Aníbal Ibarra y su desprecio infinito por la política

Aníbal Ibarra y su desprecio infinito por la política

"La génesis de los diputruchos"

Por Fernando Riva Zucchelli


Ante la denuncia formulada por el Diario Crítica acerca de las irregularidades cometidas en la sesión legislativa del 4 del corriente en la Legislatura porteña creo necesario que es importante formular algunas aclaraciones al respecto, sobre todo en cuanto a las formas de cómo fue presentada la misma en el matutino. Si bien no es costumbre de este portal comentar los artículos aparecidos en otros medios, la terminología ?diputrucho? remite a lo peor de las prácticas políticas argentinas, aquella que nació en marzo del 92 en el Congreso Nacional con el asesor del legislador Julio Samid llamado Juan Kenan, que usurpara una banca para engrosar el número del oficialismo en aquélla ocasión. Es para recordar que hubo cinco casos similares en esa misma sesión que no fueron advertidos a tiempo y por ende lograron dejar a Kenan como el único villano de la historia.

Cualquier periodista o legislador o simplemente empleado o asesor de un cuerpo legislativo que está acostumbrado a presenciar sesiones, ha reconocido la práctica denunciada no sólo en el PRO sino en todas las bancadas cualquiera sea su signo político y no en este período sino también en anteriores, habida cuenta de las innumerables negociaciones que dependiendo de los temas involucran a uno u otro diputado. Quiero dejar absolutamente claro que la falta al reglamento existe ya que cada legislador debe emitir su voto desde su banca y no ?triangular? el mismo así esté definiendo el futuro de la humanidad en su conversación fuera de su banca, una cuestión de institucionalidad elemental que hubo y habrá que respetar. La consecuencia para esta votación quizás sea la nulidad y no estaría mal revisar para atrás a ver si alguna otra norma sancionada se logró de este modo.

El legislador Aníbal Ibarra inquirió en aquélla sesión hacia la Presidencia algo así como que ?si el voto se hace apretando el botón o en forma inalámbrica? en clara alusión a que había detectado la maniobra de Cristian Ritondo y Daniel Amoroso que pidieron ?auxilio? ya que no hacían a tiempo a llegar a sus bancas por la velocidad que le imprimía Diego Santilli a la votación. ¿Qué hizo Ibarra ante esta situación, ante esta anomalía institucional? Ventajero, el ex jefe de Gobierno no pidió la nulidad de la votación, no hizo público en el recinto la irregularidad cometida por Silvia Majdalani y Oscar Moscariello que votaron por sus compañeros de bloque, no hizo nada que fuera por los carriles institucionales. Terminó la sesión para él como si nada hubiera pasado y al día siguiente hizo dirigir -firmado por su jefa de despacho Guadalupe-, un memorandum fechado el 5 de diciembre, a la Dirección General de Prensa -que conduce Paula Schuster- solicitando el video de la sesión, material que le es remitido en el mismo día por dicha dependencia. Evidentemente uno tiende a pensar que Schuster jamás podría pensar que el video que le solicitaba por las vías institucionales un diputado sería utilizado para lanzar una operación política, una chicana que, tal cual es su costumbre, Ibarra prefiere desarrollar desde los medios en los cuales se desenvuelve como pez en el agua y no por los carriles institucionales como correspondería a un hombre de leyes. Nuevamente el fiscal abusando de la libertad de la prensa y del periodismo crítico. El crecimiento de las instituciones -como en el juicio político de Cromañón- quedará para después de las elecciones, al menos en el manual de bolsillo del hombre de Villa Urquiza.

La democracia se construye con más trabajo, con ideas, con más tecnología como la que vendrá de OEA -entre otras cosas para el método de votación ahora obsoleto-, con consensos importantes y duraderos y no con estas chicanas de baja estofa, que más allá de la irregularidad realizada, de la tapa estruendosa de un medio nada le aporta a la gente, algo que visto de esta manera recuerda el gobierno del que fue destituido. Esta denuncia -reitero, cierta- lamentablemente tiene su origen en el desprecio por las instituciones -y en general por todo lo que no le reditúa beneficios personales- que tiene Aníbal Ibarra y la desnaturaliza achicándola a una burda operación de la que el medio en cuestión no es para nada cómplice del pésimo nivel de la política ibarrista sino todo lo contrario, una víctima distraída de un líder desesperado en sus vicios por su ocaso irremediable.

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