En el gobierno de la Ciudad existe una sola preocupación política: el referéndum. En la próxima semana ajustarán las tuercas para que la recolección de firmas se transforme en una voluntad popular más explícita y eso sólo lo logrará reuniendo un número de firmas que duplique por lo menos las conseguidas hasta ahora, algo menos de 200 mil.
¿Cómo hará para ello? Luego de evaluar los caminos posibles, se decidieron a consultar a expertos en marketing del ámbito privado quiénes le propusieron una metodología de recolección con el cual aseguran en el palacio poder llegar al ritmo de 7500 firmas diarias en cien puestos estratégicos en la zona centro y oeste de la capital, los lugares que mejor le dan a Aníbal Ibarra en las consultas permanentes que encarga el Gobierno.
También le ponen una ficha a los dichos del presidente del Partido de la Ciudad, Jorge Giorno, quién movilizó su red social y prometió para el ocho del corriente cien mil firmas. Si todo saliera tal cual lo describen los operadores ibarristas en un mes y medio podrían estar acercándose al número requerido por la Constitución. Pero "nadie lo puede garantizar" reconocen "ya que el número es altísimo, pero al menos deberíamos llegar a demostrar que la democracia participativa se encarnó en la sociedad".
Una de los ítems que más molesta en Bolívar 1 es que, según la encuesta, si el plebiscito no se llegara a realizar al jefe de Gobierno se lo trataría de "mentiroso" por no haber cumplido con una promesa política, sería una promesa más incumplida en un tema tan sensible como el que sucedió en Cromagnon. Todos los demás índices traen tranquilidad al campamento ibarrista ya que la imagen de su jefe y la intención de que mantenga su cargo están claros en la consulta encomendada.
Además saben que tarde o temprano llegará la negociación con los aliados del kirchnerismo y no es lo mismo llegar con 200 mil firmas que con cerca de las 500 mil requeridas. Desde el albertismo no han llegado firmadas las planillas que se llevaron y esa es una señal que no pasa inadvertida para Raúl Fernández, quien encabeza todas las negociaciones desde el ibarrismo, salvo las que lleva adelante la hermana de Ibarra, la senadora Vilma. También surgieron algunos problemas internos a partir de las declaraciones de Jorge Telerman. Este trío no logra afinar la sintonía desde la tragedia en adelante, aunque son conscientes que tienen atado el destino. Mientras tanto, alguien que "pispea" los agujeros que quedaron dentro de la política del ibarrismo es el secretario de Obras Públicas, Roberto Feletti.
El cambio de gabinete será el fruto del "new deal" que llevarán a cabo los aliados porteños. Y por los tiempos que maneja el gobierno no será antes de ver qué pasa con el plebiscito, el famoso mes y medio en que saldrán a la calle Ibarra y Cía a ponerle el pecho al problema y tratar de intensificar el ritmo de firmas, todo acompañado con una batería de gestión que no pudo ser desplegada antes por la parálisis producto del "shock" de fin de año.
También para esa fecha se estaría yendo el secretario de Seguridad Juan José Álvarez, un lugar que hoy por hoy no está claro para qué sector quedará
Hay que ver qué definen los K, ya que la rama que prioriza las elecciones de octubre no se quiere hacer cargo de nada, apoyo invisible para que el desgaste alcance sólo a Ibarra mientras que desde otros sectores entienden que éste es el momento de "copar" el gobierno, condicionando el oxígeno a los lugares que les concedan. Suenan además de Seguridad, Promoción Social y Salud, y también podría haber cambios en Descentralización. Todo depende de los nombres que se propongan y qué significa cada uno en el acuerdo.
Lo cierto es que no hay por el momento nada definido y además, desde los K, todo esperará a que Alberto Fernández se haga cargo del PJ de la Ciudad, algo que no digieren bien en Bolívar 1 y hasta podría provocar boletas separadas al menos para legisladores porteños.