El Coloquio Anual de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina), que se realiza desde 1964, suele reunir a una serie de referentes del campo de la política y la economía “para el tratamiento estratégico de las grandes cuestiones nacionales que preocupan e interesan al empresariado”, según ellos mismos anuncian en su página web oficial.
Pocas veces ocurre que en ese ámbito, que a los empresarios les gustaría definir como “académico”, los panelistas invitados les enrostren a los especialistas en acumular dinero, que ésta sea una actividad reprobable.
Pero este año, en Mar del Plata, en el escenario que ellos mismos montaron, los empresarios se vieron interpelados por el sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga, que formó parte del panel el panel “Integración social, puente para el desarrollo sustentable de la Argentina”, les cuestionó en su propia cara su concepción de que “los beneficiarios de los planes sociales no quieren trabajar”. “No conozco a nadie que gane $880 por mes que no quiera trabajar si le ofrecen un trabajo de $15 mil”, manifestó y apuntó contra el Gobierno, al describirlo esperando “la lluvia de inversiones”, que para el caso de que “si llega, va a haber un sector que va a seguir en el desierto” porque hay vastos sectores que no reciben capacitación.
En este terreno, el padre Zarazaga pegó en el corazón de los asistentes al coloquio al afirmar que “el valor de una cartera Louis Vuitton equivale a 300 meses de planes sociales y una corbata Hermes, para no hacer distinción de género, unos 200 meses”, un concepto con el que algunos, como el padre y homónimo del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, se sintió insultado y declaró, adelantando futuras tempestades, que “nosotros ponemos mucho dinero para tratar de reducir la pobreza con los impuestos que pagamos y no me gustó como nos trató este sacerdote”.
Zarazaga, que es el titular de la Escuela de Liderazgo Político-CIAS, interceptó el camino de los que quieren eludir sus propias responsabilidades por la situación social, definiendo que “la pobreza no es sólo un problema de ingreso, sino también de en dónde crecí; qué posibilidad de vivienda tengo; con qué posibilidad de educación y de salud; para eso están el Estado y ustedes, los empresarios, para ayudar”.
El clima de rencor contra el sacerdote quedó reflejado en un empresario de la construcción, que expresó que “no es justo” que les hable de esa manera “acá un sacerdote de la forma que lo hizo”, adelantando que “nos vamos a quejar a las autoridades de IDEA en las próximas reuniones”.