Los diputados porteños se habrían puesto de acuerdo -al fin- y votarían favorablemente este jueves la creación del Instituto del Juego. Esto permitiría que, con la sola firma de un acuerdo con la Lotería Nacional, ingresen a las arcas de la Tesorería porteña alrededor de 100 millones de pesos por año.
En las discusiones sobre este tema que antecedieron a la sesión que se producirá mañana, no estuvieron ausentes las presiones sindicales -la Unión del Personal Civil de la Nación se opone a que la Lotería ceda parte de sus ingresos a la Ciudad-; los planteos morales -hay quienes se oponen a fomentar las actividades lúdicas- y aún un pedido de remoción -que no prosperó- de la presidenta de la Comisión de Desarrollo Económico.
Finalmente, los diputados votarían haciendo un inestable equilibrio entre el proyecto de ley que presentó Jorge Giorno -que figura como despacho de minoría de la comisión- y el proyecto de declaración que fue aprobado por la mayoría en la misma instancia.
Este rompecabezas se arma de la siguiente manera: el proyecto de ley que presentó Giorno (ver la referencia al pie de la página) responde mejor a la voluntad del Poder Ejecutivo porteño que el proyecto de declaración que aprobó hace quince días la Comisión de Desarrollo Económico.
La diferencia entre ambos proyectos reside en que el proyecto de ley propone la creación del Instituto del Juego y define una estructura administrativa, en tanto que el proyecto de declaración solamente obliga al Poder Ejecutivo a firmar un acuerdo con la Lotería Nacional por el que ésta transferiría una parte de la recaudación en concepto del juego en el territorio porteño.
Los diputados aprobarían, entonces, la creación del instituto y le agregarían al proyecto de ley una cláusula transitoria, obligando al Poder Ejecutivo a negociar el acuerdo con la Lotería Nacional en un plazo de 90 Días. Además, al proyecto se le agregaría un anexo, en el que estarían estipuladas las pautas de la negociación con el Estado nacional.
Los promotores de la ley aseguran -este es un proyecto que reclama de una mayoría simple- contar con 36 votos seguros, siempre que no aparezcan como otras veces las sorpresas.
Las negociaciones que no aparecen en la superficie fueron, posiblemente, las más arduas. Dicen quienes caminan los pasillos legislativos que el verdadero acuerdo político fue el del reparto de los cargos en el futuro directorio y que esto fue lo que finalmente destrabó una negociación que venía enrevesada y prometía seguir estándolo.