En este final del año 2001, luego de muchos años de silencio, los argentinos hemos encontrado una épica en nuestro eterno combate por una vida mejor. En estas fiestas, quienes hacemos NOTICIAS URBANAS levantaremos nuestras copas en homenaje a los que salieron a la calle para manifestar el descontento de todos. Pero, muy especialmente levantaremos nuestras copas en homenaje a los argentinos que, una vez más, regaron con su noble sangre este tierra que nos pertenece.
Los porteños fuimos testigos y protagonistas -una vez más- de esta gesta excepcional: ese presidente que hace apenas dos años habíamos instalado en la Casa Rosada, se tuvo que ir, repudiado por un pueblo que no soportaba más la lenta agonía a que fue sometido. Ese presidente, que llegó cargado de legitimidad y se fue apaleando y asesinando argentinos, ya no conduce los destinos de la Argentina.
En esta ocasión, el Justicialismo aparece como dice el dicho como "hijo de las crisis y padre de las transformaciones". De todos modos, Adolfo Rodríguez Saá será el presidente más efímero y más vigilado de nuestra historia, a causa de las excepcionales circunstancias en las que lo tocó asumir su responsabilidad.
Los porteños -por nuestra parte- fuimos testigos y víctimas de una sangrienta represión que trajo a nuestra memoria tiempos que creíamos superados. Sus responsables deben ser sancionados con todo el peso de la ley, al contrario de lo que viene ocurriendo últimamente, en que ningún funcionario público rinde cuentas de sus actos a nadie.
Este pueblo, que salió a la calle a reivindicar para sí mismo el derecho a construir su futuro, es el motivo -en esta ocasión- de nuestro brindis de fin de año. Porque nadie nos regalará los derechos que no supimos conquistar. Por esa épica que comenzamos a construir el 21 de diciembre: ¡¡¡SALUD!!!.