Otra vez inundados

Otra vez inundados

De las cinco obras destinadas a reducir los daños en los temporales, tres están frenadas. A las típicas acusaciones entre la Ciudad y la Nación se sumó un informe de Auditoría que critica las demoras en las ejecuciones y los manejos de fondos.


Buenos Aires, tan eterna como el agua y como el aire. Así la describía Borges. Pero este verso poético hoy está más cerca de remitir a una realidad con sinos de catástrofe. Evacuados, calles anegadas, viviendas inundadas, servicios cortados, semáforos sin funcionar. Cada vez que llueve más de la cuenta, la Ciudad se convierte en una pileta gigante. Tal como ocurrió en la madrugada del pasado lunes, en la que se registraron precipitaciones de hasta 64 milímetros por hora. Cuando el agua comenzó a bajar, claro está, comenzaron las repartijas de las culpas. Y más allá de las habituales facturas entre la Ciudad y la Nación, la Auditoría de la Ciudad sacó a relucir un informe que pone de manifiesto que se necesitan al menos cinco obras de distinta envergadura para evitar las inundaciones en el territorio porteño. De esas cinco, actualmente tres están paralizadas.

De las cinco obras auditadas, todas incluidas en el Plan Director de Ordenamiento Hidráulico y Control de Inundaciones de la CABA, no registran ejecución tres de ellas. Han registrado ejecución la obra Túneles Aliviadores del Emisario Principal del Arroyo Maldonado y Obras Complementarias (en construcción) y la obra Drenaje Pluvial Barrio River y Obra Control y Compuertas de la Desembocadura del Arroyo Vega (concluida), señala textualmente el informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (Agcba).

Antes de la tormenta, la Auditoría ya había advertido que la Ciudad adelantó 12 millones y medio de pesos para la obra de los canales aliviadores de la cuenca Ochoa, rescindió el contrato y no recuperó la plata. La obra fue adjudicada en 2008 a la firma Vialco SA, integrante del holding Electroingeniería. Vialco prometió terminar la ejecución en 22 meses. Luego de la firma, la empresa aseguró que la concluiría en 20 meses, pero a cambio pidió un anticipo por materiales de 12 millones y medio de pesos. La obra nunca se hizo pero el dinero no regresó.

Del mismo modo, los canales aliviadores de la cuenca Erezcano están frenados desde 2010 y la cuenca Vega-Medrano, preadjudicada desde 2009, está paralizada. La Agcba destacó al menos 20 puntos que marcan incongruencias en torno a la ejecución de las obras, algunas relacionadas al marco burocrático y otras a cuestiones presupuestarias. Respecto a la cuenca Vega-Medrano, por caso, los pliegos y proyectos no fueron remitidos a la Procuración General. Del mismo modo, tampoco se detalló el impacto ambiental que se prevé por ley. La obra está preadjudicada, pero las presentaciones crediticias, según lo informado por el ente de control, no se realizaron.

En cuanto a los canales del arroyo Ochoa, el problema más grave pasa por el adelanto recibido por Vialco para el acopio de materiales, que se realizó sin la confección de actas necesarias para el procedimiento. El anticipo financiero no ha sido reintegrado por la contratista ni se ha descontado el mismo, dado que no se han realizado mediciones de obra y, consecuentemente, no se han emitido los respectivos certificados de obra, detalla el informe. Actualmente, la construcción está paralizada.

En tanto, los aliviadores de la cuenca Erezcano están sin ejecución por significativas diferencias entre la Documentación del Proyecto Ejecutivo y el relevamiento realizado por la contratista. Yendo a los números, la Auditoría certificó que se transfirieron 21 millones de pesos de los 26.865.052 asignados al Proyecto Aliviador Arroyo Ochoa-Elía a la Dirección General de Infraestructura y Equipamiento, lo que incumple la ley N° 2.570. Del mismo modo, se transfirieron 33.638.150 pesos de los 41 millones correspondientes a la obra del Vega-Medrano, fondos que no se han realizado toda vez que el empréstito previsto para la obra no ha sido aún tomado, incumpliendo el artículo 53 de la Ley N° 70, precisa la Agcba.

Cuando el agua todavía no había bajado, la vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal, destacó que la zona de Juan B. Justo, gracias a las obras del Maldonado, había quedado a salvo de la inundación, pero que el resto de las zonas afectadas debieron su suerte a la falta de obras en el arroyo Vega: Necesitamos que el Gobierno nacional nos autorice un crédito para avanzar con las obras en el Vega, argumentó Vidal. Esperamos que esto suceda cuanto antes, porque muchos comerciantes se vieron afectados una y otra vez?, afirmó.

La Auditoría contradijo a la vicejefa expresando que la obra de la cuenca Vega-Medrano se encuentra en la etapa de propuesta de preadjudicación desde mayo de 2009, a pesar de haber sido calificada de necesidad imperiosa por el Gobierno de la Ciudad. A este respecto, se observan una serie de errores procedimentales que sin duda han contribuido a esta situación.

En ese sentido, agrega que en cuanto a la financiación de la obra, se destaca que al momento del llamado a licitación no se contaba con la totalidad de los fondos necesarios para afrontarla. Asimismo, se observa que los pliegos licitatorios establecían que los oferentes debían proponer al Gobierno de la Ciudad un modo de financiamiento, a pesar de no contar este con la aprobación de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para dicha operación.

El Vega es el segundo arroyo más importante de la Ciudad y sobre su cuenca habitan 300 mil personas, mayoritariamente ubicadas en la zona de Belgrano, Colegiales y una parte de Núñez. El Gobierno porteño logró concluir las obras la desembocadura, lo que finalizó con las inundaciones en los alrededores de la cancha de River. Pero la obra madre brilla por su ausencia y las consecuencias saltan a la vista.

Daniel Capdevila, director del Programa de Gestión del Riesgo Hídrico, señaló en declaraciones a la prensa que se necesitan aliviadores similares a los del Maldonado. Es una obra de más de 100 millones de dólares que tenemos que hacer con financiamiento externo, para lo cual necesitamos el aval del Gobierno nacional. La idea es comenzarla en 2013 y terminarla dos años después, describió.

Uno que salió con los tapones de punta a desmentir los argumentos del Gobierno porteño fue el dirigente y exlegislador ibarrista Gonzalo Ruanova. En la última sesión de la Legislatura votaron un endeudamiento de 100 millones de dólares para bicisendas y el metrobús. O sea que cuando quieren lo votan y lo ejecutan. La obra del arroyo Vega no se hace porque está bajo tierra y no se puede poner un cartel amarillo. Porque a esa obra no se la puede comunicar, disparó. ?Macri asumió en 2008 con un presupuesto de 13 mil millones, y en 2013 el presupuesto es de 40 mil millones, es decir, un 212 por ciento más. La Ciudad no tiene un problema de recursos, el problema es la prioridad que se le da a la inversión de esos recursos públicos, concluyó.

En tanto, el Medrano es el tercer arroyo en importancia por su caudal compartido con la provincia. El mismo también requiere aliviadores y, al igual que con el Vega, la Ciudad asegura que el Gobierno nacional no le avala la toma de créditos internacionales ya acordados que posibilitarían el inicio de las obras. Así y todo, Buenos Aires soporta no más de 30 milímetros de lluvia por hora con la red actual, algo menos de la mitad del máximo de precipitaciones de la última tormenta, que llegó a un nivel de 64 milímetros en menos de una hora. A la falta de obras se suma el clima incontrolable y la falta de mantenimiento de los sumideros y las bombas extractoras para generar este panorama tan repetido como preocupante.

Más allá del tema estructural, el profesor Antonio Elio Brailovsky, exdefensor adjunto del Pueblo de la Ciudad y autor de Buenos Aires, ciudad inundable, cree que poco va a cambiar en la Reina del Plata. Según él, la Capital puede, mediante obras, menguar el impacto de las inundaciones, pero nunca deshacerse de ellas. Su explicación es sencilla: ?La historia de la Ciudad es la historia de su descenso, se satura la zona alta y se lotean las zonas bajas. El río Reconquista desborda hace siglos pero recién desde 1950 fue un problema, o sea desde que se empezó a poblar la zona inundable. Hay que ser sinceros, cambiar los códigos de edificación y las zonas donde se construye. Definir un área como inundable equivale a hacer bajar en valor la propiedad inmueble. En una sociedad en la que el valor de las propiedades es un bien más protegido que la vida, son muchos los inundados que no quieren este tipo de medidas y viven pendientes de la próxima (y tal vez inútil) obra mágica, sostiene el autor.

Para entender el planteo, conviene saber que el avance de las construcciones restó superficie absorbente en toda la Ciudad. La reducción de espacios verdes y la falta de obligatoriedad de mantener los denominados pulmones de manzana complican un panorama que ya era complejo. A esto se agrega que los conductos de desagote pluvial que conducen hacia los arroyos entubados, que finalmente llegan al río, transportan además líquidos cloacales y efluentes industriales.

Como paliativo para la bronca de los afectados, el Gobierno porteño nuevamente prometió subsidios desde 8 mil pesos para quienes hayan sido víctimas del temporal y una línea de créditos blandos para los comerciantes, analizando cada caso en particular. Algunos se muestran incrédulos, ya que la Ciudad, tal como reflejó oportunamente Noticias Urbanas, aún adeuda la mayor parte de las ayudas económicas prometidas en 2009.

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