Mauricio Macri no hace milagros

Mauricio Macri no hace milagros

Al electo jefe de Gobierno le faltan herramientas para calmar a las fieras: la falta de un partido sólido y carente de cuadros orgánicos lo hace cometer errores en las designaciones. Recrear, el partido de Ricardo López Murphy pierde espacios y la sintonía siempre es intermitente.


La crisis de los partidos políticos también afecta a los líderes que nacieron con esa crisis. Muchos de los que estuvieron el 19 y 20 de diciembre en las calles porteñas después votaron a Mauricio Macri, pero el empresario hoy padece como nadie los resultados de la construcción basada sólo en el liderazgo personal: no sabe en qué apoyarse para armar el gobierno.

No es un mal PRO: Aníbal Ibarra mantuvo a la orgánica de la UCR en los cargos de directores y directores generales por carecer de gente de su confianza que pudierase hacer cargo del gobierno.

PTI (Partido de los Trabajadores de Ibarra) llamaba por esos días Cristian Caram a sus correligionarios, quienes sin tanta claridad también se mantuvieron en la gestión de Jorge Telerman.

Hoy, por las mismas razones, PRO es un hervidero. Los ministros designados no tienen idea con qué equipos gobernarán, algunos no saben ni siquiera hasta cuándo lo harán.

Es el caso del futuro ministro de Desarrollo Social, Esteban Bullrich, quien deberá dejarle su sillón en un plazo de entre seis meses y un año a María Eugenia Vidal, imposibilitada de asumir el 10 de diciembre por su avanzado embarazo.

Así, con la llegada de Bullrich para cubrir la ausencia de Vidal, Recrear quedó fuera de la disputa por el Ministerio de la Producción, para el que decían tener el compromiso de Macri.

“Nos dan un ministerio por seis meses y, encima, el de Desarrollo Social, tema sobre el que no tenemos idea”, se confesó un hombre que fue leal a López Murphy. “Todavía lo soy”, arremete, para argumentar que los que lo respetan le habían advertido del error que cometía al presentarse de esa forma a elecciones y que, si los votos daban como las encuestas, deberían haberse sentido en libertad de acción.

El negociador de Recrear, Carlos Araujo, no hará jugar a sus hombres por seis meses, pero quizá sí, si el plazo se extiende a un año, aunque ya a Bullrich le pusieron en el ministerio a extrapartidarios como María Soledad Acuña, quien ocupará la Subsecretaría de Infancia y Adolescencia, y a Francisco Irarrázaval, quien se quedará con Deportes.

En el área de Emergencias Sociales, como un guiño a las organizaciones sociales para que no salgan a matarlos de entrada, quedarán refugiados los empleados kirchneristas e ibarristas que son planta permanente.

Pero en el supuesto de que Macri no revierta su actitud, los peronistas no saltarán en masa al Poder Ejecutivo. Se harán fuertes en la Legislatura, donde prometen hacer sentir rigor al jefe de Gobierno electo.

“Al no haber un partido articulado no hay verticalidad, no alcanza con un par de gritos de Mauricio, el poder pasa por otro lado”, aseguró un macrista de la primera hora, que dice haber visto los mismos gérmenes de desorganización en el nacimiento del cavallismo y del lopezmurphismo.

CRISIS

Lo cierto es que la diferencia entre los 3,95 por ciento de los votos obtenidos por PRO en la candidatura presidencial o los 13,50 por la de diputados y senadores, frente a la abrumadora victoria de junio para jefe de Gobierno sólo se puede explicar por la falta de partidos políticos y la elección del electorado a partir de figuras.

Y hoy, López Murphy no es el que fue, por ejemplo, en las elecciones presidenciales de hace cuatro años, cuando la Ciudad de Buenos Aires lo respaldó. Saber contener a los espacios políticos, aún los que están en declive, es parte del camino que tiene por delante el nuevo jefe de Gobierno. Si no lo hace, el triunfo se convertirá en derrota antes de darse cuenta.

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