en la sociedad y que el libro combate. El primero es que los talleres clandestinos trabajan para La Salada. No. Trabajan para cada uno de los segmentos de la industria. Muchas prendas de los shoppings provienen de mano de obra esclava. Otro mito es que esto tiene que ver con la cultura boliviana: que trabajan así porque están acostumbrados. Eso no es cierto, no están felices de trabajar de esta manera, pero la situación y el hecho de ser inmigrantes los lleva a aceptar este tipo de condiciones. Si un trabajador inmigrante ilegal está en un taller clandestino y además vive en él y la alternativa es la calle, entonces va a tratar de mantener el puesto de trabajo y su vivienda, pero no tiene que ver con la cultura, sino las posibilidades laborales. También hay una estructura de precios en la industria indumentaria que hace que se termine trabajando de esa manera. El costurero es explotado por el dueño del taller, pero el dueño del taller también es explotado por el dueño de la marca o por un intermediario. No es millonario. Como los trabajadores, también es pobre."