El Teatro Colón reabrió sus puertas con mucho brillo

El Teatro Colón reabrió sus puertas con mucho brillo

La reapertura del Teatro Colón, tras casi cuatro años de silencio, incluyó un show de alfombra roja por la que ingresaron los invitados a la fiesta. La más popular: "Su". El dato más fuerte fue la presencia del presidente uruguayo José Mujica. El más huidizo: Fernando de la Rúa. El más mediático: Ricardo Fort. La más respetada por la habitualmente impertinente jauría mediática: Graciela Borges.


La alfombra roja que precedió a la reapertura del Teatro Colón fue una concesión de la política a una frivolidad que muchos considerarían necesaria o, si cabe, comprensible. Por ella pasaron casi todos, con el objetivo de mirar y ser mirados, que para eso está la pasarela de la fama.

Los invitados pueden ser catalogados en categorías, arbitrarias por cierto, como es siempre el periodismo. El hecho es que hubo 2.700 invitados de universos disímiles y sería imposible hacer una crónica sin ordenarla de alguna manera.

Por la alfombra roja especialmente dispuesta sobre la entrada del Colón que da a la calle Libertad se cruzaron personalidades de la cultura, empresarios, diputados y legisladores porteños. El jefe de Gobierno, Mauricio Macri -acompañada por su nueva pareja Juliana Awada- invitó a sus antecesores en la Jefatura de Gobierno porteño, y por eso asistieron Facundo Suárez Lastra, Enrique Olivera, Jorge Telerman y Aníbal Ibarra, quien justificó su presencia argumentando que "tenemos que hacer una pausa en nuestras posiciones políticas".

EL AS DE ESPADAS

El presidente del Uruguay, José "Pepe" Mujica, vestido como todos los días, caminó hasta la puerta del mítico Teatro, donde lo saludó Macri. Resumió el espíritu de la velada con una sola frase: "Yo soy amigo de todos los argentinos". Con esas palabras conciliadoras y el lugar privilegiado que le asignó el jefe de Gobierno, Mujica terminaba de bordar una jugada que comenzó con eliminar el veto que su país le había puesto a Nestor Kirchner para la UNASUR. Pero enterado que ni Cristina ni nadie del gobierno nacional asistiría, con una sonrisa plena, el ex tupamaro disfrutó junto a un grupo importante de dirigentes opositores a los Kirchner -aunque no todos, por suerte- de la velada de gala. Un jugador que no sabe de chiquiteces o chicanas políticas.

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE SUSANA GIMÉNEZ

Hubo de todo tipo de transeúntes por la alfombra roja farandulera, pero existió una categoría suprema, la de los famosos y dentro de ella, hubo una que llegó en medio del revuelo que plantea una auténtica estrella. Susana Giménez fue la número uno, la que arrastró las miradas y hasta los gritos de los productores de televisión, que buscaban atraer su atención con sus gritos, que se hicieron ensordecedores por un momento.

En segundo lugar quedó claramente Mirtha Legrand, que llegó con su hija Marcela Tinayre y posaron con profesionalismo para los camarógrafos y los fotógrafos, aunque sin tanto barullo como ?Su?.

Tercero fue, inesperadamente, el mediático Ricardo Fort, que si no brilla por su talento, lo hace por sus sacos con lentejuelas, sus declaraciones altisonantes y sus impúdicas exhibiciones de opulencia.

La contrapartida de Fort fue Enrique Pinti, que llegó sobriamente vestido, de traje gris, posó amablemente para la jauría de cámaras y se fue, siempre sonriente.

Una curiosidad: la mayoría de los invitados caminó indefectiblemente por la alfombra roja, pero hubo dos que la evitaron, los dos, radicales: Facundo Suárez Lastra, que llegó a las corridas y Fernando de la Rúa, que pasó casi huyendo.

Mezclados en elegante cambalache se vio llegar también a Graciela Borges, esa vieja dama digna, del brazo de Gino Bogani; a Chiche Gelblung mintiendo sobriedad ?un horroroso chaleco descubría su habitual mal gusto- y a Pinky que, en cambio, mostró su habitual avidez por los micrófonos haciendo declaraciones incomprensibles.

Otro hecho destacable fue la presencia de muchos periodistas del universo anti K, que dijeron presente en forma casi masiva, junto con algunos más cercanos al oficialismo nacional. Así, se vio transitar por la carpeta a Ricardo Kirschbaum ?sin su esposa, ex funcionaria del gobierno de Aníbal Ibarra-; a Julio Blanck; a Eduardo Van der Kooy; a María Laura Santillán; a Román Lejtman; a Alfredo Leuco; a Marcelo Bonelli ?que se fue enseguida-; a Luis Majul ?otro que aceptó posar para los camarógrafos-; al ?Negro? González Oro ?que llegó junto al rabino Sergio Berman-; a los empresarios Daniel Hadad y Sergio Spolzky; a Marcelo Longobardi ?que se estrechó en un largo abrazo con Horacio Rodríguez Larreta- y, por último, a Jorge Rial, que actuó más como un actor que como un periodista, quizás porque lo es. Pero la figura más destacada para los conocedores de las habas que se cuecen en las trastiendas de prensa, indudablemente fue el ya retirado secretario general de la redacción de La Nación, José Claudio Escribano, que pasó inadvertido frente a las cámaras.

El universo duhaldista y del PJ disidente en general también envió a sus representantes a la gala del Colón. Los delegados en esta ocasión fueron Carlos Reutemann, Francisco De Narváez, José Scioli, Roberto Lavagna y Jorge Telerman, que finalmente podría abandonar sus filas y aterrizar en otros aeropuertos. Una curiosidad ?o no tanto-, Telerman llegó junto a un precandidato presidencial de otro ?palo?, el gobernador de Chubut Mario Das Neves. También estuvieron la gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, y su par de Santa Fe, el socialista Hermes Binner.

Pero en el universo del Colón, también la constelación agraria estuvo presente: Mario Llambías y Hugo Biolcatti, muy concientes de su categoría de estrellas mediáticas, se hicieron presentes y obedecieron gentilmente las sugerencias de los productores y camarógrafos para que posaran dando frente sus posiciones. ?Aquí, Biolcatti?, ?Dése vuelta para este lado, Llambías?, gritaban en la noche y ellos accedían, resignados a su papel.

Del universo Carrió también hubo representantes. Adrián Pérez, Sergio Abrevaya, Diana Maffia, María Eugenia Estenssoro ?la más conciente de las cámaras- y el ex jefe de Gobierno Enrique Olivera estuvieron allí y marcaron su presencia opositora al gobierno nacional.

Las estrellas del universo radical no podían faltar y, de hecho, representaron a la UCR bastante mejor que los huidizos Fernando de la Rúa y Facundo Suárez Lastra. Ricardo Gil Lavedra, Ernesto Sanz y Gerardo Morales pasaron frente a las cámaras y se fueron algo desilusionados por la indiferencia casi total de la prensa.

El ex jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, llegó junto a Eduardo Epszteyn y desempeñó con profesionalismo su papel de estrella: posó para la derecha, posó para la izquierda y posó para el centro sin problemas ideológicos. María Elena Naddeo llegó por su lado, al mismo tiempo que Susana y robó cámara porque estaba detrás de la diva cuando la enfocaban.

MÁS ROJOS QUE LA ALFOMBRA

La izquierda dura también se hizo presente en el festejo burgués del Colón. Tanto Julio Raffo, profesor de la cubana Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, hombre del Proyecto Sur y opositor en serio, si los hay, como el socialista Raúl Puy transitaron la alfombra roja mimetizados en su color preferido.

DE TODO, COMO EN BOTICA

Pero por la alfombra transitaron muchas estrellas de universos muy diferentes. Guido Parisier y su esposa recibieron mucha más atención de la que esperaban; la bellísima Lorena Cerisioli recibió la atención que merecía, en tanto que Julio Bocca, Lino Patalano, Analía Franchín, Martín Seefeld y Eleonora Cassano recibieron más o menos miramientos, de acuerdo al humor de productores y camarógrafos.

Y como era de esperar, el universo PRO acudió en masa al llamado de su jefe. Encabezados por los líderes PRO, Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta, se vio, por supuesto, a un exultante ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi; a los legisladores Martín Ocampo, Alejandro García, Martín Borrelli, el vicepresidente 1º de la Legislatura, Oscar Moscariello, Bruno Screnci Silva, la diputada nacional Paula Bertol y Jorge Macri entre otros fueron los más emblemáticos militantes de la carpeta roja.

También asitió un ex ultraK como Diego Kravetz, pero, según aseguró, lo hizo por su pareja, la funcionaria macrista Soledad Acuña. También dijo presente la defensora del Pueblo de la Ciudad, Alicia Pierini, el titular de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, y el ex ministro Roberto Lavagna, entre otros, y, como no podía ser de otro modo, el titular del Ente Autárquico del Teatro Colón, Pedro García Caffi.

Luego del desfile, comenzó el deslumbrante espectáculo que se desarrolló dentro del Colón, marcando un futuro cuya historia será escrita más adelante.

UN COLISEO, TRES OBRAS

La primera de las obras interpretadas en la reapertura, Huemac, es un drama lírico de un acto, con música de Pascual de Rogatis y libro de Edmundo Montagne. Narra la historia del emperador tolteca Huemac, que está a punto de celebrar el aniversario de su boda con la bella Xiutzal con una gran fiesta. Se trata de la época precolombina. De repente, guiados por una bruja llamada Mayabel, las huestes de su enemigo Ixcicohuatl, el emperador chichimeca, irrumpen en la ciudad tolteca. Antes, Mayabel le hizo beber un brebaje a Huemac, que anula su voluntad. Ixcicohuatl desafía a Huemac a pelear y, cuando combaten, lo hiere. En su agonía, Huemac profetiza la llegada de una tribu de hombres blancos que terminará con su mundo y el de su enemigo. Al final, mientras la orquesta ejecuta una música dramática, la imagen de un soldado español demuestra la certeza de la profecía de Huemac.

De El lago de los cisnes se representó el tercer acto, en el que Sigfrido convoca a una fiesta en la que debe elegir esposa, por orden de su madre. Pero Sigfrido no quiere a ninguna de las jóvenes casaderas de su reino, porque él le prometió amor eterno a Odette, la dama-cisne, y si no cumple su promesa ella quedará condenada a ser un cisne para siempre. De repente, una pareja desconocida llega al palacio. Son el malvado hechicero Von Rothbart ?el que convirtió en cisne a Odette? y su bella hija Odile, que es idéntica a Odette. Sigfrido cree que es su amada y le jura amor eterno, impulsado por el brujo. Incluso, la reina madre la acepta. Pero, consumado el engaño, Von Rothbart se descubre y le da cuenta a Sigfrido de su error. Éste, desesperado, correrá hacia El lago de los cisnes y preferirá arrojarse al agua y morir con su amada antes de dejarla sola para toda la eternidad. El brujo, atrapado en su maldad, después de provocar una tormenta que arrasará con todo a su paso, morirá en su propia trampa. El amor triunfará una vez más, pero al precio del supremo sacrificio.

El segundo acto de La bohème transcurre en el Barrio Latino. Los cuatro bohemios, el poeta Rodolfo, el pintor Marcelo, el músico Schaunard y el filósofo Colline comen y beben en el café Momus. En eso, llega Musetta, la antigua amante del pintor, acompañada por Alcindoro, un ricachón que es su admirador. Pero Musetta aún ama a Marcelo y busca llamar su atención, incluso cantando un aria: ?Cuando me voy?, en la que destaca sus encantos. En su pasión, la joven finge un dolor en el pie y envía a Alcindoro a buscarle un nuevo par de zapatos, pero cuando se va, vuelve a los brazos de Marcelo y todos huyen, dejando la cuenta a cargo del ricachón, que deberá pagar la consumición de todos a cambio de nada.

HERNÁN LOMBARDI: ?Como dijo Mujica, las clases populares no tienen por qué renunciar a Tchaikovsky?

El ministro de Cultura del PRO se refirió a la reinauguración del Coliseo, sosteniendo: ?Durante 3 años se dijeron muchas cosas: que no se iba a llegar a tiempo, que no iba a funcionar la acústica. En una sola noche estos mitos quedaron prácticamente demolidos. Tenemos un Colón a la altura de lo que soñaron sus creadores hace 102 años. Va a ser un teatro con producción propia, moderno, entendiendo cómo funcionan los demás teatros de producción propia del mundo?.

Sobre el funcionamiento del teatro, el funcionario porteño destacó: ?Pensamos un Colón abierto al público, sin perder la excelencia. Me encantó lo que dijo José ?Pepe? Mujica, de que las clases populares no tienen por qué renunciar a Tchaikovsky. Cada vez que se escucha hablar al presidente de Uruguay, se aprende mucho de su sensibilidad popular. La cultura popular no tiene por qué ser chabacana?.

Entre las actividades que ofrece la nueva programación, Lombardi hizo referencia a un ?teatro abierto?, pensado para chicos y para el público de siempre. ?Hace 102 años se soñó un país mucho más grande, y se creó el Colón. Ahora tenemos que estar a la altura de las circunstancias. Es por eso que tenemos un programa para chicos, para el último trimestre del año, y la idea es hacer un teatro abierto al público?, precisó.

Por último, Hernán Lombardi aludió a la ausencia de funcionarios nacionales a la gala de reapertura, un faltazo que provocó un revuelo mediático a raíz de la negativa de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, de sumarse a un acto organizado por el Gobierno porteño, por las constantes agresiones del PRO. ?Me hubiera gustado que vengan. Fue un momento que todos los argentinos vieron, pero hoy es un momento más para hablar de unidad que de diferencias?, finalizó el ministro de Cultura porteño.

Te puede interesar

Qué se dice del tema...