Hará un año y medio atrás, con Hugo Álvarez ?director de El viejo criado? actuamos en una película con Marilú Marini y Arturo Goetz. Ahí pegamos muy buena onda. Quedó una amistad de hablarnos y comentarnos cosas. Un día me llama y me dice: ?Tengo un personaje para vos para El viejo criado. Hacía rato que no hacía teatro, por lo menos dos o tres años. Me interesó mucho la propuesta y, sabiendo que venía de Hugo Álvarez, un tipo mayor, que sabe mucho, me jugué y me mandé. La verdad, no me equivoqué. Estoy muy feliz con la obra. Mi personaje es un boxeador retirado, sesentón, que, junto con Alsina, que es el poeta, pasan su vida en un bar, un café. No quieren salir de ese café para no ver la realidad. Entonces se pasan jugando partidos de truco. Todo hasta que viene un personaje irreal que es Carlitos, que quiere ser como Gardel, e Ivonne, una prostituta francesa que viene a buscar clientes a Buenos Aires. Así pasan situaciones y se va contando la historia argentina desde 1940 hasta 1978. Desde que Perón era coronel hasta el Mundial del 78. Es una literatura muy hermosa, escrita por Tito Cossa, uno de los grandes escritores de la Argentina.
Se necesita tiempo para construir un personaje. No lo podés armar en una semana. La incorporación del personaje a uno no viene así nomás sino conviviendo con él. Porque este tipo vive dentro de uno, con la esencia de nuestra persona. Hay que ver un poco más el personaje en la obra, así como también ver qué no hace en la obra. Cómo vive, si tiene hermanos, etcétera, por más que en la obra no esté marcado esto. El armar a la persona lleva tiempo y te digo que nunca terminás de construirlo porque siempre hay algo más. Hacerlo orgánico, que sea creíble, es lo más importante. Es lo que tiene que pasar por mí, así el público cree lo que orgánicamente el personaje me da. Tengo esas cosas que tenemos los actores ?que descubrí en Mundo Grúa?, que las emociones me conmueven en ese momento y eso me pasa ?de verdad?. Aunque esté consciente de que es una mentira, una ficción, las siento igual. Pero es muy importante el tener un estudio que te sirva para perfeccionar estos dones. Hay técnicas que no están con vos sino que tenés que aprenderlas y te las tiene que enseñar un buen maestro.
A Mundo Grúa no la recuerdo, la vivo todavía porque al día de hoy me sigue hablando la gente de la película. Sigo siendo el Rulo de Mundo grúa. Voy a algún lugar y me dicen: ?Ahí viene Rulo?. A veces les digo que trabajé en En amor arte haciendo del papá de Celeste Cid y no se acuerdan. Fijate que muchas veces, en las notas que le hacen a Trapero, que ahora sacó Elefante Blanco, le ponen ?el director de Mundo grúa?. Y eso que hizo Carancho, El bonaerense… Mundo grúa fue una película que tanto a Pablo como a mí nos ha dado grandes satisfacciones. Gracias a esa película estoy aquí, si no estaría laburando en mi querido taller. Conocí partes del mundo y la Argentina. Cada vez que hablo de Mundo Grúa me pongo muy feliz. No me canso nunca de hablar de la película.
Impasse: Luis trabajaba en un taller mecánico en San Justo al momento de hacer Mundo Grúa. Afirma que hoy ?el taller sigue estando ahí?, cerrado porque el tiempo no le da, aunque le sigue gustando arreglar su auto o el de un amigo. ?Es más, no dejé de comprar herramientas?, dice.
En Mundo Grúa era un actor no profesional. Tenía mucho desconocimiento de lo que era armar un personaje. En esa película no armé un personaje pero tampoco actué de mí mismo, porque era una ficción. ¡Nunca en mi vida había subido a una grúa y en ese momento tenía que manejar una! Todo lo que hacía era actuado, de la misma manera que un actor profesional. En el primer Bafici, cuando gano el premio al Mejor Actor, con el galardón en la mano, en el San Martín, me preguntaba a mí mismo: ?¿Y ahora qué hago? ¿Sigo con el taller o me dedico a la actuación??. De verdad, lo que menos pensé fue que me iban a llamar para actuar. El primero que me llamó fue Marcelo Moresi, con quien hice Cartón pintado, un cortometraje. Para esa época, me llama Alejandro Agresti para tener una participación en Una noche con Sabrina Love. Y mientras estoy haciendo Sabrina Love, me llaman para una película (La fiebre del loco, con Emilio Bardi) en Chile. ¡Todo esto en tres o cuatro meses!
Hace poco estrené dos películas. Una es Industria Argentina, escrita y dirigida por Ricardo Díaz Iacoponi. Mi personaje era un laburante de fábrica, pero no le daba mucho crédito al guión. Filmamos y la pasé muy bien. Cuando vi la película terminada casi me desmayo. Impresionante. Hermosa. ¡Qué diferente se ve la peli en el cine y qué diferente te la imaginás al leer el guión! Una película que no deja de ser un documento nacional. También se estrenó hace dos semanas Una cita, una fiesta y un gato negro, con Julieta Cardinali y Leonora Balcarce. Aquí fui un constructor, maestro mayor de obras, que laburaba con Luis ?La Masa? Molinari, el luchador. La verdad, me sorprendí. Todos los personajes, salvo las protagonistas, son cortitos y me gustó mucho lo que hice. Es una comedia muy linda.
Hay que pilotearla mucho porque el ego te lleva a creértela. Eso es lo peor que te puede pasar. Fue una suerte que me diera cuenta que había embocado Mundo Grúa. Me acuerdo de la entrega de premios del Bafici, en el San Martín. Fue un domingo con fiesta y todo. Al día siguiente, pensé en descansar. En eso me llama un amigo que me dice: ?Che, Rulo, se me quedó el auto?, y le dije: ?Traémelo?, con el premio en la mano. ¿Cómo iba a dejar a esta gente, que me dio de morfar siempre, ahora que me necesitaba? Eso me sirvió para decirme a mí mismo: ?Seguí laburando hasta que puedas vivir de esto?. Todo eso te lleva a no creértela. Osvaldo Miranda me dio el carnet de Actores y me acuerdo que me dijo: ?Che, Luis, te felicito por el premio al Mejor Actor que ganaste. Pero si te sirve lo que te voy a decir, escuchame: ?No te creas que sos el mejor actor?. En ese momento no lo entendí; a los diez minutos, sí.
El viejo criado. La Mueca. Córdoba 5300. Sábados, a las 21, y domingos, a las 19.