"Debemos levantar las banderas de nuestros hijos y de todos los que cayeron". La frase no pertenece a una de las Madres de Plaza de Mayo, ni a los padres de Sebastián Bordón ni de otros tantos jóvenes que fueron víctimas fatales de los abusos de fuerzas de seguridad; sin embargo fue dicha por la madre de Maximiliano Tasca a un mes de que su hijo, junto a otros dos amigos, fueran fusilados por un policía retirado en el barrio de Floresta.
Como si las marchas y los reclamos de justicia de otros familiares de víctimas hubieran calado hondo en el inconsciente colectivo de los porteños, como si las cacerolas -causa indirecta de la masacre- siguieran sonando, los padres de Maximiliano, de Adrián Matassa y de Cristian Gómez renovaron hoy su compromiso de luchar junto a la gente por la verdad y la justicia.
A un mes de la masacre, familiares, abogados y amigos de los ‘pibes de floresta’ informaron en la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires el estado de la investigación judicial que debe determinar la responsabilidad del principal acusado, el suboficial de la Policía Federal Argentina, Juan de Dios Velaztiqui (62).
Según informaron, este martes podría expedirse el médico forense luego de analizar las pericias médicas y psiquiátricas -psicodiagnósticos, electroencefalogramas y electrocardiogramas- que le efectuaron la semana pasada al suboficial de La Federal.
Aunque todos los testimonios señalan a Velaztiqui como el único responsable, existía temor de que los expertos forenses dijeran que había actuado por "emoción violenta", algo que ya el propio juzgado habría desestimado en un escrito. Es que tras el asesinato el oficial arrastró los cuerpos y realizó varios llamados telefónicos sin mostrarse perturbado por la situación, tal y como afirman varios testimonios que están en poder del juez Ricardo Warley, que además de dictarle la prisión preventiva a Velaztiqui le dispuso un embargo de tres millones de pesos sobre sus bienes.
NUEVOS TESTIMONIOS
De la rueda de prensa también participó Sandra Bravo, una joven que atendía el kiosco 24 horas de la estación de servicio de Bahía Blanca y la avenida Gaona. Según explicó, mantenía con Velaztiqui un trato normal; incluso contó que antes de la tragedia el suboficial había estado preparando un asado para la gente de la estación. Aunque es costumbre combinar el asado con el vino, las pericias de alcoholemia practicadas al oficial y los jóvenes asesinados dieron negativas; de hecho, los muchachos ni siquiera habían logrado consumir la cerveza que habian pedido.
Otro testigo fue Enrique Sebastián Díaz (21), un estudiante de arquitectura que es -tal vez- el testigo más fundamental del caso, ya que ‘por milagro’ salvó su vida la noche del triple crimen. Díaz fue el último de los cuatro en sentarse en el local. Sus instintos lo salvaron de ser masacrado por Velaztiqui ya que al primer disparo -narró a la prensa- se levantó y al segundo ya estaba en la calle.
Como era estudiante de arquitectura realizó para la investigación judicial un croquis en el que mostraba la disposición del lugar y la ubicación de cada persona en el momento del hecho. Fuentes allegadas a la investigación elogiaron el detalle del dibujo "que hasta tenía la proporción exacta de los asientos".
En la conferencia de prensa, además, se convocó a una concentración y misa en la esquina donde murieron Maximiliano, Adrián y Cristian -este martes a las 19 horas- y a una nueva movilización y recital -el sábado 2 de febrero- como muestra del repudio a los abusos de las fuerzas de seguridad. De esta forma, los familiares y vecinos de Floresta buscan rescatar la memoria de los tres jóvenes y hacer un llamado por la Justicia y en contra de la impunidad.
ENTRE EL PRONTUARIO Y EL ANTECEDENTE
Según el matutino Página/12, Velaztiqui es bien conocido por su "siempre latente hostilidad" y por sus reacciones fuertes; como cuando "amenazó con echar a tiros a una persona que había comprado unos terrenos (ubicados en los fondos de la casa de Velaztiqui) que él sigue ocupando ilegalmente desde hace muchos años".
Velaztiqui vivía con su esposa, Victoria, una mujer corredora de quiniela clandestina, que asiste asiduamente al templo que la Iglesia Universal tiene en la calle 14 y 145, a media cuadra de la estación ferroviaria de Berazategui. El matrimonio tiene cuatro hijos, tres mujeres y un varón que también es miembro de la Policía Federal como su padre.
Según sus vecinos, Velaztiqui "siempre hablaba de (Jorge) Videla y de (Antonio Domingo) Bussi y de que estuvo ‘peleando contra la subversión’ en Tucumán durante el Operativo Independencia". Aunque aún no fue confirmado, en su hoja de servicio habría estado dirigido por el general Acdel Vilas, por el propio Bussi y por Videla, del que habría sido su chofer.
Tras conocer su pasado, el canal Crónica TV lo llamó "el trotador" en alusión a sus años como sargento de caballería. Pero no por ser un jinete destacado sino por obligar en el año 1981 a casi medio centenar de hinchas de fútbol a trotar -con sus manos en la nuca- varias cuadras desde la cancha de Nueva Chicago hasta la comisaría 42. El delito no fue otro que el entonar la marcha peronista.