La historia hecha teatro puede desembocar en puestas amenas y dinámicas o en pancartas pedagógicas y ceremoniosas. ¿Cuánto cuestan los cristales? se inscribe, con sapiencia, en la primera opción.
La puesta intercala dos textos. Uno de Brecht, ¿Cuánto cuesta el hierro?, y otro de Attali, Del cristal y el humo. Manuel Iedvabni entrelazó estas obras para crear una puesta con buen ritmo y fuerte contenido. El cuento de Attali se basa en las actas de una reunión que tuvo la plana mayor nazi luego de la Noche de los Cristales Rotos, mientras que la fábula de Brecht toma al Señor Sueco (Suecia), dueño de una fábrica de hierro, que tiene como cliente al Señor Alemán (Alemania), quien asesina a cada uno de los clientes del primero, al tiempo que este mantiene la “neutralidad”. El carácter ominoso y tenso de uno de los cuentos se entrecruza con la ironía y el sarcasmo del otro, captando la atención inmediata del espectador, al tiempo que brinda un toque de humor, no exento de sátira y crítica.
La economía es otro de los puntos que se abordan; el dinero que se eleva por encima de la humanidad de las personas.
Mientras que en la reunión del Estado Mayor del Reich piensan en cómo confiscar sus bienes a los judíos sin pagarles a las compañías de seguros los daños realizados en la Kristallnacht, el Señor Alemán hace abuso del vil metal para asegurarse el hierro para construir armas con el fin de apoderarse de Europa.
La obra no solo hace referencia al holocausto judío y a la Segunda Guerra, sino a la memoria y al olvido en general. Si bien el espacio es un tanto pequeño para los once actores, la escenografía y la puesta permiten que entren y salgan de las escenas con naturalidad, sin saturarlas. El elenco tiene un correcto y parejo desempeño, destacándose la versatilidad de Rodrigo Pagano, quien con su Señor Alemán logra crear un personaje tan grotesco como intimidatorio.
¿Cuánto cuestan los cristales? es una puesta de muy buena calidad, ideal para mantener la memoria de hechos que no deben repetirse jamás.
Por Daniel Gaguine