Antes de la llegada de Ibarra, el diputado Abel Latendorf apareció en el recinto con algunos cartuchos de escopeta vacíos, dos granadas de gas lacrimógeno usadas -una de ellas tenía fecha de vencimiento en julio de 1988- , la máscara del protagonista de la película de terror "Scream" y una gorra similar a las que utiliza la policía. "El edificio se convirtió en una comisaría -expresó ante la prensa-. Por eso, yo me voy a ir cuando Ibarra llegue. No voy a asistir a esta payasada".
Luego, con la presencia de 50 diputados, Ibarra pronunció su discurso, en el que estuvo ausente la pasión, tanto que los únicos aplausos se produjeron cuando la vicejefa de Gobierno, Cecilia Felgueras, lo presentó, luego, cuando reivindicó a los muertos en la represión del 20 de diciembre y cuando finalizó.
El diputado Eduardo Peduto (FREPASO) manifestó que el discurso de Ibarra "me sorprendió gratamente. Caracterizó bien la coyuntura y fijó claramente las prioridades, con el acento puesto en las políticas sociales, en tanto que resaltó el refuerzo de la educación y la salud".
"Fue un mensaje en el que estuvieron ausentes las chicanas políticas y los internismos -resaltó Peduto- y con una clara referenciación en las políticas de estado. Ibarra convocó a acuerdos sobre tres ejes fundamentales: la dignidad, la igualdad y la justicia, que son el marco ideológico de las políticas sociales".
El diputado radical Jorge Enríquez fue menos complaciente: "Ibarra es coherente. No hizo nada en lo que va de su gobierno y por lo tanto hoy tampoco dijo nada". Su correligionario Fernando Caeiro, que preside la Comisión de Seguridad, por el contrario, fue cauto a la hora de su evaluación: "Es un buen discurso de análisis de la crisis socioeconómica, y además planteó el esquema para enfrentarla. De todos modos, omitió enunciar acciones concretas para la sanción de la Ley de Comunas y no dijo nada sobre ningún tema de seguridad y justicia. Ibarra -aunque no plantee el traspaso de la Policía Federal ahora- debería asentar ya las bases de la creación de la Policía Metropolitana".
Los diputados de la Izquierda Unida, Vilma Ripoll y Patricio Echegaray, que se retiraron antes de que Ibarra hiciera acto de presencia, le achacaron al jefe de Gobierno que, una vez que le votaron la ley de "superpoderes", en lugar de renegociar los contratos de la Ciudad a la baja, les renovó el de las empresas que recogen la basura con los mismos precios del año 2001. También acusaron a Ibarra y su gobierno de que son "los responsables y ejecutores directos de las políticas de ajuste en la Ciudad de Buenos Aires".
Jorge Altamira, el diputado por el Partido Obrero, se retiró llamando al boicot y expresando su apoyo al planteo votado por la asamblea nacional piquetera de "que se vayan todos" y por una "convocatoria a asambleas constituyentes libres y soberanas, que reorganicen socialmente al país a partir de las aspiraciones de la mayoría explotada".
Pablo Caulier, del bloque de Acción por la República, expresó que "Ibarra hizo declaraciones, pero no planteó ninguna acción. También veo con preocupación que le siguen echando las culpas de todos nuestros males a las acciones de la década pasada, que impiden -supuestamente- emprender las acciones necesarias ahora. Es hora de dejar de hablar de la herencia recibida y ponerse a hacer. Temo encontrarme nuevamente el año que viene con el mismo planteo de la herencia recibida, para que siempre las culpas sean de otros".
Cuando ya los pasillos de la Legislatura comenzaban a quedar desiertos, el diputado justicialista Eduardo Valdés aceptó analizar -frente a los micrófonos del periodismo- las implicancias económicas, sociales y políticas del discurso del jefe de gobierno porteño. "Ibarra se olvidó de hablar de lo más importante que hizo en el 2001 -concedió-. Ibarra no dijo nada sobre el Programa ‘Tu perro, tu caca’ ". Luego -con la gravedad de los que dicen cosas importantes- desapareció entre los tortuosos recovecos del antiguo edificio que supo cobijar alguna vez los devaneos políticos del gran Florencio Parravicini.