Cinco jinetes y doce apóstoles

Cinco jinetes y doce apóstoles

Por Fernando Riva Zucchelli


La Comisión Investigadora que creó la Legislatura porteña es una caja de Pandora que intentaremos analizar en estas líneas desde las diferentes ópticas en que se la puede observar. Es usual que en este tipo de comisiones se produzcan espirales y corridas hacia posiciones radicalizadas tanto en el ataque como en la defensa de los objetivos. Aún más en este caso, que vio la luz en una densa campaña electoral y que ya involucró a buena parte de la política nacional y local y también al Poder Judicial de ambas jurisdicciones, con epicentro absoluto en el Juzgado Federal de Norberto Oyarbide.

El primer punto es analizar el objeto y la composición de esta Comisión. De una manera rápida uno puede inferir que las cuestiones serán dos: las escuchas ilegales por las que ya está procesado en dos instancias el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, entre otros, y todos los aspectos relacionados con la Policía Metropolitana, dependiente del ministro de Seguridad y Justicia, Guillermo Montenegro. Por el lado de la composición, lograda tras una ardua discusión acerca de si la representatividad y la proporcionalidad eran elementos disociables o no desde la política y la Constitución, hay que decir que, más allá de las opiniones, la cuestión se saldó de manera lapidaria contra el oficialismo, con un resultado final de doce opositores contra cinco oficialistas. Una distancia demasiado larga para cualquier muñeca, así sea ésta de las más avezadas en una mesa de negociaciones.

Desde el macrismo son conscientes de esta dificultad numérica para instalar en el cuerpo social lo que, según entienden, es un juicio con procedimientos viciados a la hora de resolver el caso de las escuchas desarrolladas por Ciro James y que, por su pertenencia administrativa al Ministerio de Educación, terminó involucrando a todo el gobierno del ingeniero, supiera el resto o no de las operaciones que desarrollaba este agente encubierto de la Policía Federal. Justamente esta última es la institución que nunca vio con buenos ojos la creación de la Metropolitana. La Federal siempre tuvo la certeza de que nadie podrá quitarle nunca el control de ?la calle?, su joya más preciada. Su inteligencia y accionar no son de ninguna manera ajenos a esta situación planteada. Es más, parecería estar en el centro de la escena. Si hasta se dio el lujo monopólico de poblar con algunos de sus jefes el lanzamiento de la Policía Metropolitana que hoy patrulla una comuna y poco más, con atribuciones y decisiones tan recortadas como equivocadas.

En definitiva, el Gobierno y sus cinco jinetes son conscientes de la animosidad que rodea al tema y también son escépticos de la visión que tienen los doce apóstoles de la oposición sobre el significado y el plan integral de seguridad acerca de la nueva fuerza.

Desde lo estrictamente político hay que definir al oficialismo como un bloque bastante cohesionado, que sufre de entrada una clara desventaja para la discusión profunda de los temas que le interesan, mientras que la oposición es absolutamente heterogénea pero tiene un número demoledor que viene sosteniendo con solidez en todas las votaciones desde que esta Comisión tomó vida. Es de suponer, al observar este último grupo, que más allá que los objetivos comunes hay una división visible entre los más duros desde lo ideológico y los que constituyen un espacio que no se maneja con esa lógica. Estos últimos, seguramente, no moverán ninguna ficha que, a la larga, pueda desencadenar una crisis institucional de magnitud (en eso podrían ser, entonces, ?aliados? de los cinco), pero volverán rápidamente a los doce para cumplimentar los objetivos políticos que ya apuntaron y anunciaron.

Ambos tienen algo para ganar y algo para perder, y así será salvo que la Comisión se salga de madre. Los macristas harán hasta lo imposible por mantener el statu quo actual y sacar a su jefe indemne de este problema. Mientras que la oposición, sabedora de que con las escuchas no podrá ir más lejos que Oyarbide, le tirará los kilos encima a la Policía Metropolitana, más precisamente sobre sus dos áreas críticas: la de Recursos Humanos y la de Compras y Contrataciones.

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