El PJ Capital es mío, mío, mío

El PJ Capital es mío, mío, mío

Juan Manuel Olmos y Héctor Capaccioli se preparaban para un duro enfrentamiento por el poder en el Partido Justicialista porteño. Sin embargo, Alberto Fernández anunció que participará y frenó la disputa.


El peronismo de la Capital Federal no siempre brinda alegrías electorales pero seguro garantiza movidas que dan que hablar, acerca de sus estructuras y del propio dinamismo de sus dirigentes, que más temprano que tarde ocupan lugares destacados en la trama del funcionariato nacional y porteño. Si no es ahora es a futuro, si la gente acompaña en cada interna.

El PJ Capital vivió diversas alternativas políticas con formato judicial que operaciones mediante, trabaron la voluntad del afiliado durante los 90 y principios de siglo, y que terminaron luego de dos normalizaciones: la primera, que proponía a Daniel Scioli y a Alicia Pierini como candidatos a jefe y vicejefe de Gobierno, allá por 2003, que abortó el mismo día de la elección interna por la decisión del ex motonauta de acompañar en la fórmula presidencial a Néstor Kirchner. La segunda, actualmente en vigencia, encumbró al ex legislador porteño, Alberto Fernández, como jefe del distrito a partir de la demostración de poder del SUTERH, que ganó en esa ocasión en las 28 circunscripciones electorales.

La salida de Alberto Fernández de la presidencia del PJ fue una de las alternativas que se barajaron tras el último traspié que terminó con su infeliz comentario acerca del carácter de “isleño” del porteño; una isla que forma parte de un archipiélago de los tantos centros urbanos (conurbano abstenerse) que no ganó CFK. Alberto Fernández entendió que con el poder acumulado, conducir el PJ porteño era un lastre inútil.

El raudo abandono generó, por la vacante, la aceleración de una puja (la que originó esta nota) entre dos fracciones. Más precisamente, del sector que responde al superintendente de Salud, Héctor Capaccioli por un lado, y por el otro el SUTERH que conduce Víctor Santa María, que en esta ocasión propone para el cargo al legislador porteño Juan Manuel Olmos.

En la última elección, las aguas subieron hasta niveles intolerables. La dirigente porteña y Secretaria de Asuntos Municipales de la Nación, Raquel Kismer de Olmos (Kelly), entiende que llegó “el momento de reorganización del Partido, que siempre fue concebido como herramienta pero que necesita de una renovación. Creo que hay que darle paso a otra generación para que entierre la etapa anterior de desencuentros y abra una nueva con todo el potencial que tiene la militancia”, definió.

En la “isla”, los magros resultados electorales fueron atribuidos -desde distintos sectores enfrentados a Capaccioli- a la “privatización del Partido, no se hicieron actos y en los pocos que se realizaron, el tesorero (por Capaccioli) se encargó de que lo hiciera su agrupación (Movimiento Popular de Mayo), no convocando nunca desde el Frente para la Victoria. Realizaron una cena fastuosa en el Centro Gallego un día antes del cierre de Cristina (Fernández) en La Matanza, pero para llevar a los compañeros al acto no había plata para los micros”, se quejan por lo bajo.

Allegados al superintendente se defienden y afirman que “el proyecto del Presidente no fue entendido en la Capital debido a las estructuras anquilosadas en el Partido, (estructuras a las cuales) da lo mismo poner su inmenso aparato al servicio de cualquiera. Nosotros queremos que la Ciudad de Buenos Aires, con todas sus particularidades, respete el espíritu frentista que generó el triunfo nacional y para eso hay que dar la pelea interna”. Esas fuerzas a las que se refieren en Diagonal Norte, tienen como principal argumento de aglutinación a los Ibarra, dirigentes que aportan un progresismo que resulta intragable para la mayoría de los afiliados peronistas, aunque por distintos motivos. Pero "son con los que le ganamos a Telerman en junio v luego sacamos casi el cuarenta por ciento" contraatacan cerca del funcionario más antiguo del Tío en el distrito. Capaccioli aseguraba a principios de semana que el cronograma no se alteraba ni se prorrogaba, que si no había impugnaciones insalvables, el 16 de diciembre estaba listo para ir a las urnas.

Desde el SUTERH, Olmos fue contundente: “Si no va Alberto (Fernández), yo no me bajo”, sostiene, convencido de que “los vamos a pasar por arriba. Creo que ya sería un éxito para alguien tan nuevo en el distrito lograr la minoría, algo así como más de 5 mil votos de los 20 mil que se estima, participen si tenemos que elegir todo de nuevo”. El presidente de la Comisión de Presupuesto de la Legislatura es el principal armador que tiene el peronismo en el territorio y en estas ocasiones no deja detalle sin atar. Y menos en esta ocasión, donde juega su pellejo.

Hay algunos elementos que se salen de esta lógica: uno, el tándem que conforman el líder del sindicato de los taxistas, Omar Viviani, con el veterano dirigente Juan José Minichilo, que para el caso que Fernández vuelva a intentar quedarse con la Presidencia, se posicionarán como opositores, buscando canalizar el voto del descontento por una gestión que no brilló ni electoralmente ni en el “afecto” de los afiliados. Ese voto opositor araña siempre el 20 por ciento. El otro factor a tener en cuenta es la actitud que tomarán algunos macristas que provienen del peronismo y que mantienen trato con mucho de los afiliados peronistas. Allí sobresale la figura de Cristian Ritondo, ex caudillo moderno de Mataderos, muy consultado por estos días por el antikirchnerismo porteño, que siempre mantuvo influencia en la zona sur de la Ciudad, zona que puso al servicio de Macri, aunque muchos mantengan afiliaciones justicialistas. Sus duelos distritales con Olmos fueron memorables y marcaron una época que podría volver, pero no en esta instancia. La opinión de Macri, el poco tiempo y la necesidad de atender otros frentes, constituyen una valla insalvable para Ritondo.

El miércoles por la noche, altas fuentes de la Rosada confirmaron a NOTICIAS URBANAS una comunicación de Alberto Fernández con los principales contrincantes para anunciarle su decisión de participar y mantenerse al frente del Pejota porteño por un período más. Esto hay que entenderlo más en el marco nacional que seguramente propondrá el Presidente cuando ya se encuentre en el llano (de cargos) y se pueda abocar a componer una estructura transversal con eje en el peronismo nacional. Si eso fructificara, llegaría el momento de la normalización del PJ nacional, para lo cual los congresales nacionales de cada distrito electoral (provincias y Ciudad Autónoma), serán indispensables en el diseño preparado con objeto de encumbrar al santacruceño.

La continuidad de Alberto Fernández en la cima del gabinete parece estar asegurada, algo que también influye positivamente entre las fuerzas K de la Ciudad que más allá de las continuas derrotas siguen viendo en el Tío a un peso pesado y un confidente de la pareja presidencial. Esto genera paz entre tanta furia peronista: una de sus características es el pragmatismo a la hora de tomar decisiones.

El Consejo Metropolitano tiene un Presidente, tres vicepresidentes y un secretario general, además del Instituto de Capacitación. Si el Presidente es Fernández y usted quería ver combate, no se preocupe, lo va a tener en los barrios, ya que del Tío para abajo todo está peor que nunca.

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