Flor de problema

Flor de problema

La flor de acero instalada en la plaza Naciones Unidas, en Figueroa Alcorta y Tagle, no abrirá ni cerrará sus pétalos hasta que el Gobierno porteño encuentre padrinos que solventen su gasto de consumo, que alcanza la sideral cifra de 1,2 kilovatios


La escultura denominada "Floralis Genérica" posee un sistema hidráulico mediante el cual mueve sus pétalos. La idea es que los abra por la mañana y los cierre por la noche. Fue donada a la Ciudad por el arquitecto Eduardo Catalano y aunque, desde mediados de abril, luce su esplendor en la plaza de las Naciones Unidas -Figueroa Alcorta y Tagle- todavía no fue puesta en marcha regularmente.

"Faltan resolver algunos detalles", afirman en el Gobierno porteño, donde no saben cuándo comenzará a funcionar la flor, que a esta altura, más que un regalo, resulta ser un problema.

Sucede que en el Poder Ejecutivo desean que una empresa privada se haga cargo de los gastos de seguridad y mantenimiento de la plaza en la que está ubicada. Esta política -muchas veces criticada por sectores ambientalistas y vecinales debido a las amplias desigualdades que genera entre los parques apadrinados y los otros, de los cuales, muchos están en estado de abandono- también alcanza a los costos de funcionamiento de la escultura.

Es que la obra de arte, al moverse, demandará un consumo eléctrico de 1,2 kilovatios de energía y el Gobierno, en un alarde de austeridad, no quiere recargar las cuentas del Estado con un gasto tan elevado, similar -según su cálculo- al de un lavavajillas doméstico. Parece que la flor, llegada desde los Estados Unidos, tardará en adaptarse a esta Ciudad.

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