Ayer fue un día de emociones cambiantes en la Legislatura porteña. Mientras que por un lado, un fallo del juez Juan Vicente Cataldo obligó a los diputados a una reingeniería legislativa que ordenara el conflictivo tema de los reeemplazos en la Auditoría de la Ciudad, algunos legisladores del peronismo desdoblaban su interés entre esa problemática (ver aparte) y la configuración de los cargos en el nuevo esquema del gobierno nacional.
Si alguien tiene que ver con este tema es el futuro jefe de Gabinete de la Nación, Alberto Fernández, que desde la Ciudad de Buenos Aires fue edificando los apoyos y la estrategia que siguió el gobernador santacruceño, Néstor Kirchner, en lo nacional, pero muy especialmente en el distrito porteño, en el cual revistaba hasta ayer como legislador justicialista.
Desde su banca, este abogado -al que muchos creen economista por sus conocimientos en ese campo y por los puestos de gobierno que ocupó en anteriores administraciones-, se encargó de tejer acuerdos en el peronismo y con el oficialismo de la Ciudad, que hoy la realidad empieza a mostrar con mayor nitidez. Su amistad con el actual presidente Eduardo Duhalde y con el que asumirá el domingo próximo, Néstor Kirchner, hacen que muchos evalúen que tiene en su poder "la acción de oro" de este gobierno, al haber contribuido de manera excluyente al encauzamiento de la relación entre ambos mandatarios.
Su relación con Aníbal Ibarra, fue y es fluída, aunque tuvo -y tendrá- sus idas y venidas, como cuando el jefe de Gobierno porteño, un día después de estar en la casa de Santa Cruz en un acto público en favor del fin de los mandatos para todos los cargos políticos, manifestó su intención de apoyar a la dirigente con la que hoy hace campaña, Elisa Carrió.
Ayer, Fernández arribó pasadas las diez de la noche a un recinto caliente por temas de los que, de aquí en más, tomará distancia a la luz de las nuevas responsabilidades que le esperan. Luego de la votación de la Auditoría, Fernández escuchó el texto de su renuncia en boca del secretario parlamentario, en el cual resaltaba la "honestidad a pesar de las diferencias con los colegas de las distintas bancadas" , expresó su "dolor por no poder terminar el mandato para el cual había sido electo" y destacó luego, en privado, un especial agradecimiento a sus compañeros de bloque del Justicialismo, a los que definió como "un grupo de diputados de excelente preparación y actitud legislativa, del cual me llevo toda la calidez y el agradecimiento por el trato que nos hemos brindado".
El ex presidente de Fuerza Porteña, Marcelo Vensentini, en haras de la delicada negociación que vienen llevando a cabo desde el oficialismo con Kirchner, a partir de la presión de Carrió, eligió un tono afectivo pero moderado para despedir a Fernández, al que elogió pero no tanto, sabedor de que todavía tendrán que verse las caras unas cuantas veces más.
Sus compañeros del kirchnerismo porteño -y ahora nacional- no ahorrraron alabanzas para quien será la mano derecha del futuro presidente, destacando en especial al "compañero que hoy se va del bloque que llegó de la nada a ser el más numeroso, por la generosidad de sus integrantes en el reagrupamiento" se escuchó decir en el recinto.
La nota distinta la puso la diputada Alicia Pierini, quien -con gran sinceridad- no eludió las diferencias que los separaron en la última elección nacional pero, luego de desearle "la mejor de las suertes a este gobierno peronista que nace y del que como siempre lo hice, también me voy a hacer cargo", entre lágrimas y citando a Mario Benedetti le aseguró que "podrás contar conmigo, no una, ni dos, ni tres veces, sino siempre" tras lo cual ambos se estrecharon en un fuerte y emocionado abrazo.