Lo crudo, lo que ponemos debajo de la alfombra porque no lo queremos ver ?vaya uno a saber por qué?, es lo que saca Mark Ravenhill, en "Shopping and Fucking", estrenada en Buenos Aires bajo la dirección de Mariano Stolkiner.
Desde los primeros instantes se aprecia hacia adónde va una puesta fuerte, tanto en las palabras como en la escena, que no se priva de mostrar un mundo a las pacatas buenas costumbres de los que dicen ser ?una sociedad civilizada?. Este lado B de la modernidad se plasma a través de una historia que combina con sabiduría la visceralidad y la poética pero sin caer en ningún cliché o lugar común. Por el contrario, sube la apuesta y toma por asalto al espectador y lo lleva ?lo empuja? a una realidad posible. Esta, perturbadora, ofrece la inclusión a un gueto bien considerado, un club de acceso exclusivo y de cierto estatus, que paradójicamente es la clase media. Y en la cola habrá gente de todas las edades, con deseos (in) cumplidos o buscadores de sus propios destinos.
A todo esto, es necesario recordar que Ravenhill formó parte del grupo de teatro británico, In Yer Face, junto con Sarah Kane, que plasmó en un realismo cruel la década del 90, en la que los valores personales y sociales llevaron a un nivel cloacal el respeto por el individuo. Quizás por eso las numerosas lecturas posibles impacten tanto al espectador. Desde el momento en que hay un matrimonio que convive con un hombre mayor, que tendría relaciones con el marido de la señora, ubica lo ?out? como ?in?, no desde el punto ?qué locos que somos?, sino como un espejo de la decadencia, la promiscuidad, el alcohol y las drogas, vías de escape de una situación social dura y una moral culposa. Pero el marco avalaría relaciones en las que no importa la traición, el amor, la fidelidad sino la continuidad en el largo y sinuoso camino de la vida ?cueste lo que cueste?, dejando sobre el candelero cuestiones que pedirían la reivindicación o no de la persona y lo que cuesta salir de ese laberinto social.
El dibujo de los personajes es excelente, bordeando lo corrosivo y la ironía, perturbando a cada momento a través de cuestionamientos que van desde el sistema capitalista hasta la conformación identitaria del individuo por su propia alienación, narcotizadora de deseos, como las anteojeras de un caballo con un destino ya establecido. Repetición y reproducción de un modelo que no es favorable a través de la consumación y/o consumo, que pone al dios dinero como fuente de toda riqueza y/o sabiduría.
Las actuaciones son potentes y fuertes, exactas para cada momento que se requiere, en la que los excesos están al servicio de la obra para enriquecerla.
"Shopping and Fucking" molesta, perturba, hace sacar los ojos del escenario, así como reflexionar y llevar al espectador a lugares a los que, quizás, nunca pensó. Esa es una de las principales virtudes que tiene esta experiencia teatral.