?Hay una confusión conceptual entre juventud y renovación política, aunque ambos conceptos no siempre son sinónimos. Poner jóvenes en la política implica una renovación generacional en sí misma, lo que es un buen valor, pero no trae automáticamente una innovación. En las juventudes políticas actuales, y no solo en las del oficialismo, se da una mezcla de continuidad y renovación. Y la renovación es más visible en las ideas que en las prácticas?, apunta Sergio Balardini, investigador especializado en juventudes políticas, integrante del equipo de Flacso en su especialidad y director de proyectos de la Fundación Friedrich Ebert.
Para la contratapa de Noticias Urbanas, este psicólogo, con formación de sociólogo y referente en la temática de la cultura joven, analiza el mapa de las juventudes políticas actuales, en un escenario donde volvió a tener legitimidad, como en los 70 y principios de los 80, con la Coordinadora, la marca generacional para reclamar cuotas de poder.
?Néstor y Cristina Kirchner decidieron incluir jóvenes en la política, pero ahora esa decisión del oficialismo parece haber impactado en el resto de los partidos y en el escenario político global, ¿por qué?
?Bueno, podríamos decir que el kirchnerismo diseñó una cancha en la que juegan todos, tanto desde el oficialismo como desde la oposición. E incluso la construyó con sus derrotas políticas. La 125 fue una derrota que, sin embargo, incentivó la participación de las juventudes de la oposición. La novedad, en todo caso, es que Kirchner eligió a los jóvenes para construir una fuerza política propia. Su sujeto político fue un actor joven, y uno podría decir que lo hizo de un modo pragmático, pero podría haber elegido a otro actor y, sin embargo, su decisión apuntó a la juventud. En cierto sentido, se trata de una decisión pragmática. ¿Quiénes no están construidos? Los jóvenes. ¿Quiénes tienen mayor energía para llevar adelante una transformación? Los jóvenes.
?El otro día, charlando con Victoria Donda, acercaba un concepto interesante, un poco a propósito de observar ciertas prácticas políticas conservadoras de La Cámpora: ser joven en política no es sinónimo de innovación, decía ella.
?Bueno, es que es así. La inclusión de jóvenes en las listas apunta a un recambio generacional, que es un valor en sí mismo. Y lo que yo veo en el escenario actual es que lo más transformador se da en el plano de las ideas y no tanto en las prácticas. Ahí observo que los jóvenes, sobre todo los del oficialismo, juegan con códigos de la vieja política. En la práctica es más difícil innovar.
?¿Cuál es la mayor novedad que traen las juventudes políticas hoy, su marca de época, digamos?
?A mi criterio, hay dos marcas de época importantes. Una es que estos actores jóvenes impulsan, a diferencia de sus antecesores, lo que yo llamo una ?utopía de rango medio?. Es decir, a diferencia de los años 70, van por objetivos específicos y democratizantes, como la ampliación de la agenda de derechos, y ese es su horizonte último. Es decir, los jóvenes actuales se caracterizan por haber construido una voluntad política transformadora democrática. Desde la participación y la militancia política, y no desde la tecnocracia, como en los noventa, pero en escala minimalista. Primero una cosa, mañana, otra. Hoy el matrimonio igualitario, mañana el aborto. En su horizonte está la reparación de derechos, objetivos de los que pueden apropiarse más fácilmente las mayorías; ese es su fin último. No hay una transición para llegar a una utopía absoluta, como sucedía en los 70, donde aquellos jóvenes se planteaban como fin último una sociedad socialista. Ahora no: van por objetivos democratizantes y específicos, y no radicalizados.
?Soledad Martínez, la diputada de Pro, me contaba hace un tiempo que habían logrado acordar con jóvenes de izquierda el impulso del boleto estudiantil en localidades del conurbano.
?Claro, porque esta agenda de derechos facilita la construcción de acuerdos. El tema ambiental, el derecho a la identidad, los derechos de los jóvenes, de género, el matrimonio igualitario, son temas de los cuales se apropió la juventud, y no solo la kirchnerista. Y hay una segunda novedad, que a mi criterio es muy importante, y de la que aún no conocemos qué efectos concretos tendrá en la cancha política porque es una innovación subjetiva. Para esta generación de jóvenes todo es negociable porque provienen de familias donde se los ha consultado, donde hubo mucho menos bajada de línea sobre quien tiene la verdad o la razón. Es decir, son familias más democráticas, con el poder más repartido, y ese ámbito de socialización no es un tema menor. Son valores de crianza diferentes a la socialización que tuvo la generación joven anterior, y que va a tener su impacto en la política, aunque todavía no podemos medir cuál es.
?¿Cuáles serían los valores comunes de la militancia actual?
?La transformación sistemática, con base en la ampliación de los derechos, como fin último. Y llevar a cabo esos objetivos a través de una práctica política militante, participativa y democrática. De lejos, más democrática que en los 70.
?Hasta ahora, hablamos de los 70, pero ¿qué similitudes o diferencias encuentra con la Coordinadora de Alfonsín?
?Aquellos jóvenes de los 80 se pragmatizaron y consumieron muy rápido.
?Ya vimos las similitudes. Ahora, ¿cuáles son las diferencias entre los jóvenes K y los de Pro? ¿Tienen valores diferentes?
?Sí, hay una concepción diferente de la militancia entre las distintas juventudes, con agendas y valores distintos. La juventud de Pro tiene valores políticos más ligados con los 90; entran y salen de la política, la militancia es por un tiempo. No hay contradicción en ellos en ocupar un cargo por un período y luego volver a la actividad privada. Es común que te digan: ?Estos cuatros se los voy a dedicar a la política?. Su opinión individual es relevante, y si no están de acuerdo con el colectivo, se van. Sus valores son el esfuerzo personal, la capacidad técnica y la intervención en política desde la especialización y la profesión. En las juventudes kirchneristas, la del socialismo o la del radicalismo, la militancia es para toda la vida. Y la institución partidaria, colectiva; está por encima de los motivos y opiniones personales.