La secretaria de Promoción Social, Gabriela González Gass, aseguró que "el Gobierno de la Ciudad tiene en total a 11.700 personas alojadas" que "duermen calientes, y en el caso de los ancianos comen 4 raciones, en tanto que los paradores o dormis tienen 2 raciones de comida".
"Tenemos un servicio en calle que se llama Buenos Aires Presente -manifestó la funcionaria en el programa radial "Jaque Mate", que conduce Román Lejtman por radio del Plata- que lleva comida, frazadas y asistencia con organizaciones no gubernamentales que prestan servicios".
González Gass justificó el desalojo de los sin techo alegando que "una cosa es un espacio verde de uso común, que tiene que ser usado por los chicos o los abuelos que tienen derecho a gozar de este espacio público, pero -agregó- "si hay una construcción precaria es una situación y no se ejerce ningún tipo de coacción".
Incomprensiblemente, la secretaria manifestó que "también tenemos que garantizar el uso y goce de los espacios verdes sin ejercer ningún tipo de represión ni coacción física", cuando es evidente que el desalojo de una plaza o un espacio verde cualquiera exige la coacción y aún la represión, sean éstas utilizadas físicamente o no.
Finalmente, González Gass intentó explicar que "la Ciudad no está ejerciendo la represión pero no queremos que se generen asentamientos", como si la tarea de echar a los pobres de los espacios públicos hubiera sido encargada a las carmelitas descalzas y no a la Policía Federal.
Los políticos argentinos son extremadamente aficionados a utilizar el recurso del eufemismo, como es el caso de González Gass. Si manda a desalojar a los más pobres entre los pobres de los espacios públicos en nombre del derecho de los niños y de los abuelos a gozar de esos lugares, habría que recordarle a la señora que ella es la secretaria de Promoción Social y no de Seguridad. Por eso, habría que recodarle que su misión es la de definir un destino para los desalojados y no la de liberar una plaza.
Los expulsados están asentados en espacios situados en las zonas más exclusivas de la Ciudad, y por eso algunos ponen tanto celo en quitarlos de allí. Por suerte para el pobrerío, no existe la misma tenacidad para desalojar a la misma gente de los barrios del sur de la ciudad -sus habitantes tienen menos poder de "lobby"-, donde las casillas y los ocupantes ilegales de terrenos son multitud.
