Los dos principales partidos políticos porteños, el PJ y la UCR, se preparan para competir en internas en marzo próximo, para renovar sus respectivas cúpulas en la Capital Federal.
El peronismo quiere normalizarse tras un prolongado período de intervención y el radicalismo peleará entre la línea delarruista que conduce el Comité Capital y los sectores opositores al Presidente.
Carlos Menem ya bendijo el calendario para que la interventora Ana María Mosso convoque a los peronistas a las urnas. Disputará con Eduardo Duhalde-ya no con Ruckauf- el dominio del distrito, una plataforma imprescindible para cualquier candidato a Presidente en el 2003.
Los postulantes a conducir el partido porteño son varios y la lista sigue alimentándose, como una prueba de que la mentada unidad no será fácil de alcanzar.
Daniel Scioli se autopostuló ni bien se consagró diputado nacional y creen los peronistas que Mosso, hará un nuevo intento en su idea original, y bregará por una comunión con Gustavo Béliz, aunque éste todavía no asomó a la competencia, y nadie sabe si está dentro o fuera del PJ.
El legislador Jorge Argüello es, por ahora, el candidato de Duhalde en el distrito, mientras que Carlos Grosso, viene fracasando una y otra vez en sus intentos rimbombantes por un regreso triunfal. El sábado le faltaron todos los gobernadores a un cabildo abierto que organizó y se presentó sólo con Moyano y Daer traccionados por el taxista Omar Viviani.
La UCR debe renovar la silla que ocupa ahora Silverio Fernández Gaido, un delarruista puro, al que quieren desplazar la entente Rodolfo Terragno-Jesús Rodríguez, aliados de Aníbal Ibarra en la ciudad. El candidato sería el propio Rodríguez.
Después de la derrota del oficialismo en la interna para cargos electivos, que dejó a Rafael Pascual fuera del Congreso, Participación (delarruismo) promete que juntará sin piedad todas las voluntades para que el saliente titular de la Cámara de Diputados se consagre Presidente de la UCR porteña.
El verano, que se aproxima, será un hervidero político en la ciudad, a pesar de que las usinas de confabulaciones y pactos -Congreso y Legislatura- disfruten de su merecido receso anual.