"La Guardia Urbana demanda un montón de plata y la gente nunca entendió para qué servía", comentó Mauricio Macri en declaraciones radiales, algo que ya había dicho en más de una ocasión en la campaña. "Es una estafa más para repartir cargos entre las líneas políticas. Como tal, no puede continuar. Es una estafa a la ciudadanía", aseveró.
Durante la campaña, la Guardia Urbana había sido motivo de ironías por parte del candidato de PRO. "Nadie sabe para qué sirve", dijo en varias ocasiones, en especial durante la realización del único debate televisivo.
La disolución del cuerpo responde así a una promesa electoral que, por otra parte, tiende a marcar fuertes diferencias con la gestión actual. El otro efecto que buscan sus impulsores es reducir gastos que, sostienen "son innecesarios".
A pesar de que la idea y los dichos de Macri fueron de "despedirlos e indeminizarlos", desde su entorno le aconsejaron aflojar un poco el discurso. Por eso, terminó siendo: "Esperamos asignarle a la gente (de la Guardia Urbana) una tarea de recapacitación; los que se recapaciten harán otras tareas y los que no, se irán a su casa", afirmó Macri.
Mientras tanto, un Aníbal Ibarra siempre listo cuando se la dejan picando, disparó munición gruesa sobre el futuro jefe de Gobierno: "Los primeros anuncios de Macri fueron típicamente liberales: cierre de organismos y dependencias echando gente para reducir gastos", dijo el dirigente porteño en un comunicado, en el que también evaluó que el líder de PRO "considera al Estado como una empresa".
Respecto al tema en cuestión, un invento de su gestión, agregó que "Macri comete una grave equivocación porque el objeto de la Guardia Urbana es que la Policía, que es la encargada de prevenir y reprimir el delito, se dedique precisamente a eso y no a otra cosa". En realidad, Ibarra nunca quiso el traspaso de la Policía y para eso le compraba patrulleros y motos en su mandato.
Con este contrapunto la Ciudad vivió un adelanto del clásico que llenará muchas páginas políticas durante el mandato del ingeniero. Un Macri que demostró que tiene claro para qué llegó (acordó con el Presidente aspectos del traspaso de la Policía) y un Ibarra que va a defender a capa y espada su gestión sobre todo, el eje de lo "público", algo que no cambió sustantivamente en la gestión de Jorge Telerman. Hablando del actual jefe de Gobierno, está claro que nunca supo qué hacer con ese cuerpo que heredó y que en su mayoría son contratados, por lo que desactivarlo para Macri será mucho menos oneroso de lo que piensa, un mes de preaviso de final de contrato y listo. Sería bueno estudiar la actitud del gremio municipal en esta decisión, ya que sus dirigentes no habrían sido "participados ni consultados" a la hora de crear el cuerpo.
La visión que la ciudadanía tiene de la Guardia Urbana es -sin duda- más cercana a los dichos de Macri que a la defensa de un Ibarra, quien privilegió su rol de opositor desde el inicio a la racionalización de la defensa de un organismo insostenible por su inoperancia, un intermedio, quizás, entre una buena idea y una implementación acorde a la media de su gobierno. De cualquier manera, los dos hijos dilectos de esta Ciudad se cruzaron de entrada en la primera decisión de cierta envergadura. Es bueno recordar que entre los dos ganaron las tres últimas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. Es el duelo del futuro y éste parece haber llegado antes.